EL PAíS › MAURICIO MACRI CRITICó AL JUEZ Y AL GOBIERNO

El casete de siempre

En una conferencia de prensa en la sede del gobierno porteño buscó instalar la idea de que la causa por el espionaje fue armada y dijo que estaba en peligro la democracia.

 Por Werner Pertot

Todo el gabinete. El bloque de diputados nacionales y legisladores. Autoridades del PRO. A su derecha, Guillermo Montenegro. A su izquierda, Gabriela Michetti. Mauricio Macri intentó con su conferencia de prensa dar una demostración de poder. Confirmó al ministro de Justicia en su cargo y, por lo demás, no varió su estrategia de asegurar que es un perseguido político. En su relato, daba la impresión de que cree que fue él quien indagó al juez Norberto Oyarbide, y no al revés. “Le pregunté durante horas y no tenía ninguna prueba”, aseguró el jefe de Gobierno, que acusó al magistrado de “haber direccionado la causa”. “Aquí hay un modus operandi que pone en peligro la democracia del país –exageró el líder de PRO–. Y detrás de esto está el señor Kirchner.”

A las seis de la tarde, ya era inocultable el clima de tensión que se vivió en el gobierno porteño durante todo el día. Las reuniones entre el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, el secretario general Marcos Peña y el referente del PRO bonaerense Jorge Macri comenzaron al mediodía y se extendieron con la duración de la indagatoria, que Macri imaginó mucho más corta. Al regresar a Bolívar 1 tuvieron una última reunión, en la que definieron no cambiar la estrategia sino potenciarla: apuntarle a Néstor Kirchner, acusar al juez, negar todo.

En el Salón Dorado del Palacio de Gobierno hubo asistencia perfecta, tanto de funcionarios como de legisladores. “Buenas tardes, iba a decir noches porque lamentablemente pasé seis horas en el juzgado. Le pregunté del principio al final a Oyarbide qué indicios concretos tenía para imputarme. Me fui sin un solo hecho. No tenía ninguna prueba”, aseguró Macri, que aprovechó para compararse con la causa de la efedrina que afrontó su ex aliado Francisco de Narváez, con la denuncia falsa a Enrique Olivera en 2005 y con lo que “hace poco le pasó a Lozano”, en referencia a la aparición del asesor Roberto Larosa abriendo un despacho que estaba cerrado con llave en el Ministerio de Economía.

Una vez más, cargó contra Oyarbide: “Fue funcional al Gobierno, lo mismo que cuando absolvió a los Kirchner por enriquecimiento ilícito y congeló la causa Skanska, que apunta al corazón del poder. Claramente, tiene una causa en el Consejo de la Magistratura y los votos del kirchnerismo la están frenando. No ha sido imparcial. Se lo dije en la cara”, afirmó. “Supuestamente, la razón para citarme es que tuve un empleado entre 120 mil que montó esta asociación ilícita para escuchar a ocho personas”, sostuvo Macri, que por primera vez se acordó de las víctimas y mencionó por su nombre a su cuñado Daniel Leonardo y a Sergio Burstein, de Familiares de las Víctimas de la AMIA. En el caso de Burstein, fue para atacarlo por sus “interpretaciones forzadas”. “Es como cuando Burstein dice que lo escuchan porque se oponía a la asunción de Palacios. La escucha se hizo cuando Palacios ya había renunciado”, aseguró. En rigor, la pinchadura fue ordenada en Misiones el 10 de agosto de 2009, dos semanas antes de que Palacios tuviera que dejar su cargo.

Macri sostuvo que nunca se investigó el llamado anónimo que dio inicio a la causa, se quejó por la celeridad con la que se inició y sospechó de la aparición de Oyarbide, al que en un escrito el PRO acusa de “forum shopping”. En ese mismo texto, el macrismo aseguró que los cientos de llamados entre Ciro James y Jorge “Fino” Palacios a diversas horas “se explican porque James quería ingresar a la Metropolitana”. Y que en la causa hay “150 personas que tuvieron muchísimos más contactos con James”. “Me preguntó dónde vivía porque James conecta desde Barrio Parque, donde viven miles de personas. El tipo venía invitado a mi casa a hablar por teléfono”, se rió Macri.

El jefe de Gobierno hizo lo imposible por no mencionarlo a Palacios. Cuando no le quedó alternativa, señaló que “James no entró al gobierno de la mano de Palacios, sino de un grupo de gente de la Universidad de La Matanza”, una versión que las autoridades de esa Universidad desmintieron. Cuando una periodista le recordó que Palacios había admitido que recomendó a James, Macri reculó: “Palacios lo recomendó para la Metropolitana. Pero no sabía que estaba en Educación”. Michetti –que durante toda la conferencia le pasaba notas a Macri sugiriéndole que hiciera “críticas no personales” o recordara que James sí estaba en el “boletín oficial”– intervino para asegurar que Palacios sólo se enteró de la existencia de James “cuando lo llama para entrar a la Metropolitana”.

–¿Por qué motivo James iba a hablar con funcionarios judiciales como representante de la Metropolitana? –preguntó Página/12.

–Yo no sabía ni que existía James. No me hago cargo. No lo conocía. No sé cómo pudo hablar como representante de la Metropolitana, un lugar donde nunca entró –respondió Macri, pese a que Agustín Gamboa, funcionario del Ministerio Público Fiscal, declaró en la causa que recibió a James junto con el tercero de la Metropolitana, Roberto Ontivero.

–¿Usted sigue sosteniendo que las escuchas las ordenó su padre?

–Mi padre en una carta y en un reportaje expresó su relación con su yerno. Es muy claro lo que dijo– prefirió evitar el tema Macri, aunque sus asesores se ocuparon de repartir la carta y el reportaje donde Franco Macri asegura que contrató a The Ackerman Group para “que me hiciera el perfil” de la relación entre Leonardo y su hija.

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Mauricio Macri junto al ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, y la diputada Gabriela Michetti.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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