EL PAíS › PUJA ENTRE MEDICOS Y ENFERMEROS Y LAS AUTORIDADES

La pelea por los pacientes

Sin pacientes no hay hospital. Esa misma lógica parecían tomar en cuenta ayer los interventores y los trabajadores del Hospital Francés, aunque claro, cada sector en un sentido diferente. Las autoridades permitían –y según sus detractores, alentaban– el traslado de los internados a otros establecimientos, mientras que médicos y enfermeras buscaban por todos los medios que no se vaciaran las salas.

El epicentro de la acción había cambiado con respecto al miércoles, ya que las dos puertas de entrada al hall central fueron despojadas de ese status por el ingreso al servicio de guardia. Desde ahí salían las ambulancias, habitadas por pacientes de distintos sectores, hacia otros centros de salud de la Ciudad. Ahí también estaban congregados los trabajadores, para denunciar ese mecanismo y tratar de dificultarlo.

Este intento de fuga comenzó en las primeras horas de la tarde, y agarró desprevenidos a los trabajadores. Sin embargo, después de los primeros momentos, los médicos comenzaron a pasar la voz de que si los internados o sus familiares se negaban al traslado, no se los podían llevar.

Con ese convencimiento, lograron retrasar la operación. Pero, en el fondo, se notaba un dejo de tristeza, casi resignación. “Nos vamos a quedar acá pase lo que pase, pero están esperando que caiga la noche para llevarse gente masivamente”, pronosticaba Elda, una enfermera con 19 años en el Francés.

La noche cayó y el establecimiento resistió, aunque nadie se animaba a vaticinar cómo termina el conflicto. En cambio, Elda recordaba otros tiempos de esas casi dos décadas adentro del hospital, que en otros tiempos fue un modelo a seguir.

“Nosotros pasamos una vida acá, y ahora nos lo quieren quitar. Hasta no hace mucho este lugar era una referencia nacional en muchas especialidades, pero lo vaciaron”, contaba, y la voz se le resquebrajaba como signo de su cariño hacia esta centenaria estructura.

Un año y medio atrás, llegaban al Francés pacientes derivados desde varios puntos del Interior del país. Hoy la falta de insumos y los pagos irregulares a los profesionales y el resto del personal tornaron imposible esa situación.

Con largas ojeras y los ojos vidriosos después de escuchar el discurso de un compañero, Mariela (enfermera desde hace 15 años en el hospital) recordaba “hasta mediados de 2005 se realizaban siete operaciones cardiovasculares a niños por semana. No muchos lugares tienen esa capacidad, y eso hacía que llegaran chicos de todo el país”.

Más allá del conflicto, la actualidad es muy distinta. De esas siete operaciones semanales, se pasó a unas dos mensuales de promedio. Los empleados siguen trabajando pese a los sueldos atrasados, pero la lucha para que no vacíen su fuente de ingresos hace imposible el funcionamiento normal.

El nivel de cohesión entre los trabajadores es uno de los pocos ítem –sino el único– que mejoró a partir del conflicto. “Una de las cuestiones que cambió con esta situación fue nuestra unidad. Ahora es mucho mayor, y eso lo generó la crisis”, comentó una de las médicas, que antes de revelar su nombre salió rauda hacia donde sus compañeros comunicaban las últimas medidas contra el plan antivaciamiento.

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