ESPECTáCULOS › “THE RISING”, EL NUEVO DISCO DE BRUCE SPRINGSTEEN AND THE E STREET BAND

Emociones mezcladas, luego del horror

Este martes aparecerá en todo el mundo el nuevo material de uno de los más grandes iconos rockeros de los EE.UU. A la par del impulso que recibe su candidatura a senador, Springsteen elige historias y personajes cotidianos para reflejar el estado de ánimo de la gente de su país después del 11 de setiembre.

 Por Esteban Pintos

Bruce Springsteen no es un músico popular en Argentina, nunca lo fue, ni lo será posiblemente. Al menos en términos de presencia en los medios dedicados al “rock” –hits, videos, rankings– ni en las cifras de venta de sus discos. Excepción hecha del impacto mundial hace ya 18 años de Born in the USA, cuya onda expansiva llegó al país y se consolidó con aquellos dos impactantes cierres de los shows, en Mendoza y Buenos Aires, de la gira ¡Derechos Humanos Ya! organizada por Amnesty International en 1988.
En su país, el más poderoso del planeta, The Boss (El Jefe) es una estrella de rock y un artista clásico, pero más que eso una referencia cultural y política de su tiempo, un músico capaz de sintonizar con los estados de ánimo colectivos y desde ahí reflejar en sus canciones el latido de una nación. Será por eso que un grupo de ciudadanos de su estado natal, Nueva Jersey, impulsan su candidatura para senador en las próximas elecciones legislativas justificándolo en que “a través de su música, su filantropía y compromiso social, Bruce Springsteen se ha mostrado identificado con Nueva Jersey y con el concepto de servicio público”. La declaración aparece en la página de Internet www.drafttheboss2002.com, centro de recolección de adhesiones para la más importante candidatura política a la que haya aspirado un músico de rock and roll, justamente en la tierra natal del rock and roll.
Tal vez precisamente por eso es que el fenómeno de identificación Bruce-EE.UU. (mucho más allá de una canción y un disco, para nada patrioteros debe aclararse) se vea lejano y algo extraño desde el sur del mundo. Tanto como se pueden percibir los vaivenes emocionales del pueblo de los Estados Unidos desde el 11 de setiembre de 2001 en adelante. El nuevo disco de Bruce Springsteen titulado The Rising, el primero que graba con su mítica E Street Band desde el supermillonario Born in the USA en 1984 y cuya edición mundial (Argentina incluida) está prevista para este martes, se nutre de historias y personajes inevitablemente tocados por los sucesos de aquel día. Aunque casi nunca en referencia directa: desde siempre, las criaturas de Springsteen tratan con la realidad aunque no son carne de explícita crítica social ni declaración política. Junto a la tragedia y sus efectos, éste es un disco de amor. “No quise escribir un disco sobre el 11 de setiembre. No quise escribir literalmente sobre lo que pasó sino sobre las emociones que flotaban en el aire. En sentido puro, es sobre eso que las canciones hablan”, declaró a propósito.
Desde Greetings from Asbury Park, su primer disco grabado en 1972, los personajes de las canciones del Jefe sufren, sueñan, se enamoran, se desilusionan, escapan, mueren, nacen. Viven en un país cuyos conceptos de grandeza y pertenencia (que casi siempre pesan en América latina, y no de modo positivo precisamente) están indiscutiblemente unidos con una idea superior. En The Rising, esa clase de héroes anónimos cuentan –a veces en primera persona, otras a través de una mirada exterior– qué cosan pasaron por su cabeza y su corazón en el momento de conmoción que siguió a los atentados. El clima sombrío de “Nothing man” y “Empty sky” parece confirmarlo aunque siempre esa conmoción excede, por cierto, a la cobertura mediática. “Me pasé la mayor parte de aquel día enfrente del televisor como todo el mundo, viendo esas imágenes de las torres colapsando una y otra vez. Pero todo eso no terminó de conmoverme hasta que viajé al otro lado del puente y no había torres donde antes solían estar. El mundo real, creo, siempre es más dramático que algo que aparece en televisión”, declaró recientemente al diario Los Angeles Times.
Paralelamente ésta es una grabación que recupera un concepto de sonido único, el mismo que ubicó a Springsteen y la E Street Band en el santuario de los clásicos del rock americano. El productor del disco, Brendan O’Brien, clave en la conformación del carnet de identidad sonoro de Pearl Jam, potenció las posibilidades de un equipo de músicos veteranos y efectivos, cuyo espíritu grupal se hizo una leyenda en base a recitales maratónicos (cuatro horas o más), ensamble instrumental y conexión emocional. Justamente, aquello que impactó a porteños, mendocinos y otros miles de argentinos y chilenos que los vieron en 1988. Los miembros de la E Street Band (el pianista Roy Bittan, el baterista Max Weimberg, el saxofonista Clarence Clemons, los guitarristas Nils Lofgren y Steven Van Zandt, el bajista Garry Tallenta, la corista y guitarrista Patti Scialfa) han tenido sus extensas carreras en solitario y su figuración extramusical también, pero siempre serán –antes que nada– parte de un grupo. El grupo del Jefe, nada menos. Así es que O’Brien logró, en este disco, traducir ese espíritu en rock sencillo y sincero, donde la marcha de Weimberg (un baterista a la antigua) enlaza con los colchones de teclados de Bittan y desde allí brindan el soporte para las guitarras de Lofgren y Van Zandt (este último más famoso en la actualidad por su papel en la serie de televisión “Los Soprano”). En canciones como “Let’s be friends (skin to skin)” y “World apart”, con agregado de coros, vientos e incluso una participación de músicos paquistaníes, la banda echa a volar aún más. Por encima se impone la voz única de Springsteen, recuperando el pulso rockero que parecía perdido, o más bien oculto en la introspección propia de discos como el acústico Nebraska o el high-tech de Tunnel of love.
Hay varios motivos de celebración para quienes siguen sus discos con devota consecuencia. Cada una de las quince canciones que componen el disco tiene un atractivo y, a su manera, imponen una idea superior que casi define la esencia misma del espíritu-Springsteen: el poder sanador del rock and roll, con marcha o sin ella. Las canciones pueden sonar sombrías y hasta desesperanzadas, pero sin descartar el motivo de celebración o al menos, el de la esperanza. “Mary’s Place”, “Waitin’ on a Sunny Day” y el single “The Rising” exaltan ese estado de ánimo, tanto como la únicamente acústica “Paradise” y “You’re missing” recuperan el sentimiento que hizo de Nebraska uno de los discos claves de su carrera. Aunque despojadas, dos de las mejores canciones del nuevo disco de Bruce Springsteen hablan de la pérdida, del sentimiento de abandono que impone la ausencia de un ser querido. Desde esa perspectiva, tanto como All that you can’t leave behind de U2 –un disco escrito antes del 11/9, pero inevitablemente conectado el suceso–, The Rising permite otro acercamiento a un día de quiebre histórico, mucho más impactante que una placa televisiva de “Ultimo momento”.

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