ESPECTáCULOS › HOY A LAS 22.30, LOS OSCAR VAN POR SU CEREMONIA NUMERO 76

¿Llega el señor de las estatuillas?

Este año, los dramas de “hondo contenido humano” quedaron relegados por dos respetables expresiones de la aventura en cine, lejos de los lugares comunes de Hollywood. El señor de los anillos: El retorno del rey es la gran favorita, pero no se debe descuidar a Capitán de mar y guerra.

 Por Martín Pérez

Con sólo un mes de separación entre las nominaciones y la noche de entrega de premios, y una diferencia de cinco segundos entre lo que suceda en el escenario y su emisión en directo a todo el mundo para no correr el riesgo de que aparezca algún emulo de Janet Jackson –o de Michael Moore–, cuando esta noche a las 22.30 comience la ceremonia de los Oscar habrá, más que nunca en los últimos años, una película para dominarlos a todos. Porque si fuera por lo que se puede leer en todos los anticipos escritos desde Los Angeles y publicados en la prensa anglosajona, los responsables de El señor de los anillos podrían ahorrarles la espera a todos y llevarse ya mismo el Oscar a su casa. Tal es el favoritismo del último capítulo de la saga dirigida por el neocelandés Peter Jackson que, según la prensa británica, la agencia de apuestas Ladbrokes cerró sus ventanillas con respecto al premio de la Academia de Hollywood cinco días antes de la ceremonia.
Con una recaudación que en todo el mundo alcanzó esta semana los mil millones de dólares –una cifra sólo superada por Titanic, otra gran favorita de los Oscar que barrió con todos los premios posibles cuando llegó el momento–, El retorno del rey es el nombre que no sorprenderá a nadie si se escucha al abrir el sobre que cierre las cuatro horas de una ceremonia conducida por Billy Crystal, que se calcula tendrá mil millones de espectadores en todo el mundo. Aunque, se sabe, Hollywood se inclina ante los ganadores, pero también ha construido su imperio a caballo de las sorpresas. Por lo que no hay que descartar antes de tiempo a ningún participante, al menos a la hora de anticipar lo que puede suceder durante una noche en que la aventura y los actores parecen haberles ganado, al menos a la hora de las nominaciones, a los dramas y las estrellas.
“Esta ha sido la más limpia y decente campaña previa a los Oscar de los últimos años”, escribió el viernes Sharon Waxman, la corresponsal desde Los Angeles del New York Times. “Y también la más aburrida”, agregó. Algo que se podía prever cuando, un mes atrás, la lista de nominados dejó fuera de competencia a peces grandes como Tom Cruise y su El último samurai; Nicole Kidman, Miramax y su Regreso a Cold Mountain e incluso al neocelandés Russell Crowe, un actor cuyo ascenso a la fama prácticamente fue transmitido en directo en sucesivas ceremonias de entrega del Oscar. Pero también parece haber ayudado en este bajo perfil la decisión de la Academia de reducir la espera entre nominaciones y entrega de estatuillas, para así resumir en un solo mes las hostilidades entre los candidatos. Algo que desde que Miramax comenzó a apostar fuerte en los premios se hizo cada vez más subido de tono, llegando a niveles de guerra declarada dos años atrás cuando todos cargaron contra el favoritismo de Una mente brillante, o el año pasado con el enfrentamiento televisivo entre Renee Zellwegger y Nicole Kidman, competidoras entre sí por la estatuilla de mejor actriz. Ya sea porque el estudio de Harvey Weinstein no compite por los premios mayores o porque la película favorita no ha despertado casi opiniones en contra, este año no sucedió nada remotamente parecido. “Años antes, siempre se iniciaron toda clase de pequeñas campañas, extraoficiales e incluso públicas, en contra de la película que se percibía como la favorita. Pero eso es algo que no sucedió este año. No digo que vivimos en el paraíso, pero estoy mucho más feliz”, declaró Bruce Davis, director ejecutivo de la Academia que entrega los Oscar, para el artículo de Waxman.
A pesar de que tal vez no sea tan claramente la mejor película de la trilogía, el contundente favoritismo por El retorno del rey –que ostenta once nominaciones– es, por un lado, una revancha ante el ninguneo que sufrieron por parte de la Academia las dos películas anteriores de la saga. Y si bien, a juzgar por el ostracismo previo, lo que parecen estar premiando ahora los 6 mil votantes del Oscar es más un contundente éxito comercial, si la estatuilla a la mejor película termina en manos de El señor de los anillos, el galardón será más que merecido, y un orgullo para un director y un grupo de colaboradores que hicieron honor tanto a la obra literaria adaptada como al medio en el cual trabajan. Un par de detalles por los que las megaproducciones de Hollywood no suelen distinguirse. Además del trabajo de Jackson, encaramada entre las nominadas a mejor película, aparece también Capitán de mar y guerra, otra superproducción que respeta a sus espectadores, dirigida con mucha sabiduría por el australiano Peter Weir, un director que conoce su oficio lo suficiente para correrse del medio a la hora de contar una buena historia. Allí donde a la industria siempre le gustó poner dramas de hondo contenido humano, dos de las cinco nominadas dignifican el concepto de la aventura. No es poco, teniendo en cuenta el signo de los tiempos. Más aún considerando que allí en lo más alto también aparece una película como Perdidos en Tokio, una pequeña maravilla intimista de Sofia Coppola. Después, sí, es el turno del mencionado “hondo contenido humano”. Tanto en la dureza de Río Místico, de Clint Eastwood –tal vez la única auténtica contendiente de El retorno del rey– como en el orgullo de nación y de clase de ese eterno aroma a ganador moral que exuda una película como Alma de héroes.
