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Jorge B. Rivera: medios en la historia

Mirta Varela recuerda a Jorge Rivera, escritor, docente e investigador, presenta un perfil de su obra e informa sobre un sitio que recoge muchos de sus trabajos.

 Por Mirta Varela *

En una entrevista, Jorge Luis Borges recita unos versos en un dialecto de inglés antiguo y lanza el desafío: “¿Qué es eso?”.

El entrevistador arriesga:

–Pienso que puede ser un texto bíblico... Pero hay un par de palabras que me inclinan a pensar que es el Padrenuestro.

–Es el Padrenuestro, exactamente –le dice Borges–. Usted es la primera persona en el mundo que acierta.

El diálogo parece tomado de un policial, género que fascinaba a entrevistador y entrevistado, pero puede oírse en “Borges oral”, un cassette editado en 1981. La erudición de Borges es proverbial pero la de Rivera, su entrevistador, no fue menor. Nadie que lo haya tratado se sorprenderá con esta anécdota, que lo transforma en la primera persona “en el mundo” en adivinar la respuesta a un acertijo borgeano.

Jorge B. Rivera (1935-2004) fue un ensayista prolífico sobre temas tan variados como medios, gauchesca, folletín, historieta, arte madí o cultura popular y sobre autores como Arlt o el mismo Borges. Bajo una mirada superficial esta enumeración resulta dispersa pero responde, en verdad, a un proyecto intelectual de gran coherencia. A través de itinerarios minuciosos, Rivera sostuvo una hipótesis sobre la fundación y la modernización de la cultura argentina. Se trata de cuestiones de base para los debates actuales sobre medios y políticas culturales. Sin embargo, sus libros apenas fueron reeditados y sus aportes al campo de la sociología de la cultura y la literatura, la comunicación y la historia de los medios no ocupan el lugar merecido. Si bien goza de un respeto bien ganado entre investigadores, fue relegado al lugar de especialista (lo opuesto a erudito e intelectual) en literaturas marginales, medios y cultura popular, como si esas elecciones no hubieran sido una apuesta a los grandes temas de la cultura argentina.

Desde la Cátedra de Historia de los medios (UBA) –cuya titularidad Rivera ocupó desde su inicio, en 1989, hasta su muerte– emprendimos la tarea de poner en circulación una parte de su obra que resultaba inaccesible. También de reflexionar sobre la relevancia de sus aportes para los debates político-culturales actuales. Rivera delineó un mapa de objetos para pensar las condiciones materiales de la cultura y la identificación (o enfrentamiento) del escritor con el pueblo y la nación. En el linaje gramsciano del folletín, el policial y la aventura, introdujo la historieta para reflexionar sobre las delicadas relaciones entre vanguardia y lectores populares. Muchos temas sobre los que escribió ensayos pioneros se volvieron moneda corriente desde la década del ochenta, con el auge de los estudios culturales. Podrían mencionarse otros motivos, pero me atrevo a sospechar que uno en particular arrojó su obra fuera del mainstream.

Rivera entendió la década del cuarenta como el momento culminante para pensar la relación entre industria cultural y sectores populares en Argentina. Subrayó el incremento de los índices de producción de diarios, revistas, filmes y de asistencia a espectáculos cinematográficos, teatrales y deportivos durante ese período. La relación entre ese crecimiento y las políticas del primer peronismo resultan evidentes. Para Rivera, el peronismo se convirtió en un punto de inflexión en la cultura argentina, en un sentido opuesto al que tiene en los ensayos culturales hegemónicos. Esto explica que existan tesis sobre la prensa y las revistas populares de la década del veinte y que no las haya sobre la Editorial Haynes o Radio Belgrano durante los años de mayor audiencia radial. Se volvió sentido común que durante el yrigoyenismo se produjo una “buena” modernización que incluyó a los sectores populares a través de la escuela y la industria cultural, mientras que el peronismo produjo una “mala” modernización que quebró para siempre el rumbo de la Argentina. Rivera, por el contrario, vio en el peronismo la exaltación de esa modernización inclusiva para los sectores populares. Concibió la industria cultural como el resultado de una modernización nacional que producía un doble enfrentamiento: con los intelectuales que no se identifican con el pueblo y con la cultura europea –o no nacional– que esos intelectuales toman como modelo. De esta forma, la industria cultural permitiría pensar la cultura nacional y popular. El debate sobre los medios que se está dando en Argentina entra en tensión con algunos presupuestos de Rivera. Sin embargo, el debate sobre medios, políticas e industrias culturales se enriquecería notablemente con una lectura atenta de sus ensayos.

En http://www.rehime.com.ar/ pueden hallarse numerosos trabajos (libros, artículos, audios, videos) de Jorge B. Rivera, incluida la entrevista a Borges citada al comienzo de este artículo.

* Titular Cátedra de Historia de los medios (UBA). Investigadora del Conicet.

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