SOCIEDAD › EN GESELL, EL BALNEARIO NOCTILUCA ES EL UNICO APROBADO CON NORMAS DE CALIDAD

Vamos a la playa con normas IRAM

Desde hace tres años, el parador está dedicado a la perfección en la atención. Tienen normas especiales para tratar los alimentos. Hay espacios destinados a la discapacidad. El certificado IRAM tiene validez por tres años, pero debe ser revalidado cada año.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Villa Gesell

La noctiluca, también llamada “luciérnaga marina”, es un microorganismo que vive y se multiplica en el mar. De su cuerpo esférico se desprenden gotitas de grasa que, al oxidarse en contacto con el agua salada, producen una fosforescencia que, por las noches, suele darles una fuerte luminosidad a las olas. En Gesell, Noctiluca es, también, un parador y restaurante que, aunque no es ni el más famoso ni el más concurrido, tiene una condición única entre los balnearios de mar de América latina: cuenta con la certificación de la norma IRAM 42100, que distingue la buena calidad de los servicios que ofrece. En la Argentina, sólo hay dos balnearios de río, en la ciudad entrerriana de Colón, que tienen el mismo reconocimiento.

El parador Noctiluca está preparado, sobre todo, para recibir a familias con chicos pequeños, pero también aspira a convertirse en el destino elegido por las personas con alguna discapacidad, dado que cuenta con una serie de servicios destinados a ellos, incluyendo una silla anfibia para los que quieran darse un chapuzón en el mar. “Esta es nuestra tercera temporada, y aunque es mi primera experiencia en un balneario, dado que mi trabajo habitual es en un estudio contable, el objetivo fundamental es darles a los clientes el mejor servicio, en todos los aspectos”, le asegura a Página/12 Marcelo Santurión, gesellino y dueño del parador ecológico.

La norma IRAM 42100 para balnearios busca “la excelencia” en el proceso de organización del parador, en el ambiente y en el entorno, en la infraestructura, en la seguridad, en la capacitación del personal, y en todo lo que respecta a la educación ambiental. El certificado que extiende el IRAM (Instituto Argentino de Normalización y Certificación) tiene una validez de tres años, pero debe ser ratificado por medio de inspecciones que son anuales. “Además de adherirnos a la aplicación de la norma IRAM, dado que no se trata de un requisito obligatorio, también tenemos la Certificación de Calidad en Manejo Alimentario, que otorga la Fundación Bioquímica Argentina”, explica Santurión.

En la práctica, esta certificación convierte a la cocina del balneario en una fortaleza a la que sólo puede ingresar el personal del sector. “Si yo quiero entrar, tengo que sortear una serie de requisitos, el primero de ellos lavarme las manos con jabón bactericida”, como ocurre, por ejemplo, en las salas de terapia intensiva de los hospitales cada vez que ingresan los profesionales de la salud. El paso está vedado, sin excepción, para el personal dedicado a la limpieza. Charly, un joven que es la mano derecha de Santurión, cuenta que las normas alimentarias traen algunos problemas con los clientes.

“Cuando piden huevo frito, a la gente le gusta que salga con la yema bien blandita para poder untar el pan, pero hay que explicarle que, por las normas de calidad alimentaria, tenemos que hacerlos bien cocidos.” Santurión insiste en que el objetivo principal “es que vengan familias con chicos pequeños y por eso tenemos un patio de recreación para los más chiquitos, a cargo de una maestra jardinera que además es psicóloga”. Por igual razón, en los baños hay cambiadores para bebés, además de duchas especiales, con sillas, para discapacitados.

Noctiluca tiene más de treinta años en Villa Gesell, pero Santurión llegó hace tres años y produjo un cambio, pasando del viejo parador de cemento, con una estructura de más de 300 metros cuadrados, a uno de madera con 180 metros. Tanto el ingreso al balneario, como los senderos de madera, sobre la arena, que llegan casi hasta el mar, tienen el ancho necesario para el deslizamiento de sillas de ruedas. “Incluso contamos con una silla anfibia, que fue adquirida por el Municipio de Gesell, para que, con la ayuda de los guardavidas, las personas con capacidades diferentes puedan bañarse en el mar.” Santurión tiene el sueño, para fin de año, de organizar una jornada especial para el 3 de diciembre, Día del Discapacitado.

Además de pensar en los discapacitados y en los juegos de los niños “para que los padres puedan descansar tranquilos”, Santurión quiere promover el baile entre todos sus clientes y por esa razón hay clases de bossa nova y de salsa, todas las tardes (ver nota aparte), porque no sólo de normas IRAM viven el hombre y la mujer.

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En el fondo, las actividades para chicos. Más cerca, los perfiles del guardavidas IRAM.
Imagen: Alejandro Elías
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