SOCIEDAD › DIEZ COLOMBIANOS DETENIDOS POR ROBAR AUTOS A LA SALIDA DEL AEROPUERTO

La banda de los pinchagomas

El método consistía en pinchar una goma del auto estacionado en las playas del aeropuerto de Ezeiza, esperar que el conductor tomara Riccheri y asaltarlo una vez que se hubiera tenido que detener por haber quedado en llanta.

El sistema es simple pero también perfeccionista. La banda, que finalmente cayó, estaba constituida por una decena de colombianos que robaban a recién llegados al país mediante el sencillo método de atracarlos en sus vehículos apenas abandonaban Ezeiza y en algunos casos, el Aeroparque Jorge Newbery. Pero el mecanismo que utilizaban revela cierta especificidad en la tarea: pinchaban las cubiertas de los autos que habían seleccionado previamente mientras permanecían estacionados en el aeropuerto. La pinchadura no era grosera, sino un toque, un touch como quien dice, lo suficiente para que el vehículo se mantuviera en perfecto estado sin que el conductor se diera cuenta hasta recorrer unos 300 o 400 metros de la salida del peaje. El martes por la noche los detuvieron en plena tarea reduccionista.

Está claro que no tenían nada del estereotipo de su connacional, la despampanante Angie Sanclemente, pero practicaban su especialidad con cierta delicadeza. Al menos, los investigadores de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) supieron de un solo robo a punta de pistola y el resto mediante ardides más sutiles. Lo saben porque la banda venía siendo investigada por los hombres de la PSA desde hacía varios meses. Los datos que abrieron un expediente en la Justicia y permitieron los primeros seguimientos surgieron de la reunión de varias denuncias sobre pinchadura de neumáticos en los aeropuertos y por otro lado las denuncias de robos en las proximidades de Ezeiza y el Jorge Newbery.

Pero especialmente, surgió a principio de este mes, después de la detención en el aeropuerto de Ezeiza, de un colombiano mientras dedicaba todo su esmero a pinchar neumáticos. El martes por la noche, alrededor de las 22 para ser un poco más precisos, un equipo de la PSA interceptó a pocos metros de una de las garitas de salida del aeropuerto Ministro Pistarini un Ford Focus con cinco ocupantes, cuatro hombres y una mujer, todos colombianos.

Al mismo tiempo, otra patrulla de la PSA salió a recorrer la autopista Riccheri para detectar si podía encontrar la otra pata de la banda. Y así fue. A 300 metros del peaje de acceso al aeropuerto de Ezeiza, un Chevrolet Astra estaba detenido contra una banquina. Había pinchado un neumático. Cincuenta metros más atrás, un Corsa con cuatro hombres en su interior aguardaba. Cuando la PSA los detuvo se topó con un viejo conocido que ya había sido detenido en otra ocasión por robo.

En el interior del Corsa, los hombres, todos colombianos, llevaban elementos cortopunzantes (púas, trinchetas y ganzúas) y porta notebooks que, según presumen los investigadores, utilizaban para intercambiar con el equipaje que robaban de los autos. ¿Cómo? Pues allí reside la especialidad del grupo que, por la fuerza de la mayoría o las armas, dominaba la situación mediante el universal idioma de la ayuda servicial y desinteresada. Esto es: seleccionaban los vehículos por porte, lujo, porque habían visto a sus dueños con cierto esplendor o porque barajaban billeteras de Miami al dame dos. Pinchaban con disimulo y sutileza un neumático y ya tenían observada la cantidad de metros que podía desplazarse el vehículo a razón de orificio y diferencias de presión interior-exterior y demás. No lo hacían dentro del aeropuerto porque allí la mafia es otra. Seguían al vehículo en futura llanta y cuando el conductor recién llegado debía interrumpir sorpresivamente su auspiciosa llegada al país, esperaban uno o dos minutos y se le acercaban en el auto. Allí, al verlo detenido y de noche se ofrecían gentilmente a colaborar de algún modo, y mientras debatían ese modo, una parte del grupo se dedicaba a vaciar el equipaje o lo que pudiera y cargarlo en su propio auto. En algunas ocasiones, incluso, llegaban a cambiar el equipaje por otro semejante y obviamente vacío.

La causa, caratulada como robo calificado en grado de tentativa por su comisión en despoblado y banda, quedó a cargo del fiscal de la UFI 2 de Ezeiza, Carlos Hassan, quien ordenó la detención de las diez personas y el secuestro de los vehículos y elementos que se encontraban en los mismos.

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El mecanismo para asaltar automóviles también era replicado en el Aeroparque Jorge Newbery.
Imagen: Pablo Piovano
 
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