ESPECTáCULOS › DIEGO MIZRAHI PRESENTA SU CD SOLISTA EN ND ATENEO

El blues de las pampas argentinas

 Por Cristian Vitale

La trayectoria de Diego Mizrahi incluye, en quince años de carrera, unos pocos discos editados –Directo al Blues (1995) y Bluscavidas (1996) entre ellos–, escasa exposición mediática y mucha ruta. Casi exaltado confiesa a Página/12 que, dentro de 20 años, muchos lo pondrán en el lugar de bluesmen como Pappo o Miguel Botafogo. Por lo pronto, dio un paso más en la batalla al editar su disco solista Pampalucha, Music From The Pampas –los anteriores fueron grabados con la Mizrahi Blues Band– que presentará hoy en el Teatro ND Ateneo, donde planea estrenar una puesta poco usual en el país. “Voy a disponer cámaras ocultas en los lugares más insólitos, por ejemplo adentro de mi guitarra”, adelanta.
A diferencia de los discos que lo preceden, Pampalucha muestra un sonido más contundente, casi power rock, no exento de exploraciones exóticas ligadas al folklore árabe y judío. En efecto, la introducción del único cover –“Wonderful World”, de Louis Armstrong– conecta directamente con sonidos típicos de Medio Oriente. “Es la canción que los estadounidenses usaban en Vietnam para levantar a sus tropas. Más allá de lo que implique políticamente, busqué demostrar que tres culturas históricamente enemistadas pueden convivir en paz en una canción. El concepto es parecido al que utilizó Daniel Barenboim al juntar orquestas judías, árabes y norteamericanas en España. Tenemos misiones parecidas. La destrucción por la destrucción misma me parece aberrante”, confiesa. La otra producción reciente de Mizrahi es Songs of the Rings, un tributo a J. R. R. Tolkien del cual participan Adrián Barilari (ex Rata Blanca), Martín Carrizo, Claudio O’Connor y Walter Meza. El guitarrista también conduce un programa de TV, “Music Expert”, en la señal Music Country.
–El título de su disco hace pensar en una especie de folklore de exportación. ¿Lo concibió con ese sentido?
–Efectivamente... es folklore de exportación. Salvo el tema que abre el disco, el resto –menciona al azar “Pampa Power”, “Utopía” y “Sincero”– están asociados a la idea de que los argentinos tenemos algo más que corrupción para exportar. La palabra inicial fue de mi hijo... cada vez que lo iba a buscar al jardín me gritaba “Pampa Lucha... Pampa Lucha” pero nunca me explicó el significado. Hasta que se lo di yo. Esa palabra quiere decir muchas cosas. Lo que hago yo, como tantos otros gauchos, es buscar desesperadamente un lugar en el mundo con la música, el arte o la política. Argentina no es solamente corrupción, Menem y Maradona. Hay mucho más.
Mizrahi rechazó trabajos como sesionista para proyectos como Bandana o “Escalera a la fama”. “Lo rechacé con lágrimas en los ojos, pero una vez que hacés eso no tenés retorno.” Prefiere en cambio que lo sigan catalogado como un músico de rock y blues sin manchas. “Mi primera visión es defender una trayectoria ligada al blues y al rock pesado. En mi pasado como blusero y ahora haciendo blues power, pero siempre ligado al género.”
–La relación fluida con los músicos no se traduce en términos populares. ¿A qué lo atribuye?
–Es una cuestión de tiempo. Botafogo tiene diez años de carrera más que yo y Pappo veinte. Le respondo en veinte años.

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