Al menos dos personas muertas, once heridas –ocho de ellas de gravedad– y dos que permanecen desaparecidas, fue el saldo de dos violentas explosiones, en dos plantas de la empresa química BASF en Alemania, separadas por treinta kilómetros de distancia y con tres horas de diferencia. En lo que va del año BASF acumula 16 interrupciones de la producción en algunas de sus plantas alemanas, frente a los 13 incidentes registrados en 2015. Descartan un atentado.

El accidente más grave ocurrió a las 11.20 hora local, en la sede central de la gigante BASF en Ludwigshafen (oeste de Alemania), tres horas después del estallido de un filtro en otra planta de la empresa. La explosión donde al menos dos personas murieron, seis resultaron heridas de gravedad y dos permanecen desaparecidas, se produjo en unas tuberías del puerto norte que abastecen a la planta de gas licuado y generó una densa nube de humo que se mantuvo durante varias horas. “Durante unos trabajos en unas tuberías se produjo una explosión que resultó en un incendio”, explicaron desde la empresa, y reconocieron no saber aún qué productos químicos se vertieron al ambiente. Pese a lo cual, aseguraron que “no se detectaron contaminantes peligrosos en el agua ni en la atmósfera”.

En cambio, las autoridades de Ludwigshafen pidieron a los vecinos que “eviten salir y mantengan puertas y ventanas cerradas” luego de que varias personas denunciaran problemas para respirar. Y recomendaron, especialmente, que las personas mayores y los niños eviten salir al aire libre. En el lugar trabajaron decenas de policías, personal médico y más de 160 bomberos, para extinguir las llamas.

Tres horas antes, explotó un filtro en la planta que la empresa tiene en Lampertheim, también en oeste de Alemania, donde se producen aditivos para plásticos.

“No supuso la expulsión de químicos peligrosos a la atmósfera”, aseguró un vocero de la empresa, en este caso que dejó cuatro trabajadores heridos, dos de ellos de gravedad.