SOCIEDAD › CONSULTA EN ITALIA POR LA REPRODUCCION ASISTIDA

La Iglesia festeja el fracaso

Por Enric González *
Desde Roma

Los promotores del referéndum intuían la derrota, pero no la esperaban tan severa: la participación se quedó en el 25,9 por ciento, muy lejos del quórum del 50 por ciento necesario para dar validez a la consulta. La abstención fomentada por la Conferencia Episcopal, sumada a la abstención estructural de quienes no votan nunca, hizo imposible la reforma de la ley italiana de procreación asistida, la más restrictiva de la Europa occidental. “La antigua hegemonía cultural de la izquierda ha dejado de existir”, proclamaron los obispos. “Ahora irán por la ley del aborto”, comentó Stefania Prestigiacomo, ministra de Igualdad de Oportunidades, que hizo campaña por el “sí”.
La batalla sobre la procreación asistida concluyó con la impresión de que sólo la jerarquía católica había vencido. Todos los partidos se habían dividido y en algunos, como Alianza Nacional, se habían abierto crisis graves por una cuestión que, según Silvio Berlusconi, abstencionista, “correspondía a la conciencia y no debería tener repercusiones políticas”.
Las repercusiones, sin embargo, estaban aseguradas. Una abstención de tal magnitud (ni siquiera en la “roja” Bolonia, con el 48,1 por ciento, se alcanzó el quórum) no era fácilmente interpretable, porque incluía sin duda a muchos ciudadanos a quienes el tema pareció demasiado complejo, pero favorecía el maximalismo de los obispos y de los políticos de obediencia católica. “La antigua hegemonía cultural de la izquierda ha dejado de existir, el axioma modernización=secularización se ha revelado falso, se registra una nueva convergencia del catolicismo italiano”, afirmó la Conferencia Episcopal en un comunicado. Entre los parlamentarios más conservadores se oía hablar de “recuperación de los ideales tradicionales” y de “nueva época”.
La oportunidad para comprobar si la religión había alcanzado una condición protagonista en el juego político, y si, como decía la radical Emma Bonino, se había creado “una atmósfera preocupante de falta de laicidad”, debía presentarse pronto, en las elecciones generales del año siguiente. Para antes se preveían repercusiones sobre la interrupción del embarazo. “La ley de procreación asistida, que proclama la igualdad de derechos del embrión y la madre, es incompatible con la ley del aborto; muchos políticos han anunciado su voluntad de restringir el aborto y es sólo cuestión de tiempo que alguien plantee la cuestión ante el Tribunal Constitucional”, comentó Stefania Prestigiacomo, ministra de Igualdad de Oportunidades.
Otra mujer perteneciente al gobierno y promotora del referéndum, la subsecretaria de Exteriores, Margherita Boniver, declaró que el resultado constituía “un fracaso muy doloroso” y vaticinó también que la batalla se desplazaría de inmediato al terreno del aborto. Los científicos que abogaron por el “sí” expresaron su desánimo: “Esta ha sido una derrota de la ciencia. Vista la prohibición de investigar sobre embriones, aconsejo a los jóvenes científicos italianos que emigren a otro país”, comentó el inmunólogo Fernando Aiuti, catedrático de la Universidad romana de La Sapienza.
El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Camillo Ruini, considerado el máximo triunfador de la jornada, dijo no sentirse “vencedor” aunque el resultado hubiera sido “mejor incluso de lo previsto”. “Sólo he intentado cumplir con mi deber como obispo, cristiano y ciudadano”, manifestó. El cardenal calificó de “fábula” una “próxima campaña de la Iglesia contra la ley 194”, la que regula el aborto. “Somos contrarios a la ley del aborto pero no queremos cambiarla, sólo queremos que en su aplicación se tenga en cuenta la importancia de favorecer la vida”, agregó.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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