SOCIEDAD › SUDAFRICA APROBO EL MATRIMONIO ENTRE HOMOSEXUALES

Del apartheid a la unión gay

Tras un año de intensos debates, el Congreso sudafricano aprobó una ley que legaliza las uniones entre personas del mismo sexo y equipara sus derechos al matrimonio heterosexual. Ese país se convierte en el primero en Africa en autorizar el matrimonio homosexual.

Sudáfrica se convirtió ayer en el primer país africano y el quinto del mundo –tras Holanda, Bélgica, España y Canadá– que reconoce el derecho al matrimonio de las parejas homosexuales. El Parlamento aprobó una Ley de Uniones Civiles que legaliza “la unión voluntaria de dos personas, solemnizada y registrada bien como matrimonio o como unión civil”.

El Congreso cumplió así el mandato del Tribunal Constitucional, que el año pasado denunció como discriminatoria la Ley del Matrimonio sudafricano, que lo define como la unión “entre un hombre y una mujer”, y que instó a enmendar la ley en el plazo de doce meses. La nueva legislación se aprobó después de un año de encendido debate entre grupos religiosos, activistas y el gobierno.

Se permite el matrimonio de homosexuales por la iglesia, algo que en principio no recogía la propuesta del partido Congreso Nacional Africano –ANC por sus siglas en inglés–, lo que había causado controversia. La nueva normativa recoge, eso sí, que las diferentes iglesias podrán decidir si casan a parejas del mismo sexo.

Los funcionarios civiles también podrán aducir razones de creencia, conciencia o religión para negarse a casar a homosexuales (un debate igual hubo en Canadá).

Otra de las críticas a la Ley de Uniones Civiles es que se haya legislado por separado de los matrimonios, cuya ley sigue estableciendo que se trata de la unión entre un hombre y una mujer. A pesar de ello, el portavoz de 17 organizaciones de homosexuales del país, Fikile Vilakazi, manifestó su satisfacción porque los “legisladores han demostrado un compromiso para asegurar que todos los seres humanos son tratados con dignidad”.

La sesión parlamentaria resultó agitada y una muestra de la división que causó el tema en un país profundamente religioso, con culturas en las que la homosexualidad es todavía tabú. Mientras la ministra de Interior, Nosiviwe Mapisa-Nqakula, defendió la legislación y “la necesidad de Sudáfrica de luchar y resistir todas las formas de discriminación y prejuicio, incluyendo la homofobia”, el representante del Congreso Pan-Africanista, Motsoko Pheko, dijo que los matrimonios del mismo sexo son “tan repugnantes” que sólo cuatro países más lo habían permitido.

“Quienes rechacen las leyes de Dios y desprecien su palabra tendrán que aceptar las consecuencias de sus pecados y de la ira divina”, afirmó, por su parte, el líder del Partido Demócrata Cristiano, Kenneth Meshoe, frente a la conformidad reinante entre los oficialistas.

A diferencia de esas duras palabras, la Alianza Democrática, principal coalición opositora, otorgó libertad a sus representantes en el Parlamento para votar a conciencia. De esa manera se diferenció del resto de los legisladores del arco no oficialista, que no levantaron la mano cuando el tema se puso en consideración. Los números finales marcaron que 230 parlamentarios aprobaron la nueva Ley de Uniones Civiles, 41 la rechazaron y tres se abstuvieron.

Más allá del éxito que significó para la comunidad gay del país, algunos de sus representantes prevén conflictos a partir del ítem que incorpora la posibilidad de que los funcionarios se nieguen a llevar a cabo el casamiento por razones de conciencia.

Por otra parte, aunque el paso más definitorio para la aprobación ya está dado, todavía falta que el Consejo Nacional de Provincias acepte la reforma, algo que en el país africano se da por descontado.

Así, Sudáfrica se transformará en el quinto país en el mundo que abre la puerta legal al matrimonio entre personas del mismo sexo, sumándose a Holanda, Bélgica, España y Canadá, que lo hicieron en distintos momentos de los últimos ocho años. Excepto en Bélgica, en los demás países los homosexuales unidos legalmente pueden adoptar niños.

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Hace un año, el Tribunal Constitucional sentenció que la ley de matrimonio era “discriminatoria”.
 
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