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La buena noticia de O’Neill es que recién en tres meses habrá acuerdo

Duhalde se reunirá hoy con el director del Fondo Monetario. Ayer, el secretario del Tesoro dijo que veía que la Argentina entiende lo que hay que hacer.

El presidente Eduardo Duhalde esperaba, paciente, ligeramente encorvado (una marca que invariablamente se ha instalado en las espaldas de los presidentes argentinos de las últimas dos décadas), la llegada de Kofi Annan en la antesala de uno de los salones reservados para reuniones en la cumbre. Su vocero, Eduardo Amadeo, caminaba nervioso. Al igual que toda la delegación, Amadeo esperaba las palabras mágicas que se había comprometido a emitir el secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill, durante la reunión que había mantenido horas antes con el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, y el propio Amadeo. Su celular sonó y el vocero, tras dos segundos de escucha, gritó: “¡Yesssss!”. La vocera de Remes, Silvia Mercado, le leía las declaraciones de O’Neill, repoducidas por una agencia, gimnasia que debió repetir momentos después a oídos del propio Presidente. “Pienso que puede haber un horizonte en los próximos tres meses para alcanzar un acuerdo” entre el FMI y la Argentina, dijo el halcón O’Neill.
El empujón verbal que O’Neill le dio al Gobierno derramó una pátina de tranquilidad en los ánimos de Duhalde y Remes, quienes hoy tendrán un crucial encuentro con el titular del Fondo, el alemán Hoerst Koehler (ver más información en la página 8).
Ya desde la noche anterior, los funcionarios oficiales se esforzaron por minimizar el tenor de la andanada de declaraciones que descerrajaron anteayer sin anestesia desde la primera línea del gobierno norteamericano, empezando por el mismo George W. Bush, y que había inaugurado la número dos del Fondo, Anne Krueger, representante de Washington en el organismo.
Duhalde interpretó ante este diario y otros medios los contenidos de esos mensajes. “Es lógico que digan eso. Un país que no ha cumplido con sus compromisos es un país que no genera confianza. Los organismos entregaron en el pasado mucho dinero, cuando la Argentina no tenía un plan sustentable. Se requería un plan sustentable y lamentablemente no se hizo antes. Ahora atravesamos las dificultades por la pérdida de confianza que generó el default. Pero en 15 días vamos a estar negociando con el Fondo, procurando resultados en beneficio de la Argentina.”
La fecha citada por Duhalde había sido establecida momentos antes por Krueger. La vicepresidenta del FMI tuvo la gentileza ayer a la mañana de moderar sus dichos del día anterior, anunciando –en un discurso que se asemeja a la psicosis, pero que apunta a desgastar a los negociadores argentinos en una guerra de nervios a fuerza de extrema dureza– que el Fondo considera que hay condiciones para sentarse a negociar con la Argentina en un término de 15 días.
Los gestos tensos de la delegación se descomprimieron módicamente. Las expectativas se volcaron a la reunión que mantendría Remes con O’Neill a media mañana. Antes, Duhalde se había entrevistado con el jefe del Gobierno español, José María Aznar, y con el premier canadiense, Jean Chretien.
El discurso oficial giró en torno a los mismos ejes y fue muy similar ante cada interlocutor. Las ideas centrales fueron las siguientes:
- La Argentina está tomando las medidas necesarias para establecer el plan sustentable que sugieren Estados Unidos, el Fondo y España, entre otros.
- En el pasado, Argentina no tenía este plan sustentable. A pesar de ello, los organismos financieros otorgaron, entre 2000 y 2001, 43 mil millones de dólares que fueron dilapidados.
- No fue este Gobierno el que dilapidó ese dinero.
- Este Gobierno, sin embargo, está dispuesto a modificar la legislación y tomar las medidas que sean necesarias para llegar a un acuerdo que permita obtener nuevamente financiación internacional.
- En ese marco, será reformulado el presupuesto, derogada la figura de subversión económica y modificada la ley de quiebras.
- También se intentará reducir los plazos para retirar, en tiempos lógicos, los bonos provinciales y achicar sus déficit.
En realidad, repitió su discurso público ante los presidentes, cuando dijo que “el desarrollo y la prosperidad de las naciones no pueden ser una teorización abstracta ni un ensayo de prueba y error porque los resultados que se exponen en cifras y gráficos ocultan el rostro de millones de hombres, mujeres y niños que pagan el altísimo costo de ser expulsados del sistema”. Y agregó: “No venimos a pedir compasión sino un nuevo contexto global”.
Rendez vous
Duhalde, acompañado por el canciller Carlos Ruckauf, relató ante José María Aznar las medidas que tomó el Gobierno. El español fue muy insistente en dos puntos: previsibilidad y seguridad jurídica, dos categorías que hacen al patrimonio de las empresas de ese país en el Río de la Plata. Duhalde solicitó a Aznar que redoble los esfuerzos de lobby para acelerar las negociaciones con el Fondo. Aznar le dijo que lo haría y le recordó que ya lo había hecho. Duhalde, con voluntad, le dijo que en tres meses la economía argentina emergería de la depresión. A la salida, cada uno por su lado respondió lo mismo. “Siempre en favor de la Argentina”, dijo Aznar cuando le preguntaron por sus acciones a seguir. “Con los amigos siempre nos va bien”, afirmó Duhalde cuando le pidieron una evaluación sobre el rendez vous con el español.
Instantes después, Duhalde se sentaba frente a Chretien, en un encuentro que duró apenas diez minutos y que el canadiense aprovechó para expresar preocupación por el futuro legal del gerente del Scotiabank en la Argentina (un banco canadiense). El banquero está citado por dos jueces en causas de vaciamiento. Duhalde repitió su salmo. “Vamos a derogar la ley de subversión económica”, reiteró.
The Big One
Mientras Duhalde y Chretien discurrían sobre la seguridad jurídica en nuestro país, en otra oficina Remes Lenicov desgranaba medida por medida el plan argentino ante O’Neill, el hombre del día. El mensaje de los funcionarios argentinos fue claro: haremos lo que sea necesario.
La situación de las provincias y la emisión de bonos, así como la meneada seguridad jurídica, estuvieron en boca del norteamericano. Los argentinos repitieron que todo eso se va a modificar. O’Neill acordó emitir un comunicado. Los argentinos esperaron ansiosos. Dos horas después, el secretario del Tesoro cumplió la palabra y, en breves declaraciones, dijo lo que la delegación argentina quería escuchar:
- “Creo que tal vez dentro de los próximos tres meses habrá una esperanza de que esto realmente se arregle”.
- “Salí (de la reunión con Remes) con un sentimiento muy claro de que hay un entendimiento de lo que hay que hacer y una dedicación para tomar los plazos para lograrlo. Entonces diría que el asunto es resolver los detalles y el plazo”.
- “Estoy muy esperanzado de que estemos hablando en términos de perspectiva de corto plazo. Con eso quiero decir, probablemente, semanas, posiblemente no más de unos pocos meses”.
O’Neill, con su lenguaje mínimo y seco, templó el ánimo de Duhalde para encarar, hoy, el plato fuerte: su reunión, decisiva, con el titular del FMI, Hoerst Koehler, con quien O’Neill hablará luego de esa reunión para comparar los apuntes de uno y otro.
De lo que digan esas anotaciones dependerá el futuro inmediato del país.

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