Como es costumbre, los directores de las películas nominadas como las mejores del año se repiten a la hora de elegir al mejor director. Y, como también es costumbre, hay un lugar reservado a una sorpresa. Que esta vez vuelve a ser latina: se trata de Fernando Meirelles, uno de los directores de la película brasileña Ciudad de Dios. A diferencia del miniescándalo–Almodóvar, ignorado por la industria de su país pero abrazado por Hollywood, la aparición del film de Meirelles –y Katia Lund, su codirectora ignorada a la hora de las nominaciones– con cuatro menciones tal vez obligue a revisar las eternas desprolijidades a las que parece condenado el Oscar a la mejor película extranjera. Propuesta por Brasil el año pasado, Ciudad de Dios fue ignorada por el comité de jubilados dedicado a designar a los nominados en ese apartado. Una vez estrenada en los Estados Unidos, sin embargo, ha sido la gran sorpresa de esta 76ª ceremonia de los premios.
Alguna vez Quentin Tarantino aseguró que el premio a la mejor película siempre fue para la platea y que el verdadero premio al mejor film del año hay que buscarlo entre los premios al mejor guión, original y adaptado. Mientras que en el rubro de mejor guión adaptado prácticamente se repite la disputa por la mejor película —El retorno del rey contra Río Místico, acompañados por Alma de héroes, Ciudad de Dios y la grata novedad de American Splendor–, el mejor guión original seguramente traerá otro nombre para sumar a la lista de consagrados. Allí aparecen nominados Denys Arcand por Las invasiones bárbaras (candidato también para mejor película extranjera), Steven Knight por Negocios entrañables y Jim Sheridan por Tierra de sueños. Pero éste es un rubro que permitirá confirmar qué tan seria es la inclusión del nombre de Sofia Coppola –nominada por su guión– entre los mejores, o si la taquilla vuelve a reinar en Hollywood y la estatuilla termina en manos de los guionistas de la excelente Buscando a Nemo. Que, a pesar de ser la favorita en el rubro de mejor película animada, no se puede descartar una sorpresa que venga del lado de Francia y la elogiada The Triplets of Belleville, que entusiasmó incluso a los especialistas en el rubro. A la que sí se puede descartar, como sucedió sorprendentemente desde que se instaló este galardón, es a la candidata de Disney –a pesar de lo que dicen todas las publicidades, hay que recordar que Nemo es en realidad una película de los estudios Pixar–, ya que su Tierra de Osos completa el rubro pero estuvo fuera de concurso desde el comienzo.
Además del premio al director y la mejor película, las estatuillas más importantes del Oscar son las de los rubros actorales, y es aquí donde las nominaciones de este año sorprenden también a los especialistas. Porque, en otra actitud que le da una pátina de dignidad a un premio con tantos detractores, la Academia parece haber elegido actores antes que estrellas. Pocas megaproducciones tienen un representante entre las estatuillas dedicadas a la actuación –la gran ausente es El retorno del rey, por ejemplo– y tampoco aparecen nombres rutilantes que encarnen por sí solos una película, como Tom Cruise, sin ir más lejos. Por el contrario, por lo general las nominaciones han ido detrás de actores muy bien acompañados en cada una de sus películas. Como sucede con Sean Penn en Río Místico –que también colocó a Tim Robbins y Marcia Gay Harden entre los actores de reparto–, por ejemplo. O Naomi Watts en 21 Gramos, que tiene nominado a Benicio del Toro también como actor de reparto. Los grandes adversarios de Penn, además de su enfrentamiento con la administración Bush, serían Bill Murray por su brillante papel en Perdidos en Tokio y todas las crónicas de los corresponsales en Los Angeles insisten en mencionar a Ben Kingsley, nominado por House of Sand and Fog. Mientras que la gran favorita entre las mujeres parece ser Charlize Theron por su sufrido retrato de una mujer decidida a vengar a toda costa sus afrentas en Monster. Aunque, tanto entre los actores como entre las actrices, aparecen sorpresivamente con posibilidades dos protagónicos más del lado de la comedia que del drama, otro detalle atípico de esta entrega de los Oscar: Johnny Depp por La maldición del Perla Negra y Diane Keaton por Alguien tiene que ceder.

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Viggo Mortensen, Rey Aragorn de un film que promete (más) ruido.
 
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