EL PAíS › CFK ORDENO RETIRAR AL EMBAJADOR ARGENTINO

Franco es persona no grata

Como adelanto de la posición argentina en la cumbre del Mercosur, la Presidenta dio instrucciones para que la representación quede en un nivel más bajo. Venezuela, más cerca del mercado común.

Por M. G. Desde Asunción @Anoche el embajador argentino en Paraguay, Rafael Romá, recibió la orden de dejar la sede diplomática. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio instrucciones al canciller Héctor Timerman de retirar al embajador y bajar el nivel de la representación. De ese modo, la Argentina comenzó a intervenir con su énfasis propio en el Operativo Cerrojo que buscará convertir al nuevo gobierno paraguayo de Federico Franco en un paria dentro del Mercosur y la Unasur mientras se allana el camino para que Venezuela se convierta en miembro pleno del mercado común. Político experimentado, ex vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Romá llegó a Asunción por designación de Néstor Kirchner cuando aún era presidente Nicanor Duarte Frutos. Kirchner había tejido una buena relación con él para terminar Yacyretá y necesitaba un negociador en Paraguay. A comienzos del gobierno de Fernando Lugo hasta quiso acercar a Lugo y Duarte Frutos para ampliar la base de sustentación del obispo en uso de licencia pastoral. Cristina confirmó a Romá, que construyó una relación de confianza con Lugo. El retiro de un embajador es una medida más tajante que el llamado a consulta a la capital de origen. Brasil, por ejemplo, no suele recurrir a la primera práctica sino, y pocas veces, a la segunda. Tal cual lo dijo Timerman en el reportaje que se publica en estas páginas, la expresión utilizada parece destinada a la repetición por parte del Gobierno: “Ruptura del orden democrático”. La frase anticipa la argumentación que utilizará la Argentina en la cumbre del Mercosur que se realizará el jueves en Mendoza con asistencia de cancilleres de Unasur, el secretario general Alí Rodríguez y su asesor especial, el argentino Rafael Follonier, con rango de secretario de Estado en la Casa Rosada y baqueano en negociaciones reservadas de la región. “Frente a los graves acontecimientos institucionales ocurridos en la República del Paraguay que culminaron con la destitución del Presidente constitucional Fernando Lugo y la ruptura del orden democrático, el Gobierno argentino ha dispuesto el inmediato retiro de su embajador en Asunción, quedando la Representación diplomática a cargo de un Encargado de negocios a.i., hasta tanto se restablezca el orden democrático en dicho país”, dice el texto, aludiendo al interinato que comenzará cuando Romá deje Paraguay. Hasta ayer, todavía, el presidente surgido del golpe, Federico Franco, hacía esfuerzos para que él o su canciller, José Fernández Estigarribia, fueran invitados a Mendoza. Después del comunicado de la Cancillería, Mendoza parece más lejos para la nueva administración: la Cancillería anfitriona dio su mensaje al retirar al embajador. Y aunque el nuevo ministro de Paraguay es un veterano que ya ocupó el cargo con el presidente Luis González Macchi entre 1999 y 2003, la tiene difícil. El artículo cuarto de la cláusula democrática del Mercosur, firmada en Ushuaia en 1997 a pedido de Paraguay y con el apoyo de Chile y Bolivia, establece que “en caso de ruptura del orden democrático en un Estado Parte del presente Protocolo, los demás Estados Partes promoverán las consultas pertinentes entre sí y con el Estado afectado”. El artículo quinto dice que “cuando las consultas mencionadas en el artículo anterior resultaren infructuosas, los demás Estados Partes del presente Protocolo, según corresponda de conformidad con los Acuerdos de integración vigentes entre ellos, considerarán la naturaleza y el alcance de las medidas a aplicar, teniendo en cuenta la gravedad de la situación existente”. Las medidas “abarcarán desde la suspensión del derecho a participar en los distintos órganos de los respectivos procesos de integración, hasta la suspensión de los derechos y obligaciones emergentes de esos procesos”. La primera discusión dentro del Mercosur será, pues, si el juicio político a Lugo fue o no un modo de romper el orden democrático. En Brasil, el presidente Fernando Collor de Mello fue sometido a juicio político en 1992 por cargos de corrupción, tráfico de influencias y extorsión a empresarios. Pero el debido proceso duró seis meses, durante los que Collor pidió licencia y fue reemplazado por su vice, Itamar Franco, mientras preparaba su defensa. No debió usarla porque al final decidió renunciar antes de una segura deposición por parte de la Cámara de Senadores. Lugo debió dejar la Presidencia en un juicio tramitado en menos de dos días y se quejó de que el Congreso lo privó del derecho a defensa. La segunda discusión del Mercosur, si Paraguay queda sancionado, será en qué medida los derechos y obligaciones de un Estado incluyen o no la ratificación parlamentaria del acuerdo presidencial sobre la incorporación de un nuevo miembro pleno. Los presidentes ya decidieron que quieren a Venezuela dentro del mercado común y firmaron un documento con Caracas. Los congresos de la Argentina, Uruguay y Brasil ratificaron el acuerdo. La Cámara de Diputados de Paraguay también. Faltaba el voto del Senado paraguayo. Nunca lo dio. Es el mismo Senado que el viernes destituyó a Lugo. La suma de Venezuela –que no tiene por qué quedar decidida en la misma reunión de Mendoza, aunque sí más encaminada– fue defendida por los otros presidentes, incluso en los turnos anteriores, cuando gobernaban Lula, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, por la utilidad del aporte energético venezolano, por la ampliación del mercado a la cuarta economía de Sudamérica después de Brasil, la Argentina y Colombia y por motivos políticos. Entre estos últimos, la necesidad de tener a Venezuela en un ámbito colectivo de acuerdos y no en soledad. La cláusula democrática de la Unión Suramericana de Naciones prevé sancionar a países donde se haya quebrado o se intente quebrar el orden institucional. Anoche Asunción seguía tranquila, como durante todo el día. Partidarios de Lugo manifestaron frente a la televisión pública y llamaron a la resistencia pasiva, que acaso sea la estrategia futura del presidente derribado. Franco ya designó nuevo director del canal público, pero anoche las cámaras continuaban transmitiendo el acto de los simpatizantes y ex funcionarios de Lugo. “¿Cómo se dice golpista en Paraguay?”, gritaba uno. Y los manifestantes: “¡Franco!”. Tal vez fue un acto de picardía para instalar una imagen de respeto por la libertad de expresión mientras el nuevo presidente espera que la protesta se desvanezca o surjan nuevas formas. [email protected]

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