EL PAíS

Unos pocos games

 Por Mario Wainfeld

La crónica política mayoritaria adquiere un tono deportivo: todo se narra en términos de ganar o perder. Si se acepta la convención simplificante habría que entender que cada tanto no vale como un gol, determinante en el fútbol. Las alternativas se parecen más al score de un partido de tenis, compuesto por tantos simples, games y sets, bajo la mirada de un profano. Así que cada pelota buena o mala tiene valor disímil, difícil de tabular. Y el espectáculo, larguísimo, es difícil de seguir para los no iniciados.

En la semana pasada el “Grupo A”, otra licencia poético-narrativa, obtuvo ¿dos games? en las Cámaras del Congreso. La ley de glaciares, que indefectiblemente lo será tras su regreso al Senado, y la reforma al Indec, que requiere la aprobación de Diputados. En ambos casos, se trata de propuestas deseables en general, contra lo que es regla en el menú opositor.

La ley de glaciares, que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner prometió no vetar, marca límites imprescindibles a la depredación del medio ambiente. Su aplicación suscitará conflictos entre las provincias mineras, que ven en ciertas formas de explotación brutal un rebusque para mejorar sus economías y los poderes centrales.

En cuanto al Indec, es imperioso que se restaure su credibilidad y se reparen los desaguisados cometidos por el gobierno que, en contradicción con sus discursos y buena parte de sus acciones, deterioraron el patrimonio público. La oposición, en su frenesí reformista, incurre en abusos o excesos de innovación: la autonomía y la autarquía del nuevo ente lo son. Pero, en trazos gruesos, encuentra una salida aceptable para un retroceso que exige corrección. En esta cuestión, como en las retenciones, Proyecto Sur marca crecientes diferencias con el Grupo A. Tantas que ponen en duda si votará en conjunto o le restará su aporte para hacer mayoría. La necesidad de diferenciarse políticamente del Grupo A y subrayar su perfil a la izquierda de éste (y no sólo del kirchnerismo) explican estos virajes que combinan la coherencia y la necesidad táctica.

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Elisa Carrió sinceró sus diferencias con el resto del Acuerdo Cívico y Social, para alivio de sus correligionarios y aliados, que ahora bregarán por minimizar el caudal electoral de los cívicos. La unidad opositora fue un mito urbano; cada vez que se devela esa referencia, los poderes fácticos prorrumpen en cólera contra sus aliados políticos.

El mayor gesto de confrontación y organicidad frente al oficialismo provino, sin novedad, desde las corporaciones. Esta vez fue una reunión de la plana mayor del multimedios Clarín, revelada por el portal informático Diariosobrediarios. El CEO Héctor Magnetto, por tercera vez en una quincena relegó su tradicional opacidad y se puso al frente de sus empleados y gerentes. Reconoció riesgos empresarios que afronta el Grupo, contando que tiene espaldas para aguantar hasta 2011 pero que estaría en severos bretes económicos si Néstor o Cristina Fernández son reelegidos. Algunos testigos presenciales dicen que mencionó la palabra “guerra”, otros no la recuerdan, otros dicen que la usó pero que al contestar preguntas de la asistencia, relativizó su sentido.

Se repartieron un DVD y una carpeta entre los presentes, para unificar discurso.

Coincidencias tiene la vida, también la cúpula del macrismo entregó material similar a su gente para adoctrinarla acerca de cómo responder preguntas sobre el derrumbe.

En esta semana habrá nuevos tantos, acaso algunas dobles faltas. El match point está previsto para octubre de 2011, cuando se celebren elecciones generales.

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