EL PAíS › LA MUJER QUE SE INTOXICO, PERO NO LE IMPORTA

“Voy por la tercera vez”

 Por M. C.

Susana trabaja para varios salones de belleza: les confecciona uniformes. Le comentó del brushing progresivo brasileño a Leo Paparella, pero el estilista fundador de las cadenas Leo y Lina la desalentó. Le aclaró que estaba prohibido. Pero ella se lo hizo hacer igual, y la segunda vez terminó en la guardia de un hospital debido a la intoxicación que sufrió al inhalar los vapores del formol, según ella misma contó a Página/12. “Me lo hizo un chico brasileño. El producto lo prepara él, con formol que compra en una farmacia, creo. Pero no me puso máscara, ni ventiladores, y me descompuse. Me sentí mal durante una semana. Mareada, mal del estómago”, relató a este diario.

–¿Y te lo volviste a hacer?

–Sí, ya voy por la tercera vez. El pelo te queda hermoso. Yo lo tengo erizado, ondulado y me queda relacio.

Gabriela D. ya tiene turno el 10 de agosto para hacérselo por segunda vez. El primer planchado se lo hizo en abril. El responsable de que sus cabellos luzcan tan lacios –como ella siempre había soñado– es un ex empleado de una cadena de peluquerías de renombre, con locales en varios shopping centers que decidió independizarse tentado por el negocio. En tres días está embolsando casi lo mismo que lograba en un mes en su antiguo trabajo. Eso sí: ahora tiene el gasto del alquiler de un departamento en Belgrano, donde se dedica exclusivamente a planchar con formol cabelleras enruladas. Está dando tres turnos por día: cada tratamiento lleva entre tres y cuatro horas. La recomendación boca a boca lo ha llenado de clientas. Hoy tiene turnos disponibles recién para el 21 de agosto, según pudo comprobar esta cronista.

–Yo me enteré por la mamá de un compañerito de mi hijo –cuenta Gabriela D., de 39 años. No la amilanó el hecho de que tuviera que ponerse una máscara antigás, igual que el peluquero durante la aplicación del producto.

–Me quedó bárbaro –comenta feliz, mientras agita orgullosa su cabellera rojiza que le cae lacia como nunca antes había logrado, a pesar de haber probado todos los tratamientos (legales) disponibles en el mercado–. Se me erizaba. Ahora puede haber ciento por ciento de humedad y lo tengo siempre lacio, ni siquiera me lo tengo que secar con el secador y, además, me quedó hipersuave.

–¿Averiguó si puede ser peligroso? –le preguntó este diario en un café de los alrededores del Palacio de Tribunales.

–En Internet encontré que algunos dicen que es cancerígeno y otros, no. Medio tóxico debe ser, porque te pican los ojos y tiene que estar el lugar bien aireado. Además, te tenés que poner la máscara como esas de la guerra de Irak. Pero no creo que porque me lo haga tres veces al año me pase algo.

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