ESPECTáCULOS › "CRECERE AMANDOTE", DE G. ROCCA

Nostalgia a la napolitana

Por M. P.

Una madre embarazada que se llena de luz, anguilas en un balde con agua esperando ser preparadas para la cena y un espejo en donde vive el diablo, siempre según una de sus abuelas beatas. El mundo cotidiano del pequeño protagonista de Creceré amándote está lleno de imágenes poderosas, sean éstas imaginadas o reales. Atrapado entre las sombras y los miedos de su enseñanza religiosa y el orden de un hogar sin padre pero con una madre que ocupa todos los espacios, su única vía de escape es la relación que comienza a cimentar con Rafilina, la joven empleada de su casa, la única que no lo trata como a un niño.
Opera prima del director napolitano Guiseppe Rocca, Creceré amándote es una clásica historia de iniciación, que formó parte del Panorama del Cine Napolitano exhibido dos años atrás dentro del Festival de Cine porteño. Con una pasión por el detalle que se lleva a cabo en desmedro de la narración, la película de Rocca recorre todos los tópicos clásicos de la cinefilia nostálgica de Amarcord en adelante, incluyendo una visita al cine del pueblo.
Recurriendo con demasiada asiduidad a las imágenes creadas por la imaginación de su protagonista, lo mejor de la película es la relación creada entre el niño y Rafilina, que lo hace cómplice de su amor prohibido por Carmine. “Cuando lo besas, ¿le muerdes la lengua?”, le pregunta el niño, que cuando mira a Carmine abrir la boca para besar a Rafilina imagina que su lengua es tan larga como las anguilas que se guardan para la cena. Lo que en un principio fue simpático fresco de época deviene en indulgente tragedia anunciada, mientras que la historia del niño que observa por última vez al mundo –y a Rafilina– con ojos de niño pareciera realmente quedarse sin contar.

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