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- Lucharla. Mariana García corrió a Estela Carlotto a lo largo de una cuadra, esquivando a sus hijas, a una amiga, a los hierros de los balcones en obra. “Quería agradecerle”, dijo. “Me di cuenta este año por primera vez que hasta ahora yo me sentía más como una víctima y nunca me sentí capacitada para lucharla, pero ahora la cosa cambió.” Mariana tiene una hermana desaparecida. A Hebe Noemí García la secuestraron el 9 de junio del ’77, era estudiante de Filosofía, siempre estaba con mucho trabajo, pero Mariana nunca supo si militó en el PRT o en qué centro clandestino estuvo detenida. Ese cambio tiene que ver justamente con eso: con la idea de ahora empezar a saber.

- Click. Las dos estaban en la fuente. Sentadas. Llegaron sin pertenencia política. Sin organización pero con un lugar de pertenencia seguro. “Todo empezó el 12 de marzo del año pasado”, dijo Adriana Colabuto, 42 años, la más joven de las dos. “Te aclaro que yo lo voté, pero el primer click lo tuve con los cuadros, cuando Néstor bajó los cuadros de Videla porque nunca sabés; y el año pasado vinimos en marzo a la convocatoria de Facebook de 6 7 8 y es como que encontramos un lugar de pertenencia.” Su amiga Norma Davio, también de Lanús, 62 años, estaba emocionada. “Muy emocionada”, explicó. “¡La cantidad de gente joven que hay es esperanzador porque son los que nos van a gobernar el día de mañana!”.

- Fiesta. Cristina Torres era la tercera amiga; docente de Almirante Brown, experimentada en las marchas. Con amigos y compañeros desaparecidos, se acordó de una plaza de veinte años atrás. “¡No se veía esta participación de los partidos políticos!”, decía. “¡Eramos siempre los mismos diez!” Antes la gente tenía miedo, decía, esto en cambio ya le parecía una fiesta. “¡Pero bueno, tenemos que seguir!”

- Poetas. La enorme masa de banderas mostró inscripciones de partidos políticos, movimientos sociales, agrupaciones territoriales, barriales, comunales, de todo tipo. Había del Teatro por la Identidad; Artesvisuales con Cristina; La Kimera de Parque Patricios; La Chilinga con músicos de “Tambores en lucha”; una bandera de Seremos Mil Flores, firmada por la agrupación La Peñaloza; la Copa de Leche Los Gurises. Un pingüino inflado en el aire de la Plaza y entre todos estaba Diego Quintana. El muchacho miraba los afiches pegados en la avenida de Mayo con volantes en la mano: su lugar era el Partido de los Poetas, uno de los pocos espacios que faltaba.

- Cómo ver a los otros. Haydeé García Buela era una de las Madres que llevaba la bandera. “Estoy muy emocionada –decía–, esto es un gran sacrificio para nosotras, pero también una gran alegría.” Haydeé estaba convencida de que los que estaban alrededor eran “más que nunca”. Que esa juventud era muy prometedora. Que era esa juventud a la que Sara, metros atrás, miraba como lo hacía años atrás: “¡A mí me da alegría ver a tantos!”, decía. Es como ver a los otros chicos, eran multitudinarios, y como ellos se dieron cuenta, los mataron”.

- Rosario cerca. Eran dos amigos. Los dos, 24 años, de Rosario. Rodrigo Villoslada y Luciano. “Nos sentimos comprometidos con esto, una manera de reivindicar a los 30 mil compañeros”, dijo Rodrigo, que milita hace cuatro meses. Un amigo lo convocó, lo invitó a sumarse a una agrupación de Agustín Rossi y el muchacho se acopló encantado: “Venía estudiando en la Universidad Católica –explicó– y la verdad es que ahí no hay militancia”.

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