EL PAíS › LA AUSENCIA DEL EX PRESIDENTE

De paria a jugador clave

Carlos Menem volvió a ausentarse del recinto de la Cámara alta, negándole al conglomerado opositor, del que nominalmente forma parte, el quórum necesario para sesionar, aunque horas antes sus allegados habían asegurado su presencia. Por la mañana, el ex presidente le hizo llegar al titular del Senado, el vicepresidente Julio Cobos, su renuncia a tres comisiones “para preservar a esta Honorable Cámara de un conflicto innecesario”. Por los pasillos del Congreso circulaban versiones de que el riojano estuvo en su despacho y luego se retiró para desairar a sus compañeros de bloque. Otras aseguran que no abandonó en todo el día la casa que tiene en el paquete barrio de Belgrano R. Sus compañeros del conglomerado opositor, particularmente dentro del interbloque del Peronismo Federal, al que pertenece, lo culparon por el nuevo traspié y pidieron sanciones. Su sobrino, el ex diputado Adrián Menem, que por la mañana había anticipado que su tío acudiría al recinto, dialogó con Página/12, se mostró “sorprendido” por el faltazo y dio a entender que se debió a motivos políticos: “Si hubiera sido por cuestiones de salud, yo me habría enterado”, aseguró.

Una vez más, como la semana pasada, los 36 representantes de la oposición en el Senado esperaron en vano durante una hora a Menem, que, sin aviso, no apareció por el recinto, frustrando los planes de sus compañeros de rechazar el decreto de necesidad y urgencia que habilita el uso de reservas del Banco Central para pagar la deuda externa en manos de acreedores privados y tratar una reforma de la ley del cheque. Aunque los presentes le solicitaron al titular de la Cámara, Julio Cobos, que se cumpla con las sanciones previstas por el reglamento, que incluyen una quita del veinte por ciento en las dietas de los legisladores que se ausenten, esta medida no afectaría a Menem, ya que él subsiste con su pensión como ex presidente y renunció a su sueldo parlamentario.

Sin mencionarlo, varios de sus colegas cuestionaron al riojano. Adolfo Rodríguez Saá, coordinador del Interbloque Peronismo Federal, es el responsable de disciplinar a su tropa, y la ausencia de Menem la semana pasada le valió un tirón de orejas por parte de su par radical, Gerardo Morales. Ayer, tras la sesión fallida, dio una conferencia de prensa en la que calificó como “injustificable” la conducta de su aliado. “Recibimos por la mañana la postura del senador Menem, que iba a asistir a la sesión, pero no concurrió –le manifestó a este diario un allegado al puntano–. Debería darnos una explicación.” Por su parte, la cordobesa Norma Morandini (Frente Cívico) también lo criticó sin mencionarlo, al considerar que el “Congreso está acechado por fantasmas del pasado” y que “no hay nada más perturbador que la ausencia que se convierte en presencia.”

Un rato antes, Menem le había hecho llegar a Cobos su renuncia a integrar las comisiones de Ciencia y Tecnología, Parlamento del Mercosur y Conjunta Argentino-Chilena (estas últimas dos, bicamerales), “en aras de arbitrar una disputa que llevaría a un callejón sin salida”, según la carta que se difundió. El ex presidente negoció su lugar en estas últimas dos comisiones porque la membresía amplía sus fueros de inmunidad más allá de las fronteras del país, pero esto lo había envuelto en un conflicto con los cordobeses Juez y Morandini, que sostenían que esos asientos les correspondían a ellos. De todas formas, conservó para sí su lugar en las (mucho más estratégicas) comisiones de Acuerdos, Asuntos Constitucionales y Presupuesto y Hacienda.

Un informe difundido esta semana ubica al riojano en el último lugar de la lista de senadores que más hablaron durante el período legislativo del año pasado: durante todo el 2009, Menem no pronunció palabra. El ranking indica que los más charlatanes fueron el titular del bloque radical Gerardo Morales (con algo más de 64 mil palabras), seguido por el jefe de la bancada oficialista, Miguel Angel Pichetto (casi 45 mil). Además de Menem, el único que no habló fue el tucumano Julio Antonio Miranda. A favor del ex presidente se puede alegar que tuvo extendidas licencias por enfermedad, mientras que Miranda tuvo una asistencia más nutrida aunque, aun así, no abrió la boca en ningún momento.

Informe: Nicolás Lantos.

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