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Tarde de sorpresa

Inesperado. Así fue el anuncio del Gobierno, pasadas las seis y media de la tarde, en torno de la “cancelación total” de la deuda. Minutos después de conocer la noticia, en la calle las opiniones variaron desde la aprobación hasta la advertencia de que “lo que se debe no es público sino privado”. Otros, sólo se expidieron con un “qué sé yo”.
“¿Quiere hacer lo mismo que Lula?”, preguntó Raúl Tastaca, diariero de oficio y técnico industrial de profesión. “Me parece que no es viable la cancelación total de la deuda. ¿De dónde va a sacar esa plata?”, comentó y preguntó: “¿De las reservas?”. En San Martín y Diagonal Norte atiende un puesto de diarios y revistas desde las 13 hasta las 20. “Me acabo de enterar, me quedé sin pilas en la radio y no lo pude escuchar”, explicó Raúl, quien evitó decir su edad. “Que (Kirchner) invierta en las industrias del país”, reclamó, y agregó: “Mirame a mí. Técnico industrial en un puesto de diario”.
Alrededor de las siete de la tarde, en medio del tumulto de la calle Florida, Andrea toca el saxo. Tiene 30 años pero parece de menos. “Sí, parezco más chica”, asintió con cara de contenta. “¿Que pagamos qué? ¿Toda esa plata junta antes de fin de año?”, preguntó asombrada. “El pago de la deuda no me parece bien. Puede que sea un alivio, es verdad; también es verdad que esa deuda no es nuestra”, cuestionó. “Era privada y de golpe se hizo pública”, sentenció. Cerca, en una Plaza de Mayo con poca gente y muchas palomas, Norberto, de 34 años, un empleado administrativo ya sin corbata al cuello, no pudo decidirse: “Yo qué sé, supongo que está bien”. Por otra parte, Mariano y Andrea, dos abogados rumbo a una charla de café, se despacharon: “Ya era hora”. “Antes siempre nos ponían trabas por el tema de la deuda. Está bien que alguien lo haga. No podemos ser deudores durante los casi 200 años que tenemos como país, más allá de que antes la deuda no era con el Fondo”, aseveró Mariano. A metros de allí, un turista colombiano le sacaba fotos al Cabildo. “No, no tengo idea de nada”, reconoció Víctor, quien junto con su mujer están visitando Buenos Aires por primera vez.
María Celeste tiene 31 años y es licenciada en administración de empresas. Buscando algún libro frente a la vidriera de un local, María cree que “está bien que se le pague al Fondo”, pero no entiende “por qué no se destinó esa plata para manejar la inflación o para ayudar a bajar la desocupación”. “Son 9800 millones de dólares”, redondeó. “Es mucho”, suspiró.
En la estación Moreno de la línea C, Patricio iba de regreso a su casa en Burzaco y ya estaba al tanto de la noticia porque minutos antes de tomar el subte escuchó el anuncio por radio. “Parece que la onda es hacer lo mismo que hace Brasil –ironizó–. Si es para mejor, bárbaro. Ya veremos el año que viene qué es lo que pasa.”
Informe: Luciano Zampa.

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