SOCIEDAD › PADRE E HIJO DETENIDOS POR EL CASO DE LA MUJER DECAPITADA

Bajo sospecha de femicidio

Intentan determinar si el cuerpo de una mujer decapitada hallado el sábado corresponde al de la joven Solange Aguirre, desaparecida el 5. El hombre con quien tuvo una nena fue detenido, junto a su hijo de 19. Analizan llamadas y un chip.

 Por Horacio Cecchi

La desaparición de la joven Solange Aguirre, de 22 años, el miércoles pasado; el hallazgo el sábado, en Zárate-Brazo Largo, del cuerpo de una mujer decapitada; el intento de los familiares de la desaparecida por reconocer (o no) en ese cadáver mutilado a la que fue su hija; la detención de dos hombres, padre e hijo, de 41 y 19 años respectivamente, el primero, además, padre de una niña de Solange, de 2 años; el debate jurisdiccional entre la Justicia de Gualeguaychú y la de San Isidro para determinar a quién corresponde la investigación, en caso de que el ADN del cuerpo irreconocible corresponda al de Solange. Mientras, algunos medios dan por hecho que la desgraciada mujer es la desgraciada Solange; uno al menos se relame su morbo informando sobre “Otro caso de violencia de género”, mientras difunde la violenta imagen de una mujer decapitada.

La sucesión cronológica inmediata pareciera iniciar el miércoles pasado, cuando Solange Aguirre compró cigarrillos en un supermercado chino a las 19.46, sobre la Ruta 9, en Benavídez. Tanta precisión porque Marcelo Fuenzalida, a cargo de la UFI de casos de trata de San Isidro, después de recibir al día siguiente la denuncia de los familiares de la joven, obtuvo la imagen del video del local. Terminada la compra, según informaron los padres de la mujer, Solange cruzó a la pollería del padre de su hija, de 2 años. Lo saben porque ella misma se encargó de avisarles por su celular que aprovechaba para ir a hablar con el padre de su hija.

Durante el período de búsqueda, el hombre también declaró como testigo ante Fuenzalida y dijo que Solange lo había visitado esa tarde y de allí subieron a su auto y se dirigieron a otro local suyo donde, según el entonces testigo, charlaron de asuntos personales y después la joven se retiró.

Según los padres, el hombre era violento y la golpeaba cuando estuvo embarazada. También dijeron que no habían convivido sino que ella había trabajado en uno de los locales y había quedado embarazada, pero que él jamás reconoció la paternidad y ella le reclamaba dinero para la manutención, cuestión que se transformó en motivo de peleas.

Hasta allí, la secuencia se corresponde con la búsqueda. Pero el sábado, dos pescadores que se encontraban a la orilla de un arroyo a un kilómetro de la Ruta Nacional 12, cerca del puente del complejo Zárate-Brazo Largo, en Entre Ríos, denunciaron haber divisado lo que parecía una parte de un cuerpo humano, quizás un hombro que sobresalía entre el fango y los juncos. La policía de Gualeguaychú comprobó que se trataba de una mujer, que había sido decapitada y a la que le habían cortado las falanges.

Intervino el juez de Instrucción Nº 2 de Gualeguaychú, Arturo Exequiel Dumón. El lunes, la noticia del hallazgo movió a que los familiares de Solange intentaran identificar el cadáver. El martes pasado, los padres de la joven concurrieron al Juzgado de Dumón, donde el juez les expuso fotos. A la salida, la urgencia de noticias ya daba por hecho lo que al día siguiente (ayer) el mismo Dumón se encargó de relativizar. En conferencia de prensa sostuvo que si bien existían algunas coincidencias entre el cuerpo hallado y la fisonomía de Solange, los mismos familiares al analizar las fotos no supieron determinar si se trataba de ella, “y hasta albergan la esperanza de que no sea”, agregó Dumón, quien sostuvo que los familiares mostraron dudas cuando se les exhibió una foto de un tatuaje que podría pertenecer a Solange, pero que no estaban convencidos. El pedido del ADN fue el mejor argumento para señalar las dudas.

También agregó que no se conocía aún el lugar donde ocurrió el crimen y que no se había determinado a qué jurisdicción correspondía el caso. Ayer, entretanto, el juez Rafael Sal Lari, de San Isidro, aceptó el pedido de Fuenzalida para detener al pollero y su hijo, de 19 años, hasta tanto se confirme si se trataba de Solange, allanar la vivienda y realizar análisis de las últimas llamadas. Aunque no apareció el celular de la joven, en el allanamiento obtuvieron un chip de un celular desde el que se había enviado un sms a los padres de la joven que decía: “Soy yo, estoy bien. Cuidá a los chicos. No me busques”. Los investigadores sostienen que el mensaje fue enviado por los mismos sospechados. También fue secuestrada una caja con herramientas de pesca y cuchillos.

La secuencia es parte de una serie en la que no importa si se trata o no de Solange; inicia antes del miércoles pasado, y aun antes del triple crimen de Benavídez, cuya coincidencia geográfica es puramente casual: la serie de crímenes de género no tiene límites de jurisdicción ni de fecha; hacia atrás, de origen antiquísimo; hacia adelante, mientras sólo se contemple la solución penal. Como las cámaras de seguridad, sólo puede resolver sobre lo ya ocurrido.

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Solange Aguirre con su beba. El último dato es que entraba al local del padre de la nena.
 
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