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Se suspendieron las clases, los comercios cerraron y la gente se refugió en sus casas. No es Bagdad, sino la ciudad de La Quiaca, en Jujuy, bien cerca de Bolivia, donde un violento temporal de lluvia y granizo dejó el lunes cerca de un centenar de heridos, que hasta el mediodía de ayer continuaban siendo atendidos arduamente en el hospital local.
Toda la actividad de los vecinos de la ciudad debió ser paralizada. “En algunos sectores la caída de granizo alcanzó los 50 centímetros y las calles parecían pistas de patinaje en las primeras horas de hoy (por ayer), porque se mantenía el hielo”, explicaron aún incrédulos los periodistas locales.
El lunes fue una tarde de otoño en La Quiaca, con una temperatura moderada, Pero cerca de las cinco, una fuerte ráfaga de viento de más de 50 kilómetros por hora trajo consigo una violenta tormenta de lluvia y granizo, que al cabo de una hora dejó totalmente anegadas las principales calles de la ciudad.
Luego de una noche de terror, ayer La Quiaca se levantó con una férrea actividad de sus vecinos que intentaron por todos los medios reconstruir el tinglado de sus viviendas que en su mayor parte habían cedido ante el peso de al menos 20 centímetros de hielo que se habían acumulado sobre sus débiles estructuras. “Hoy la gente se encuentra sacando el hielo de los techos de las casas, donde hay por lo menos 20 centímetros de espesor, lo mismo que en un tinglado del Escuadrón”, relató el jefe del Escuadrón 21 de Gendarmería Nacional, comandante Hugo Wirz.
De la misma manera que las viviendas, también las escuelas y los comercios sufrieron la furia del granizo, por lo que tanto las clases como la actividad comercial fueron suspendidas ayer a la espera de que se pudieran evaluar los daños que sufrieron los inmuebles, mientras en el Hospital Jorge Uro terminaban de brindar las últimas curaciones a los más de cien heridos de diversa gravedad que se acercaron durante la noche anterior a sus puertas para curar sus lesiones.