SOCIEDAD › SE PRESENTó EL PRIMER PEDIDO DE DIVORCIO “UNILATERAL” PREVISTO EN EL NUEVO CóDIGO CIVIL

“Yo lo único que quiero es quedar libre”

Se casó hace 26 años y sólo convivió 25 días. Pero nunca se pudo divorciar. Ayer, con la nueva legislación, presentó su pedido en el juzgado. “Estoy muy contento con poder regularizar mi estado civil”, confiesa y elogia el Código que entró en vigencia el sábado.

 Por Fabio J. Lannutti

Un hombre que estuvo casado 26 años con una mujer, con la que convivió sólo los primeros 25 días de matrimonio y a quien no pudo volver a localizar tras la ruptura, podrá finalmente divorciarse a partir del nuevo Código Civil y Comercial. Su pedido de divorcio fue el primero en presentarse ayer en la Ciudad con la nueva legislación. Desde que el divorcio fuera legalizado en 1987 en la Argentina, se exigía que transcurrieran al menos tres años desde la celebración del matrimonio. El nuevo Código, en vigencia desde el sábado, establece la posibilidad de pedirlo unilateralmente, no requiere exposición de motivos por los cuales se solicita la disolución del vínculo, así como tampoco el cumplimiento de plazos. De aquellas nupcias contraídas hace 26 años sólo queda una vieja libreta de matrimonio que refleja lo que el peticionante llamó “un error de juventud”.

Sebastián Coppola, de 47 años, se transformó en el primer argentino en solicitar un divorcio “express”. Ayer, sin esperar un minuto, se presentó ante la Justicia con sus abogados para pedir el anhelado divorcio, sin necesidad del consentimiento del otro cónyuge. “Con el código anterior, mi cliente no podía divorciarse”, explicó la abogada patrocinante, Virginia Luna. Con el nuevo, “no hay manera de que la otra parte se oponga”, y ya no hace falta “dar con el paradero, notificar y acordar ese divorcio. Ahora, aunque el otro no quiera, el juez tiene que dictar sentencia anulando el vínculo”, explicó. El expediente recayó en el Juzgado Civil Nº 23 a cargo del juez Alejandro Olazábal, quien a las 7.30 recibió la solicitud de desvinculación conyugal presentada por Coppola.

“Sebastián se casó muy jovencito, tenía 21 años y descubrió que su mujer le era infiel. A los 25 días ella se fue del domicilio. El siguió su vida, tuvo otras parejas e hijos, pero no podía volver a casarse y tampoco podía comprar bienes a su nombre, porque todo lo que él compraba figuraba dentro de la ganancialidad. Pensó seriamente que debía solucionar esta cuestión por el futuro de sus hijos. Pero no lograba dar con ella, una causal de divorcio le resultaba costosa y no podía pagarla. Hace un mes se contactó con nuestro estudio jurídico, anoticiado de que el nuevo código comenzaría a regir la vida de los argentinos. Nos contó su historia y le dijimos que podía hacer un divorcio de tipo unilateral”, contó a este diario Luna, quien destacó “que el nuevo Código facilita la vida de las personas; y específicamente en los casos de divorcio, uno deja de ser rehén de otro, ya que los bienes, la tenencia y manutención de los hijos se discuten por separado. Ellos dos no tuvieron hijos ni bienes en común, con lo cual el trámite pasa a ser eso: un trámite. Es como en las películas yanquis, un día llega un telegrama que anuncia: ‘Usted está divorciado’”.

El 25 de agosto de 1989, Coppola se casó con quien fue su novia por tres años; pero apenas 25 días más tarde se separó. El matrimonio terminó, pero no el vínculo legal. Desde entonces la buscó para poder divorciarse, aunque no logró ubicarla. “Ni las redes sociales me permitieron encontrarla”, relató Coppola a Página/12, quien fue guardaespaldas de políticos, empresarios y hasta de miembros del clero.

“Yo me casé para toda la vida y me quedé en el intento. La separación no fue en buenos términos. Para poder divorciarme tenía que esperar tres años. Los letrados me aconsejaban que intentara una convivencia por un año. Yo no quise, pasó el tiempo y empecé a buscarla por edictos, poniendo plata. Fue una tortura. Un día me cansé y no la busqué más. Hace 26 años que no le veo el rostro. No sé nada de ella. La situación que yo padecí es como vivir en la marginalidad. Es jodido, porque vos conocés a una mujer que te dice ‘yo me quiero casar, ¿y usted?’. ‘Yo no puedo’, contestaba. Parece gracioso, pero no lo es. Así y todo, las dos mujeres con las que rehíce mi vida, las madres de mis hijos, me bancaron la parada”, relató Coppola.

No es la primera que el hombre primerea en el mundo judicial. En 2007, los cardiólogos le descubrieron una válvula de menos y otra calcificada. “Mi obra social no quería hacerse cargo de la operación a corazón abierto y en el tira y afloja tuve un infarto múltiple de miocardio. Se podría decir que volví de la muerte. Finalmente cedieron, me colocaron un stent y senté jurisprudencia”, dice con satisfacción.

“Yo no soy ni locutor, ni periodista, pero hace 25 años que hago radio y ahora me quedé ‘en el aire’, pero sin programa. Sin embargo, estoy feliz con este nuevo Código; es un alivio porque el trámite de divorcio es rápido, expeditivo y barato. Y estoy muy contento con poder regularizar mi estado civil: estoy en pareja hace ocho meses con una chica excepcional, su familia me aprecia y, si todo sale bien, voy a poder casarme nuevamente. Mis abogados me dicen que en un mes y medio saldría la sentencia.”

–¿Y si ella ahora llegara a presentarse? –preguntó este diario.

–Prefiero no verla, quiero firmar los papeles y ya. A esta altura, y después de 26 años, te podés imaginar que hay cero posibilidad de ponerme de acuerdo con ella. Yo lo único que quiero es quedar libre.

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En el centro, Sebastián Coppola. A sus costados, sus abogados Virginia Luna y Pablo Lestingi.
 
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