SOCIEDAD › EL BICENTENARIO Y UNA MUESTRA EXCLUSIVA SOBRE LAS MUJERES

200 años de protagonismo

Inauguran mañana la Casa del Bicentenario. Y para la ocasión se eligió una excelente muestra de la historia con acento femenino. Las socialistas, las anarquistas, las feministas, el amor entre lesbianas, la trata y la prostitución y la violencia de género.

 Por Mariana Carbajal

“Ninguna muerte más por aborto clandestino.” La leyenda, impresa en una pared recién pintada, impacta, y mucho, porque ilustra parte del recorrido de la vida y las luchas de las mujeres en el país en los últimos doscientos años que propone la exhibición Mujeres 1810-2010. La muestra, un gran logro, un deleite para recuperar la memoria y mirar hacia adelante, se inaugura mañana en la Casa del Bicentenario y su inicio coincide con la apertura de este nuevo centro de exposiciones, público, que se suma a la oferta cultural porteña de la mano de la Secretaría de Cultura de la Nación. A lo largo de los cuatro pisos de la exposición, el recurso retórico de la igualdad y la equidad aparece transversalmente como marca ineludible. Las socialistas, las anarquistas, las feministas, Evita, la presencia de las mujeres en la docencia, las Madres de Plaza de Mayo, el modelo de familia tradicional y sus márgenes, las migrantes, las fortineras y las cartoneras de principio del siglo XX, el amor entre lesbianas, las Madres del Paco, Martha Pelloni y Susana Trimarco, la trata de mujeres y la prostitución, Juana Azurduy, la violencia de género y los estereotipos de belleza son parte del extenso recorrido histórico que propone la muestra.

El edificio que ocupa la Casa del Bicentenario está recién remodelado. Huele a pintura fresca. Ocupa dos antiguas viviendas de trabajadores de la vieja Obras Sanitarias de la Nación, en Riobamba 985, que pasaron a formar parte del patrimonio de la Onabe y luego fueron cedidas a la Secretaría de Cultura, recuerda Liliana Piñeiro, directora ejecutiva de la Casa. La apertura de este flamante centro cultural es un proyecto que se venía incubando desde hacía dos años. “Nace en el marco de la conmemoración de los 200 años de la Independencia, con una misión muy clara: realizar exhibiciones que aborden temas que permitan reflexionar sobre nuestra identidad: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?”, detalla Piñeiro. Recorrer la historia para anclarla en el hoy: ése es el desafío, dice. Cobija, además, una exhibición permanente de la historia argentina en el marco del bicentenario latinoamericano. Para Piñeiro, la celebración es doble: por la apertura de un nuevo centro cultural público y porque se estrene con una muestra dedicada exclusivamente a las mujeres. “Es un hito”, subraya. La curadora es Valeria González. Y como asesoras “académicas” fueron convocadas las historiadoras, con perspectiva de género, Mirta Lobato, Dora Barrancos y Laura Malosetti. Todo un lujo.

Una gigantografía, en blanco y negro, de una movilización promovida por socialistas en 1918 en la ciudad de Buenos Aires marca el inicio del recorrido. Aunque la mayoría de los manifestantes son varones, el fotógrafo puso el foco en la presencia de una mujer, adelantándose, tal vez sin saberlo, a lo que vendría con el transitar del siglo XX. Barrancos ve la imagen y se emociona. Es también su primer recorrido. La muestra está dividida en distintos ejes temáticos. El primero, “Las mujeres y la política”. Una de las últimas fotos tomadas a Alicia Moreau de Justo, incansable luchadora por los derechos humanos, particularmente de las mujeres, y otra de una movilización de mediados de los ’80 convocada por organizaciones de mujeres frente al Congreso –en la que se pueden ver carteles con reclamos todavía vigentes como “Aborto libre”–, completan la entrada a la exposición. No es una muestra de heroínas. Tampoco sigue taxativamente una línea de tiempo. “No quisimos mostrar el estereotipo sino las fricciones y las turbulencias que plantean: la imposible pervivencia de los estereotipos, la ruptura a pesar de los límites impuestos a las mujeres. Esta exposición dice: no son excepcionales”, explica Barrancos, investigadora del Conicet y directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de Filosofía y Letras de la UBA.

Una bellísima gigantografía de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo alrededor de la Pirámide es uno de los ejes de la sala que narran la interacción de las mujeres y la política. Escritas en una pared, se pueden leer frases de otras grandes luchadoras desde Juana Azurduy hasta las primeras piqueteras de Cutral-Có, cuando el gobierno del entonces presidente Menem privatizó YPF y los pobladores, pero fundamentalmente ellas, cortaron la estratégica ruta 22. El periplo continúa por un anclaje en las mujeres en las huelgas, la militancia de los ‘70 y el protagonismo femenino en torno de los levantamientos populares de 2001, las asambleas barriales y el movimiento de resistencia a los remates de campos hipotecados.

“La mujer y el trabajo” es el segundo gran eje temático: “Una página enorme ocupa el Magisterio en la Argentina. La presencia de las mujeres en el mundo de la pedagogía se ha sobreindexado. El orden letrado en el país se apoya sobre las mujeres. Son ellas las que enseñaron las primeras letras”, apunta Barrancos. Las obreras de la fábrica Brukman, y el trabajo doméstico son otras dos escalas. Y como vértice entre el trabajo y la política, se inserta el fenómeno de la prostitución, con la divergencia de opiniones que lo rodean –la visión de Ammar, como un trabajo, vs. la de las organizaciones de mujeres que la consideran una forma más de violencia contra las mujeres– y el doble discurso de los grandes diarios, que denuncian la explotación sexual en sus páginas de “Información General” y la promueven a través de sus avisos clasificados de comercio sexual. Sobre la trata no hay fisuras en el discurso: la condena es absoluta.

El feminismo tiene una sala especial. También las mujeres y la radio. El modelo de familia y los márgenes: las jefas de hogar –desde las rurales en Mendoza en la década del ’30 hasta las actuales–, las cartoneras de principios de siglo XX, las migrantes, las que llevan adelante comedores comunitarios. Y al referirse a la vida hogareña, la muestra señala como insoslayable la referencia a la violencia de género. “Si te pega no te quiere”, enfatiza un graffiti anónimo fotografiado en una pared del barrio de Once poco tiempo atrás. Pocos días después de ser tomada la foto, alguien ya había borrado el “no”, comenta Verónica González, la curadora. Curioso. El drama del aborto en la Argentina; el impacto de los estereotipos de belleza en el imaginario femenino y la acción gráfica de Mujeres Públicas, una organización que interviene en carteles y publicidades para alertar sobre el daño que causan los mandatos de delgadez extrema y juventud eterna, completan una muestra que interpela, sobre el camino andado y el que falta recorrer, pero sobre todo, invita a la reflexión. Es un recorrido por una historia sin heroínas, pero plagada de mujeres “comunes y corrientes” que rompieron los moldes con que pretendieron encorsetarlas los mandatos patriarcales.

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La Casa ocupa dos antiguas viviendas de trabajadores de la vieja Obras Sanitarias en Riobamba 985.
Imagen: Bernardino Avila
 
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