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¿Quién tiene más rating, el Oscar o los modistos?

Desde la primera transmisión televisiva, en 1953, los modelos de las estrellas provocan más comentarios que los premios. ¿Concluirá el domingo la sobriedad estadounidense post 11 de setiembre?

Por Myriam Alvarez
Desde Los Angeles

Es estadística: muy pocos recuerdan los nombres de los ganadores de los premios Oscar del año anterior. Sin embargo, algunos de los vestidos y trajes que lucen las estrellas de Hollywood durante lo que, con el correr del tiempo, se convirtió en uno de los desfiles de moda más vistos del mundo, permanece en la memoria del público durante años. En los últimos años, los asistentes a la entrega de los premios en Los Angeles mostraron un mejor gusto a la hora de elegir las prendas que lucirán ante las cámaras... pero siempre existe la excepción a la regla. En la ceremonia de 2001, la cantante Björk, quien había debutado como actriz en Dancer in the dark y cuya canción había sido nominada, dio la nota al presentarse a la gala luciendo un tutú que se asemejaba a un cisne. Ganara o no (y no ganó), la islandesa se garantizó la atención de las cámaras.
Según la mayoría de los conductores de los programas televisivos dedicados a comentar lo que visten las estrellas que asisten a la entrega de premios, el público esta más interesado en lo que lucen las celebridades que en quien se lleva el premio a la mejor fotografía. Sin embargo, desde los atentados del pasado 11 de setiembre, el mundo del espectáculo trata de adoptar un tono más sobrio y menos sensacionalista. Numerosas figuras que asistieron a las últimas entregas de premios (los Emmy, los Globos de Oro, los Grammy) optaron por vestimentas más sencillas y menor cantidad de joyas. Pasadas esas fiestas, ahora queda por verse lo que se lucirá durante el mayor evento social de Hollywood, la noche de los Oscar.
De acuerdo con Mark Badgley, quien en el pasado vistió a Jennifer Lopez y Julie Christie y se ha encargado de asesorar a la nominada este año al Oscar a la mejor actriz, Halle Berry, las actrices invitadas mostraron el mismo interés que en ediciones anteriores. “La mayoría quiere impactar con un traje fabuloso y eso es lo que me piden”, comentó Badgley. Por su parte, Valerie Steele, historiadora y directora adjunta del Instituto de Moda de Nueva York, cree que la sobriedad en las celebridades puede durar sólo por un corto lapso. “Los Oscar serán entregados seis meses después de los atentados, y mucho ha ocurrido en la escena política desde entonces”, afirmó. “Uno no puede pretender estar de luto para siempre y vestir con la sobriedad que era necesaria en octubre pasado”, añadió.
Según Laetitia Baldrige, experta en protocolo y etiqueta y secretaria social de la ex primera dama estadounidense Jacqueline Kennedy, el público estaría sumamente desilusionado si las estrellas dejaran de lucir modelos de Versace o Chanel. “Lo mismo ocurría con Jacqueline Kennedy. El público estaba acostumbrado a verla siempre fabulosa y si ella lucía algo que no le quedaba bien, siempre nos hacían llegar sus comentarios. Se trata de cierta necesidad de escapismo”, afirmó Baldrige. Esta era la misma visión que tenía Hedda Hopper, la columnista de Hollywood que instó a las celebridades a romper con el código formal requerido por la Academia de Cinematografía hasta 1942, ante la Segunda Guerra Mundial. “La moral de nuestros hombres no se vendrá abajo por ver a las actrices lucir hermosas”, dijo la columnista. Sólo Ginger Rogers y Linda Darnell se unieron a la rebelión luciendo trajes de gala: el resto de los asistentes se limitó a vestidos más sencillos y poco glamorosos.
Desde siempre, las actrices aprovecharon la entrega de los Oscar para mostrar su esplendor y seguir mostrándose como posibles atractivos de taquilla. Sin embargo, fue a partir de 1953, con la primera transmisión de la ceremonia por TV, que el público comenzó a interesarse realmente por los modelos de las estrellas. A partir de entonces y durante los últimos cuarenta años, las celebridades lucieron modelos de acuerdo a su propia elección, sin tener en cuenta las críticas de los estilistas. Joanne Woodward recogió el Oscar por su rol en Las tres caras de Eva (1957) luciendo un vestido verde que ella misma había hecho, por menos de cien dólares. Barbra Streisand aceptó su Oscar por Funny girl (1968) luciendo un piyama, mientras que Jodie Foster prefirió lucir el vestido de tafeta azul que había comprado para su graduación cuando fue galardonada con un Oscar por su rol en Acusados (1988).
Los hombres, en general, son los más ignorados durante la noche de los Oscar, ya que su elección es casi siempre la misma: el smoking. Aunque ocasionalmente, alguno de ellos decide ser un poco mas creativo: en 1968, Sammy Davis Jr. se presentó en la entrega vistiendo una chaqueta de terciopelo, mientras que Daniel Day Lewis recibió su Oscar por Mi pie izquierdo, en 1989, luciendo un tapado eduardiano.

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Juliette Binoche y su estatuilla por "El paciente inglés", en 1997.
 
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