EL PAíS

Una marcha con malhumor, entre cientos de policías

 Por Laura Vales

–¿En qué me afecta a mí el Código? En que la próxima vez que salga a reclamar me ligo una sanción, como si fuera un delincuente –dice Marcos, desocupado, de 38 años. Está en la marcha con un amigo que se presenta como Oscar Pereira. El amigo llegó a la protesta en bicicleta. Del manubrio cuelga un balde de albañil.
–Nada más mire quiénes son los que votan –interviene y señala el edificio de la Legislatura–: Ahí adentro hay gente facha. Ortibas.
Marcos asiente: –Aparecen en televisión para mandarse la parte con leyes que son contra los pobres.
En la movilización contra el Código de Convivencia hubo un clima de mucho malhumor. La mayoría de los manifestantes eran piqueteros. Marcos caminó con la columna del Movimiento 29 de Mayo, al que se sumó hace poco tiempo, ya que dos años atrás tenía empleo en una metalúrgica, la Ferro-Fider. Ahora cobra un Plan Jefes de Hogar y realiza como contraprestación tareas comunitarias. Su mujer es la única de la casa que tiene trabajo, como doméstica. El se ocupa de llevar a los chicos a un comedor popular para que tengan su almuerzo. “Pero no me gusta que vayan”, sostiene. “Es humillante. Ir al comedor, tener que andar haciendo tareas comunitarias.”
–No es una humillación –dice Página/12. Pero él está seguro de que sí lo es.
–Que en un país como éste no me den trabajo y me manden a un comedor con mi familia es una humillación –insiste–. Me da tristeza y odio a la vez, contra toda esta gente.
La marcha abarcó dos reclamos: el rechazo al endurecimiento de las contravenciones y la libertad de los 15 detenidos tras los incidentes del 17 de julio. Salió a las tres de la tarde de Avenida de Mayo y 9 de Julio para terminar en la esquina del Cabildo, a una cuadra del edificio donde a esa hora todavía no se había empezado a sesionar. Al bordear la Plaza de Mayo, los manifestantes cantaron “Largá los presos, largalos ya o a la Rosada te la vamos a quemar”.
Hubo menos concurrencia que en otras oportunidades. La baja en la concurrencia se hizo visible, además, porque algunas organizaciones se retiraron del lugar apenas llegadas. Por otra parte, los dirigentes piqueteros más conocidos fueron reemplazados por sus segundas líneas. El Polo Obrero, el Teresa Vive, el Frente de Trabajadores Combativos, el Movimiento Teresa Rodríguez-Cuba, la UTL y el Movimiento Territorial de Liberación estuvieron entre los presentes, junto a agrupaciones de prostitutas, travestis, vendedores ambulantes y algunas asambleas barriales.
El operativo de seguridad desplegó un gran número de efectivos de la Montada y la Infantería con carros hidrantes. La manzana de la Legislatura fue rodeada de un vallado 100 metros a la redonda. Los federales llevaron la chapas identificatorias a la vista. Si hubo policías de civil su presencia no fue ostensible como en las últimas movilizaciones.
Las organizaciones sociales pusieron en la cabecera de la protesta dos pancartas en las que se leía “Basta de cárcel” y “Desprocesamiento de todos los luchadores populares”. E hicieron un acto en el que leyeron los nombres de los 15 detenidos de la Legislatura y el de los otros 18 presos sociales.
Para Laura Silva, delegada de los vendedores ambulantes de Once, la situación de los presos era la prioridad del día. Siete de los quince detenidos son ambulantes. “Hay 100 videos y 300 fotos y en ninguna aparecen pruebas en su contra. Lo único que se ve es a uno de los chicos tirando pirotecnia.”
Silva tiene un puesto de ropa en Corrientes y Larrea. Se dedica a la venta callejera desde 1987. Ofrece “cosas chicas: bombachitas, ropa interior” y gana por día unos 30 pesos. Según sus cálculos, en Buenos Aires “unas cinco mil personas se dedican a la venta ambulante”. Antes de la desconcentración, Sonia Sánchez habló en nombre de las prostitutas de Ammar Capital. Pidió a los diputados “que no legislen castigos sino políticas de inclusión social, porque la prostitución no es un trabajo, sino la violación de todos los derechos humanos”. La dirigente se mostró convencida de que prohibir la oferta de sexo en lugares próximos a donde haya viviendas “va a servir para que la policía cobre peaje” y acusó al macrismo de favorecer un circuito de recaudación ilegal en lugar de trabajar “para que tengamos capacitación y trabajo digno”.
Durante la jornada no hubo incidentes. Cuando los manifestantes se retiraron del centro ninguno sabía cómo iba a terminar la votación: eran las cuatro y veinte de la tarde y en el recinto la sesión ni siquiera había comenzado.

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