ESPECTáCULOS › EL PERFIL DEL AMA DE CASA DEL SIGLO XXI, SEGUN MARIANA FABBIANI

Llegó la nieta torpe de Doña Petrona

“Mariana de casa” se apoya en los mohínes de su conductora y el estilo de un chef moderno en la formulación una nueva definición del programa para mujeres, en el que la torpeza se convierte en virtud. No siempre lo logra.

 Por Julián Gorodischer

La “nena” se ríe todo el tiempo, con una amplia sonrisa que le deja ver todos, absolutamente todos, los dientes blanquísimos. Su carcajada no es silenciosa; la acompaña un sonido muy agudo, que dejó sonar en la conducción de “PNP” (junto a Raúl Portal) y, ahora, es u fuerte en el marco de “Mariana de casa” (lunes a viernes a las 12, por Canal 13). La nena, Mariana Fabbiani, se siente orgullosa de no saber hacer nada. De sus torpezas hace mérito y de la ineficacia un triunfo, que, incluso, pretende bautizar con su propio nombre. Una “Mariana de casa”, según repite varias veces en su particular jerga, será de aquí en más la mujer inútil y simpática. Si no te destacas por tus virtudes..., dirá el novedoso refrán.
La nena desprecia los programas femeninos tradicionales, esos utilísimos compactos de cocina, limpieza y cuidado de los niños que saturaron las tardes de otros tiempos. Eso es historia antigua. Ahora, como corresponde a la vida moderna, la inútil para todo acompaña al cocinero del staff (Martiniano Molina) y mira orgullosa cómo sale un masacote sin forma del horno, algo que debió haber sido un plato de ñoquis y es, sin duda, otra cosa innombrable. El estruendo de las risas no tarda: “¡Martiniano...!”, grita una Mariana de casa satisfecha de estar a tono con el manual de estilo que el clan Portal prefiguró para el ciclo: bien decontracté, más gracioso que práctico, menos servicial que pasatista.
A pesar de su vocación revisionista (sobre esos mandatos heredados), “la nena” nunca se sale del molde de los clásicos del género. A saber: ella también tiene en su programa la sección “Para ti”, para revisar anécdotas y chismes de ¡la realeza! europea o la farándula venida a menos de estas tierras, sólo que, de vez en cuando, corta el relato de una especialista con un chiste. “Zorreguieta, a ver, pronunciemos Zorreguieta...”, pide de pronto, en medio de un relato sobre la boda holandesa más famosa, y hace gestos y mohínes muy llamativos (la especialidad de la casa) que siempre tienen a sus labios como centro de interés. Bajan, se separan, se abren, se extienden más allá de lo imitable, y Mariana (la de los “besitos mariposa”, un clásico de “PNP”) se luce en lo que mejor le sale: las contorsiones de la boca, solos a cámara en los cuales demuestra cómo y por qué acreditó su título de la mandíbula más famosa de la tele.
“La nena” es pícara y juega con el doble sentido cuando Martiniano dice: “Hay que frotar las puntitas del pepino”. Las “Marianas de casa”, según parece, se atreven a las bromas de vestuario, y son siempre conscientes de su enorme transgresión. Entonces, la conductora mira fuera de campo y se reconoce como una especie atípica: “Esto ya parece ‘Petardos’”, dice, y se escuchan risas. Poco después, como para no enojar a nadie, y cuidar ese “buen rating” (un promedio de 4 puntos), halaga al ama de casa en el teléfono. El par de opuestos nunca se olvida, y, si la Mariana merece complicidad, el ama se gana la admiración. “¡Cómo te envidio!”, insiste “la nena” a la que plancha o cocina bien, y todas contentas. Será aprendiz o rebelde según el destinatario, y nunca se decidirá por completo entre la comedia del hacerlo mal o el manual de instrucciones para novatas.
“La nena” tiene un hombre al lado que le está “soplando” al oído lo que tiene que hacer o le avisa que lo está haciendo mal. “Gastón” es nombrado muchas veces como “el gran solucionador” o “el déspota”, según el caso. De pronto, ella se enoja: “Vení, hacelo vos”, dice, y él le indica cómo tirar los “dadongas” (en un juego telefónico) para que se batan correctamente y no queden inmóviles en el tablero giratorio. Gastón es su novio, el productor del ciclo. Gastón es Gastón Portal, el hijo de Raúl.
“La nena” se adapta como ninguna a las consignas del clan Portal, definidos por el pater Raúl como “últimos machistas” en un mundo de dominados. Pero suma un ingrediente indispensable en tiempos de corrección política: presentarse a sí misma como todo lo contrario. Si conduce un programa femenino, se dirá la “anti ama de casa”. Si presenta una nota deservicios, se mostrará torpe e ineficaz. Si acepta un consejo u orden de su marido, responderá que sola puede hacerlo bien o mejor.
A veces, sin embargo, se le filtran otras voces, un poco viejas, de ésas que una Mariana de casa disimularía. “Gastón lo explicó mejor”, reta a la nena una televidente en el teléfono, y Mariana no se ofende. Admite, con resignación, como si de pronto se terminara la ilusión de independencia y mujer de estos nuevos tiempos: “El te lo hace entender, aunque sea a la fuerza”.

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Fabbiani se enorgullece
de su inutilidad en las
tareas del hogar.
Martiniano Molina,
el coequiper, se ríe de
sus fracasos en la cocina.
 
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