SOCIEDAD › TRAS 5 AÑOS, SE VUELVE A PRODUCIR AGUA PESADA

Una industria con polémica

La industria nuclear argentina también se reactiva: después de cinco años, una empresa estatal ubicada en Neuquén vuelve a producir agua pesada, un refrigerante utilizado en centrales nucleares. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), socia en esa compañía, anunció que ya se están elaborando 25 toneladas de ese elemento, por un valor de 5 millones de dólares, para satisfacer la demanda de las centrales nucleares de Atucha I y Embalse, en el país, y para exportar a Australia. Críticas de Greenpeace.
A partir de la crisis energética, el gobierno nacional comenzó a mirar más de cerca la energía nuclear. Comenzó con la intención de finalizar las obras en la central atómica Atucha II y, por otra parte, puso en marcha la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), ubicada en la localidad neuquina de Arroyito.
La producción está a cargo de la empresa ENSI, integrada por la CNEA y la provincia de Neuquén. La primera partida de 25 toneladas será entregada en menos de 60 días: 10 toneladas se exportarán a Australia, para abastecer al nuevo reactor nuclear que construye allí Invap, una empresa argentina, y el resto será destinado a los reactores locales.
En el mediano plazo, la planta suministrará la carga inicial de agua pesada a la central Atucha II, siempre que se finalicen las obras para ponerla en funcionamiento, que hoy están paralizadas. Esto le permitiría a la PIAP tener un horizonte de producción de tres años operando a capacidad casi plena.
El agua pesada se utiliza como moderador y refrigerante en los reactores nucleares que utilizan uranio natural como combustible. Su función es evacuar el calor que se produce en el proceso de fisión, evitando que se alcancen altas temperaturas que puedan perjudicar al buen funcionamiento del reactor nuclear.
“El agua producida no es radiactiva ya que se obtiene como resultado de un proceso puramente químico, lo que hace que no sea contaminante para el planeta”, explican los especialistas de la PIAP.
La planta tiene una capacidad de producción de 200 toneladas de agua pesada por año y, según informes de la CNEA, se prevé que este año se produzcan unas 100 toneladas, que estarán destinadas, además de a las centrales locales, a atender las demandas del mercado internacional en Canadá, Corea, Estados Unidos y Francia.
Asimismo, la CNEA busca acordar con la empresa estatal canadiense Atomic Energy Canada Limited, que fabrica reactores que funcionan con agua pesada, la provisión futura de este refrigerante nuclear.
Con la reactivación de la planta, la Argentina podría ubicarse entre los pocos productores de agua pesada del mundo. El producto posee un alto valor agregado y su precio ronda los 200 dólares el kilo.
Los expertos de la CNEA aseguran que la energía atómica es la mejor respuesta ante la crisis energética. Además, sostienen que “es la única opción de generación en gran escala que no emite gases que contribuyen al empeoramiento del efecto invernadero”.
Sin embargo, la asociación ecologista Greenpeace critica la utilización de energía nuclear. En este sentido, el director de campañas de Greenpeace Argentina, Juan Carlos Villalonga, afirmó que no se puede “seguir subsidiando tecnologías peligrosas y con escaso futuro. La energía nuclear es un ejemplo elocuente de energías caras, de alto riesgo y generadoras de residuos peligrosos”, sentenció Villalonga.

Informe: Esteban Pérez. AUNO, Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

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