ESPECTáCULOS › EL ADIOS A NESTOR IBARRA, UN PERIODISTA QUERIDO Y ADMIRADO

“Soy objetivo, no imparcial”

Padecía un cáncer de páncreas, pero su muerte tomó por sorpresa a sus oyentes y amigos. Semblanza de un periodista que se dirigió a un público masivo con estilo propio.

 Por Emanuel Respighi

Quienes lo trataron de cerca, en su intimidad, se refieren a él como un “tipo familiero”. Quienes lo conocieron a través de su vasta trayectoria en los medios de comunicación no pueden desconocer su honestidad e inteligencia a la hora de analizar la información. Respetuoso en el trato personal como profesional, siempre medido en sus opiniones, Néstor Ibarra hizo de su carrera periodística un culto a la objetividad y al equilibrio. A lo largo de su extensa labor en radio, TV o en la prensa gráfica, Ibarra hizo de la discrepancia un estilo periodístico refinado, singular. Los espacios que encabezó en sus más de cuarenta años de trayectoria se caracterizaron por analizar los problemas a través de un método tan básico y necesario como inusual en el último tiempo: la pluralidad de voces. En Hoy por hoy, el programa que condujo en los últimos doce años, en las mañanas de Radio Mitre, tenían el mismo espacio todas las voces, por más que algunas posiciones le provocaran alguna que otra urticaria. “Siempre objetivo, nunca imparcial”, se autodefinió, no sin certeza, en alguna entrevista tiempo atrás. Ayer, a los 66 años, Ibarra murió en el Instituto Argentino del Diagnóstico, producto del empeoramiento de su estado de salud, provocado por el cáncer de páncreas que le impidió terminar el año como hubiera querido: frente al micrófono, hablándoles a sus oyentes.
Los restos mortales del veterano periodista y conductor no serán velados. Según informaron sus familiares, el cuerpo de Ibarra será inhumado hoy, a las 10, en el cementerio privado Jardín de Paz. También, por pedido del mismo Ibarra, sus familiares solicitaron que no se envíen ofrendas florales, sino que ese dinero se destinara a la fundación María Virgen Madre, de la que el periodista era padrino. Una actitud que concuerda con la imagen y la personalidad de Ibarra, más allá del respeto que se ganó a lo largo de su carrera profesional. “Tanto en la vida como en mi profesión siempre me preocupé por portarme bien”, dijo alguna vez.
Autodefiniéndose como “un representante de la clase media que fue a la escuela pública y a la universidad del Estado”, las primeras armas de Ibarra en el periodismo las realizó como periodista deportivo. Colaborador de deportes del diario El Mundo, a comienzos de la década del ’60, decide incursionar con un amigo en la radio, transmitiendo los partidos de fútbol por Radio Antártida. Su paso por la radio llamó la atención de las figuras máximas del relato deportivo. El primero en echarle el ojo fue José María Muñoz, quien se lo llevó para Radio Rivadavia en 1969, en La oral deportiva, donde estuvo hasta el ’74. Luego de trabajar junto a María Esther de Miguel, Carlos Juvenal, Mariano Grondona, Canela, Pepe Peña y Alejandro Dolina, en el ’79 surge en Radio Mitre Sport 80, el ciclo que redefiniría la manera de hacer programas deportivos en radio. Al programa, que realizaba junto a Diego Bonadeo y Roberto Eguía, se le sumará más tarde Víctor Hugo Morales (más los aportes de Adrián Paenza, Marcelo Araujo y Fernando Niembro), convirtiéndose en un clásico de la radiofonía de la primera mitad de la década del ’80. En radio, también trabajó con Juan Carlos Mareco, Cacho Fontana y Antonio Carrizo, pasando por los estudio de Radio Belgrano, El Mundo y Porteña (que después fue Continental), entre otras tantas emisoras. No en vano declaró que “la radio es el medio en el que me siento más cómodo y me desempeño con mayor naturalidad”.
Siempre dispuesto a tratar de satisfacer sus inquietudes, Ibarra decidió mutar del periodismo deportivo al de interés general, atraído por los temas sociales y políticos de la Argentina democrática. “En el fútbol –explicó– encontré un espejo de la realidad. Me di cuenta de que lo que era una cosa muy circunscripta a la pelotita tenía otras implicancias en lo social y político. Los pueblos viven como juegan a la pelota y viceversa.” Así, mientras intervenía en Polémica en el fútbol, fue columnista del programa radial Cordialmente, entre 1984 y 1988, y hasta 1992 estuvo al frente de Magazine de la mañana, aunque encontró su lugar, siempre por Mitre, con Hoy por hoy, comenzado en 1993. Por ese ciclo obtuvo tres veces el Martín Fierro, otorgado por la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentina (Aptra) al mejor programa de interés general, así como otras tantas distinciones.
En televisión, en tanto, Ibarra condujo entre 1983 y 1989 Con ustedes, por los viejos canales 13 y 11, que también le valió dos Martín Fierro como mejor programa de interés general. En 1990, el periodista fue columnista de Telenoche, para pasar a conducir luego el programa veraniego Cuando calienta el sol, por Telefé. A fines de los ’90, Ibarra volvió al informativo, aunque esta vez colocándose al frente del noticiero central de América TV durante cuatro años, en una recordada pareja junto a Mónica Gutiérrez. En plena crisis social, económica y política, hacia 2002, Ibarra decidió crear su propia productora (Imagen Real SA) para conducir en el 13 Recursos humanos, un ciclo solidario que le conseguía trabajo a la gente. Una labor que, si bien no tuvo una gran audiencia, le sirvió a Ibarra para ayudar de algún modo a la enorme cantidad de desocupados que por esa época alcanzaba cifras record para el país. Recursos humanos marcó su última aparición en la pantalla chica.
Amante de la lectura (las biografías y la historia argentina estaban entre sus géneros predilectos) y los animales (llegó a tener dos lechuzas en su quinta en Moreno), Ibarra amaba estar con sus afectos más cercanos. No dejaba tiempo libre sin estar con su esposa, sus dos hijos y sus dos nietos. Periodista por elección y compromiso, Ibarra siempre resaltó que la tarea periodística era “un disfrute”, aun cuando entendía que –en su lógica– se trataba de un trabajo alienante. “La tarea periodística siempre continúa. Uno no se puede sacar la piel de periodista ni siquiera cuando se va de vacaciones.” Como hace poco menos de un mes pasó con la muerte de Adolfo Castelo, Mitre pierde a una de sus máximas figuras, una voz inconfundible que habitó la emisora en los últimos 25 años. Y la radiofonía argentina, a uno de los periodistas y conductores que mejor entendió de qué se habla cuando se habla de radio.

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