SOCIEDAD

Cuarenta años después, se reabre el caso de “Mississippi en llamas”

El asesinato en 1964 de tres militantes negros en el sur estadounidense, conocido mundialmente por la película de Alan Parker, vuelve a la Justicia: ayer se inició el juicio al principal acusado de aquella masacre, hoy de 80 años.

Con cuarenta y un años de retraso, comenzará el juicio al principal –y único sobreviviente– de los presuntos responsables del asesinato de tres militantes antirracistas, en el sur de Estados Unidos, que inspiró la película Mississippi en llamas y produjo un vuelco en la lucha por los derechos civiles en ese país. El acusado, de 80 años de edad, se declarará inocente de aquellos crímenes que, sin embargo, estima que “no fueron erróneos”. La perspectiva del juicio revuelve las turbias aguas de la historia de los linchamientos en Estados Unidos: una senadora requirió que el Senado pida públicamente disculpas por haberse negado, entre 1890 y 1952, a aprobar una legislación que impidiera esos crímenes colectivos, en los cuales se estima que cerca de 5000 personas fueron cruelmente asesinadas.
Durante el “Verano de la libertad” de 1964, miles de jóvenes militantes del norte de Estados Unidos viajaron a los estados segregacionistas del sur para ayudar a que los negros se inscribieran como votantes. Entre ellos estaban Michael Schwerner, de 24 años, y Andy Goodman, de 20, neoyorquinos y judíos. En el pequeño pueblo de Filadelfia (no confundir con la ciudad homónima), estado de Mississippi, se reunieron con James Chaney, de 21 años, activista negro. El 21 de junio de 1964, los tres regresaban de un pueblo vecino, donde había sido incendiada una iglesia negra, cuando la policía los detuvo.
Varias horas después, cuando ya era de noche, los policías los soltaron pero sólo para que miembros del Ku Klux Klan, en dos vehículos, los persiguieran hasta alcanzarlos, golpearlos y, finalmente, matarlos a balazos.
Sólo 44 días después, una investigación del FBI permitió encontrar los cuerpos en un embalse. El caso provocó conmoción y repudio a nivel nacional.
En 1967, siete personas fueron condenadas, pero no por los asesinatos, sino sólo por “violar los derechos civiles” de los asesinados; un jurado compuesto por blancos les asignó penas de tres a diez años de cárcel.
Pero en 1998, uno de aquellos condenados testimonió en contra de Edgar Ray Killen, ex operador de un aserradero y predicador metodista que tenía 38 años cuando se produjeron los crímenes. El expediente judicial se reabrió y, en enero de este año, Killen fue detenido. Se lo acusa de haber organizado los homicidios. El resto de los incriminados directos ya no está con vida.
El caso fue hecho célebre en todo el mundo por la película Mississippi en llamas, protagonizada por William Dafoe y Gene Hackman, como agentes del FBI: Dafoe personifica a un agente honesto y esclarecido pero quizás ingenuo en su apego a los procedimientos establecidos; el personaje de Hackman, sureño a su vez, experimenta un cambio personal ante la situación en la que se ve involucrado y aporta los métodos expeditivos que permiten resolver el caso.
El juicio se celebrará en el pueblo de Filadelfia; hoy se completará la designación de los 12 miembros del jurado. El acusado Killen, que está en silla de ruedas a causa de un accidente, negó haber participado en los crímenes pero justificó a los criminales: “Yo no digo que ellos hayan hecho algo erróneamente”, declaró a un diario.
En relación con el caso, la senadora Mary Landrieu, demócrata, solicitó que el Senado estadounidense pida disculpas por no haber hecho lo necesario para impedir los linchamientos, que entre 1881 y 1964 causaron 4750 muertes, tres cuartos de las cuales fueron de negros. Entre 1890 y 1952, siete presidentes pidieron al Congreso una legislación que impidiera esos crímenes; la Cámara de Representantes llegó a aprobar tres proyectos entre 1920 y 1940, pero se trabaron ante la presión de los legisladores sureños. “El Senado traicionó a los estadounidenses. Si queremos verdaderamente avanzar, es necesario reconocer este fracaso y aprender de él”, sostuvo la legisladora Landrieu.

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Edgar Ray Killen, ex operador de un aserradero y predicador metodista, tenía entonces 38 años.
 
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