EL PAíS

Salsa picante

 Por D. S.
Desde Puerto Ordaz

- Estatua. Ni los 11.582 metros de altura ni los 888 kilómetros por hora lo alteraron. A Luis Buonomo, médico personal de Néstor Kirchner, nadie lograba sacarlo de su concentrada lectura de La cinemática de las lesiones. Casi ni se movió de su asiento del Tango 01 durante las 6 horas de vuelo a Puerto Ordaz y apenas si miró por encima de sus anteojos de carey cuando tuvo que explicar que se estaba preparando para una charla que debía dar a su regreso a Buenos Aires.
- Chistoso. De tanto en tanto, Daniel Muñoz, el secretario privado de Kirchner, se daba una vuelta por la parte de atrás del avión, donde descansaban algunos pares y también empresarios. Eso sí, no perdía la ocasión para hacer chistes, como cuando puso en duda la hombría de Diego González, el secretario privado de Aníbal Fernández, simplemente porque el saco que llevaba puesto le resultaba demasiado fashion.
- Frío frío. Camisa rosa, sin saco y sin corbata, Néstor Kirchner saludó uno por uno a la comitiva de empresarios que lo acompañó en su aventura caribeña. Un apretón de manos, un agradecimiento formal y no mucho más de parte del Presidente. Ni siquiera quiso aflojar cuando el representante de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, le apuntó al corazón: “¡¡¡Ganó Racing eh!!!”. Sin girar su cabeza, Kirchner siguió la marcha hacia su asiento con un seco “¡¡¡No me carguen, eh!!!”, y no volvió a aparecer.
- Bombones. Canapés, de caviar o salmón, panqueques, bocados de jamón crudo. El catering del Tango 01 resulta exquisito para cualquier mortal. Sin embargo, los reyes del viaje fueron unos bombones Lion D’Or que la periodista Liliana Franco repartió entre los pasajeros para celebrar su cumpleaños. Escondedora, a todos apuntó que había llegado a los 20 abriles, aunque no supo explicar cómo es que tiene una hija de 25.
- Fanáticos. Cuando Aníbal Fernández se enteró de la goleada de Racing sobre Quilmes, ni se mosqueó. El ministro del Interior más bien hizo una efímera autocrítica de su equipo y cerró la boca. El otro Fernández, Alberto, recuperó la sonrisa. No importó si había jugado bien o mal –de hecho no pudo ver el partido–, pero festejó la vuelta al triunfo de su Argentinos Juniors. Claro que la tenue o medida reacción de los funcionarios lejos estuvo del ruido de los hombres de Techint, quienes no ocultaron su irrefrenable fanatismo boquense. Uno de ellos, Carlos Omachea, llegó a manifestar su preocupación por el efecto que la gripe aviaria podría tener entre sus primos riverplatenses.
- Confusión. El viento en el aeropuerto de Puerto Ordaz ayudó a la confusión. El cabello de la embajadora Nilda Garré quedó hecho un remolino sobre su rostro y más de un periodista venezolano corrió a su encuentro pensando que se trataba de Cristina Kirchner. Evidentemente nadie les había advertido que la primera dama no era parte de la comitiva.
- Match point. Aníbal Fernández debió de estar agradecido, ya que aquí nadie habla de fútbol, a lo sumo de béisbol. Claro, siempre hay un argentino inoportuno que le pregunta por Quilmes. El ministro del Interior se hizo el gil. “Yo acá sólo hablo de Nalbandian.”
- Semblante. No todas fueron sonrisas para el histriónico Hugo Chávez. Al final del recorrido por el complejo Caruachi, un obrero lo encaró. Primero le endulzó la oreja. “Qué bien que estuvo ayer en televisión”, arrancó aludiendo al programa Aló Presidente. Pero, inmediatamente, cambió el tono: “Pero estamos en problemas con la paga”. Incómodo, el mandatario caribeño pidió los recibos de sueldo, pero ya nada podía devolverle el semblante que había tenido antes del reclamo salarial.
- Movedizos. Gabriel Fuks y Eduardo Sigal transpiraron la gota gorda en Puerto Ordaz. El titular de Cascos Blancos está desde hace días en Venezuela buscando cerrar un acuerdo de cooperación con Defensa Civil y Brigada de Ayuda Humanitaria Simón Bolívar para luchar contra la pobreza. Por su parte, el secretario de Integración Económica y Mercosur promovió la creación de una comisión ad hoc que, a partir de la reunión regional del 8 y 9 de diciembre en Montevideo, busque saldar las diferencias arancelarias y aduaneras con Venezuela a fin de facilitar su ingreso al mercado común.

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