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Exactamente 24 horas después de su caótica salida de la plaza Próspero Molina, Charly García brindó un show extenso y redondo... pero a 25 kilómetros de Cosquín y para apenas 400 personas. Encadenando uno tras otro varios de sus más grandes clásicos (Cerca de la revolución, Fanky, Tu vicio, Promesas sobre el bidet, Desarma y sangra, Influencia) y canciones de reciente publicación (Rock and roll yo, Asesíname), el rocker se plantó en el pequeño y más bien improvisado escenario de la discoteca Keops de Villa Carlos Paz, y allí se dio el gusto de tocar todo lo que (debe suponerse) hubiera querido tocar en Cosquín. El final de su actuación, rodeado de cinco chicas participantes de uno de esos concursos denominados Bikini open, decoró la escena. “El año que viene vuelvo y hacemos Keops Rock... Ningún Cosquín Rock”, disparó cerca de las seis y media de la mañana, cuando amanecía sobre el principal punto turístico de Córdoba. “¿Qué rock nacional? El rock nació mal.” Como en la agitada madrugada del domingo, volvió sobre una de sus frases favoritas. En verdad, cada una de estas indirectas (que no lo son tanto) deben leerse como sus únicas opiniones una vez producidos los incidentes que, con más o menos precisión y rigurosidad, reflejaron los diarios de distribución nacional y las señales de noticias en el cable. En promedio, la mirada mediática hizo foco en la idea de “otra vez Charly García”, cuando esta vez –al menos esta vez– el controvertido músico-personaje-ídolo apenas tuvo una porción de culpa (si es que cabe esa palabra). “Charly hizo todo lo que pudo por bancar la situación y defender el evento, pero todo se fue de las manos y no pudo seguirlo. Si era por él, seguía”, le dijo su manager Santiago Zambonini al matutino cordobés La Voz del Interior en su edición de ayer. Durante todo el domingo, en Cosquín, se habló de la intención y voluntad de García por volver para concretar su show-interruptus. La idea fue desechada, en parte por impracticable en los hechos (había otra programación pautada) y también porque la relación entre el artista y la empresa productora del festival quedó seriamente dañada.