ESPECTáCULOS › GUINZBURG, MORGADO Y LA FILARMONICA, PARA CHICOS Y EN EL COLON

Las notas rebeldes suben a escena

Mañana a la mañana se estrena un espectáculo infantil con varias características atípicas. Sus protagonistas y el lugar, desde ya. Pero, también, el hecho de que allí sólo se escucha música clásica.

 Por Diego Fischerman

Las notas no se notan. Pero se rebelan. Y dos personas tratan de resolver la situación. Uno, Jorge Guinzburg, representa a alguien que siempre quiso ser director de orquesta y que, claro, no lo logrará. El otro, Claudio Morgado, quiso dirigir orquestas en la vida real –de hecho, hizo parte de la carrera de dirección– y esta vez sí lo consigue. Junto a ellos, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y una troupe de artistas de circo es protagonista de un espectáculo infantil que se estrena mañana a las 11, en el Teatro Colón, y que se titula, precisamente, Las notas no se notan.
El objetivo declarado es acercar a las nuevas generaciones al género sinfónico. El repertorio incluye, entre otras obras y fragmentos, la Danza eslava Nº 8 de Dvorak, La Gran Puerta de Kiev de Mu- ssorgsky, Danza húngara Nº 5 de Brahms, la Obertura de Guillermo Tell de Rossini, suite de El Cascanueces de Tchaikovsky, Una noche en el Monte Calvo de Mussorgsky, Marcha Radetzky de Johann Strauss (p), Pequeña serenata nocturna de Mozart, Serenata para vientos de Dvorak, La gruta del Rey de la Montaña de la Suite Peer Gynt de Grieg, Obertura 1812 de Tchaikovsky y la Sinfonía Nº 6, “Pastoral” de Beethoven. El libro original es de Jorge Guinzburg y Miguel Gruskoin. La dirección de escena corresponde a Matías Cambiasso. La producción técnica es de Jorge Pelosi y la producción general es de Andrea Merenzon. Y, por algún motivo, Guinzburg empieza contando a Página/12, en uno de los camarines del Colón, cómo Spielberg le aconsejó a Zemeckis que cambiara su actor principal para Volver al futuro. Lo que sigue, como casi no podría ser de otra manera, es una serie de disparates, a dúo entre él y Morgado, a partir de la coincidencia entre alguien que anunció que iba al baño y el ensayo de una operística voz que se escucha desde otro camarín. “Qué bien que canta mientras está en el baño”, dice. “Es que sólo canta cuando va al baño”, replica Morgado. “Por eso perdió su carrera, porque él escribió una ópera que se llamaba El mingitorio...”, sigue Guinzburg y Morgado completa: “... y era condicionada”.
En algún momento, el tema vuelve –o llega por primera vez– al espectáculo y Guinzburg cuenta: “Me llamaron y me preguntaron si me interesaba. Y me entusiasmó hacer algo para pibes. Allí apareció el nombre de Gruskoin como el de alguien capaz de tomar el timón y la incorporación de Morgado fue inmediata”.
–Cuando se habla de interesar a los chicos en la música clásica se está partiendo de la base de su desinterés o, por lo menos, de la dificultad para hacer que esa música los seduzca de alguna manera.
Jorge Guinzburg: –Creo que la cuestión pasa por el bombardeo de la televisión y por el lugar común acerca de qué es lo que gusta en televisión. Si hubiera una oferta distinta, con un abanico mayor de posibilidades, si no hubiera en los medios una sola clase de música, sería posible que los chicos no ignoraran la existencia de otras. Y se facilitaría, también, su aceptación. Cuando se ignora algo, se lo rechaza.
Claudio Morgado: –Es que hay una enorme inversión para desinteresar a los chicos en la música.
–Sin embargo, esa especie de dinámica obligatoria de los programas para chicos, alguna vez fue transgredida con gran éxito, por ejemplo por Cablín.
C. M.: –No pasa sólo en la televisión para chicos. Los simuladores es una prueba posible de que buenos guiones, bien realizados y bien actuados, pueden tener éxito. Y nadie suponía, a priori, que pudiera llegar a ser un programa de 35 puntos de rating. Un proyecto como Cablín posiblemente tendría un lugar en la televisión actual y le iría mucho mejor que lo que algunos pueden pensar.
J. G.: –Lo único que me pregunto con algún reparo tiene que ver con el tiempo de atención de los chicos, que es menor que el de los adultos. Algunas composiciones musicales tal vez excedan el foco de atención de un chico. Por eso es que resulta tan adecuada la selección en este espectáculo. A lo mejor la música, hoy, es distinta. Tal vez, la escucha necesita más estímulos, más multimedia. El cine norteamericano hace que el francés parezca lento. Pero no es lento. Lo que pasa es que, en este caso, tenemos que reconocer esa dificultad, ese acostumbramiento al aluvión de estímulos, y trabajar sobre esa base.

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Morgado y Guinzburg protagonizan Las notas no se notan.
 
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