SOCIEDAD › LOS MISTERIOS DEL CASO MARELA

¿De quién es la culpa?

 Por Raúl Kollmann

Si se hubiera esclarecido el asesinato de Marela, el Nene Sánchez habría estado en la cárcel y obviamente no hubiera podido violar ni matar a Mónica Vega. Esta verdad elemental deriva en una pregunta inmediata: ¿quién tuvo la culpa por el fracaso en el esclarecimiento del caso Marela? ¿El fiscal que estaba a cargo? ¿Los policías bonaerenses y federales que investigaban? ¿Las debilidades del sistema judicial y policial bonaerense? ¿Nadie, porque se hizo lo que se pudo y el Nene Sánchez fue un psicópata hábil? Esta polémica fue abordada ante Página/12 por dos criminalistas del máximo nivel, además de voceros de la Policía Bonaerense, la Federal y los tribunales de Lomas de Zamora que trabajaron en el caso.
“La responsabilidad es del fiscal –sostiene uno de los oficiales de la Federal que estuvo en la investigación–. El es el jefe de la investigación. De entrada, había sospechas sobre el Nene Sánchez y le hicimos un largo interrogatorio. El tipo no nos gustó. Igual se lo dejó en libertad porque se mantuvo firme y no había otros elementos. Después, apareció su concubina, Antonella, y contó que Sánchez había violado a otra sobrina y, encima, existen serios indicios de otra violación, a una vecina de la cuadra a la que le robó. Es cierto que se lo volvió a someter a careos con los otros que estaban en los negocios turbios de los robos y la venta de cosas robadas: entre ellos un tal Walter, un tal Roberto y el propio padre de Marela. En esos careos parece que se mantuvo.”
–Si ustedes estaban tan convencidos, ¿por qué no pidieron el allanamiento de la casa? –le preguntó Página/12 al hombre de la Federal.
–Mire, a veces las cosas están cantadas y si los policías no piden el allanamiento, el fiscal igual tiene facultades para pedirle al juez la orden de allanamiento. El es el responsable de la investigación.
“Nadie tiene la culpa –dicen en la Bonaerense–. La pista de los Sánchez se investigó hasta el cansancio. No sólo estuvo detenido, sino que entramos en la casa, porque ellos mismos nos dejaron entrar. Los perros que llevamos sólo se detuvieron ante un colchón, pero eso era lógico porque Marela solía ir a esa casa. Fuera de eso, los perros no se quedaron en ningún otro lugar ni percibieron el pozo en el que estaba la chica. ¿Por qué esto no se puso en el expediente? Bueno, tal vez fue un error, pero era parte de una recorrida que hicimos con perros en toda la zona. La concubina de Sánchez, que es familiar de la madre de Marela, se peleó con el Nene en la época del asesinato, pero enseguida volvió a vivir en esa casa y no percibió nada. Los interrogatorios al Nene fueron profundos, lo mismo a su hermano y a la esposa de éste. Es falso que nuestros hombres hayan tapado el crimen porque había negocios con esos piratas del asfalto. Nunca se tapa semejante delito por un negocito de cuarta con un tipo totalmente consumido por las drogas. Más todavía si, como en este caso, estaba la opinión pública y los gobiernos encima desde el primer día. En las investigaciones a veces se gana y a veces se pierde. Esta vez perdimos.”
En los tribunales de Lomas de Zamora defienden al fiscal. “Desde el primer día le dio intervención a la Policía Bonaerense, a la Federal e incluso participó de las reuniones un hombre enviado por el ministro de Justicia, Avelino Tamargo. Lo que se investigaba era esencialmente un secuestro, porque los padres de Marela decían que a la nena la habían secuestrado para sacarles los 120.000 pesos que cobró la madre de una indemnización. Es más, teníamos testimonios de gente que decían que vieron cuando la subieron a una Trafic blanca. A esto hay que agregar que hubo una llamada pidiendo rescate y no al teléfono que se hizo público, sino al de una vecina. La pista de los Sánchez se siguió a fondo, como todas las demás, y nadie me pidió en todo el expediente que se allanara la casa. Ahora nos damos cuenta por qué la Policía Bonaerense no pidió ese allanamiento: ellos habían entrado por la fuerza y entraron con perros. Además, por lo que declararon el asesino y su hermano, los policías entraron tres veces en los días siguientes a la desaparición de Marela ylos ingresos fueron con mucha violencia, a los golpes. ¿Por qué no encontraron el cuerpo? O bien los policías fueron ineficaces o el cuerpo no estaba ahí; es muy posible que Sánchez lo haya escondido en una vieja estación de servicio. Lo único que podemos decir es que el fiscal trabajó muchísimo, desde el primer día, nunca abandonó la búsqueda y no se podía mantener a Sánchez detenido sólo porque tenía el antecedente de una violación. Ningún juez hubiera convalidado eso.”
El criminalista Raúl Torre, uno de los de mayor reputación en el país, sostiene que “lamentablemente hubo una serie de desaciertos, no intencionales, y mucha mala suerte. Primero, que los perros no hayan encontrado el cuerpo es una circunstancia fortuita, yo estoy convencido de que el cadáver no salió de esa casa. Tal vez Sánchez lo envolvió para sacarlo de ahí, pero no creo que haya podido. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que Sánchez es lo que llamamos un canero viejo, o sea un tipo que estuvo mucho en la cárcel, que seguro la pasó muy, muy mal, y eso lo hace fuerte y hábil para resistir cualquier interrogatorio. Más allá de lo que ahora dicen los padres, la investigación sobre Sánchez se hizo y hasta hubo un allanamiento clandestino que yo considero fue una torpeza: cualquier prueba que hubieran encontrado, la habría derrumbado un defensor en el juicio oral. Por último, considero que aunque el fiscal es el director de la investigación, los policías suelen tener mucha experiencia y son los que tienen que decirle: ‘Ese Sánchez es la pista que nos gusta de alma. Hay que allanar como sea’. No sé si eso ocurrió o no, pero hoy sabemos que igual se metieron en la casa esa y no encontraron el cuerpo”.
“Acá falló el sistema –analiza otro criminalista renombrado, el comandante retirado de la Gendarmería Osvaldo Laborda–. Hoy la responsabilidad pasa por el fiscal, pero en un solo turno acumula mil causas. No puede estar en todo. Entonces, vivimos el peor de los mundos. La policía actúa, pero ya no tiene la responsabilidad en lo que hace e incluso le pasa por arriba al fiscal, como hizo con el allanamiento que ni se lo notificó al fiscal. Eso hace que nos preguntemos, por ejemplo, ¿quién hizo el allanamiento?, ¿quién dio la orden?, ¿cómo es que no encontraron nada? La policía tiene que tener otra vez responsabilidad en las investigaciones y, por supuesto, los abusos deben ser controlados y sancionados. De todas maneras, la clave está en que tiene que crearse, de una vez por todas, una policía judicial, especializada, que sea verdadero auxiliar de la Justicia. El caso no era tan complicado porque había datos, pero lo podía resolver un detective con tiempo y no un fiscal que maneja cinco mil causas ni una policía que no tiene responsabilidad en las investigaciones y cuenta con apenas unos cientos de efectivos en una zona más que conflictiva.”

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