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Una visita privada de dos jueces a la retrospectiva de León Ferrari

Son los camaristas que tienen que resolver si mantienen o revocan la decisión de cerrar la exposición. La realizarán hoy, lo que indica que tienen intención de no demorar su fallo. Por qué deberían (o no) ver la obra para definir un caso de libertad de expresión.

 Por Raúl Kollmann

Los dos jueces que integran la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, Carlos Balbín y Esteban Centanaro, realizarán hoy a las 15 una inspección ocular de la clausurada muestra del plástico León Ferrari. La noticia tiene una connotación positiva y otra llamativa. La positiva es que los magistrados están acelerando los tiempos lo máximo posible, ya que resolvieron ver las obras de inmediato, aunque fuera en un día inhábil como hoy. El aspecto llamativo es que con la inspección podrían estar dando a entender que necesitan ver las obras para decidir, cuando en realidad se trata de una cuestión de libertad de expresión. León Ferrari es un artista reconocido internacionalmente, las obras ya fueron expuestas en museos del mundo entero, y –según manifiestan quienes se oponen a la clausura– lo que a un juez podría parecerle una obra no debería determinar si la muestra puede ser vista o no por el público que libremente decide entrar al Centro Recoleta. Otros creen que los jueces tienen que hacerse presentes para ver, por ejemplo, si el lugar es cerrado, cómo es la advertencia al público sobre las imágenes sensibles al espíritu religioso y cómo funciona la exposición, de manera que el ciudadano tenga elementos como para decidir si entra o no a la muestra.
Tal como adelantó en exclusiva Página/12, la causa por la retrospectiva de León Ferrari tomó un ritmo inesperado. La jueza Elena Liberatori, que ordenó el cierre provisional, entendió al menos que esa medida equivaldría casi a una clausura definitiva si las idas y vueltas del expediente se demoraban hasta enero e incluso febrero, fecha prevista para el cierre de la exposición. La magistrada, entonces, dio curso rápidamente a la apelación y desde ayer el expediente está en la Sala I de la Cámara. También los camaristas evidenciaron una actitud activa e inusualmente positiva, ya que muchos magistrados dejan correr los tiempos en las causas consideradas más calientes. Al parecer, los jueces entienden que cada día que pasa es un día de virtual sanción contra el artista y el público que quiere ver las obras, por lo que aparentemente no dilatarán mucho la resolución, ya sea levantando la clausura o confirmándola.
Todo indica que hoy, en el momento de la visita, estarán presentes los representantes del gobierno de la ciudad, la procuradora Alejandra Tadei, las autoridades del Centro Cultural Recoleta y, posiblemente, el propio artista, junto a sus abogados, Pablo Jacoby y Pablo Slominsqui. El interrogante es por qué los jueces quieren ver la obra. Para algunos, la decisión debería tomarse sin evaluar la producción del artista, justamente porque se trata de obra artística y, como se señala en el recurso presentado por Tadei, la Constitución porteña prohíbe toda censura. Para otros, en cambio, los magistrados tienen que ir a la muestra, ver si “viola la intimidad de las personas”, como sostuvo Liberatori, y cómo es toda la organización destinada a que quien entra sepa qué es lo que verá.
En realidad, los camaristas tienen 15 días hábiles a partir de ayer para tomar su decisión. Si resolvieron hacer la visita personal hoy, en un día inhábil, significa que están dispuestos a pronunciarse mucho antes de que se venza el plazo, a mediados de enero.
La muestra está clausurada por pedido de la agrupación Cristo Sacerdote, que responde directamente al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Liberatori consideró que viola la intimidad de las personas por –según afirmó en el fallo– herir los sentimientos religiosos de la mayoría católica del país. Curiosamente, la magistrada dejó en claro en su resolución que las obras pueden ser exhibidas en lugares privados, pero no en un lugar público como el Centro Recoleta. Por su parte, la procuradora Tadei argumentó que la ciudad tomó la decisión de hacer una retrospectiva de un artista reconocido a nivel internacional y que de ninguna manera podía señalarle a Ferrari cuáles obras podía exponer y cuáles no. “Toda censura es una violación al interés público –señala el escrito de Tadei—. Y no se circunscribe a las ideas que son favorablemente recibidas, sino también para aquellas que chocan, inquietan u ofenden al Estado o a una fracción de la sociedad. Tales son las demandas del pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin las cuales no existe una sociedad democrática.”

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