SOCIEDAD › MARCELO SAIN, EXPERTO EN SEGURIDAD PUBLICA

“Con un policía corrupto la sociedad pierde por dos”

Está asesorando a Filmus en su proyecto de policía porteña y destaca que no es apenas un “traspaso” de la Federal sino la creación de un proyecto nuevo. La tolerancia cero a la corrupción, la investigación “por temas” y las sobreactuaciones de los candidatos.

 Por Cristian Alarcón

A punto de salir hacia el DF mexicano a dar una de sus conferencias fuera del país, Marcelo Saín, interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y ex vice ministro de Seguridad bonaerense, ya no puede evitarlo: también campea la campaña electoral de la ciudad. A pedido de Daniel Filmus, junto a un equipo de académicos diseñó la propuesta de una nueva policía de la ciudad de Buenos Aires. “No queremos un traspaso acrítico de una estructura militarizada, no descentralizada, fuertemente concentrada, burocratizada, con un sistema de control sin autonomía, y los bolsones de corrupción policial”, dice sobre lo que prefiere no tomar de la Policía Federal, en una entrevista en la que arremete contra los “mitos de la seguridad”. Entre otros derrumba la visión sobre la dura, policía neoyorquina. “Lo primero que diseñaron (Rudolph) Giuliani y sus especialistas fue la depuración (policial). El concepto tolerancia cero es tolerancia cero al abuso o corrupción policial”, dice.

–¿Qué cree que pide el que votará que sí a una policía para la ciudad?

–La demanda global del porteño es una demanda de protección ante lo que se vive objetiva y subjetivamente como inseguridad. El tema es que, como la seguridad es un bien público, es necesaria una mayor intervención de parte del Estado sobre los sectores vulnerables que sobre el resto.

–La propuesta de Jorge Telerman es una policía contravencional. ¿A quién le sirve esa policía?

–Es una policía edulcorada para determinados pequeños problemas de la clase media, pero resulta que a la clase media lo que la sensibiliza es el robo a mano armada. Lo ridículo de esta posición es que además se postule a esa policía contravencional con armas. Plantear una policía armada para prevenir infracciones que casi nunca requieren el uso de la fuerza, y mucho menos el uso de la fuerza letal, es por lo menos sobreactuar.

–¿A quién perjudica más la inseguridad?

–Es un mito creer que la población más violentada son los sectores medios. Existe un elevado nivel de victimización sobre todo en el delito patente, sobre todo el robo a mano armada, pero las principales víctimas de estos delitos están en los sectores populares, quienes han sido marginalizados, esos pequeños guetos que se han consolidado en determinados lugares geográficos de la ciudad.

–¿Les roban más a los pobres que a los ricos?

–Los sectores populares tienen un nivel de vinculación institucional muy bajo con el sistema de justicia y con el sistema policial: hay una enorme cifra negra cuando se cuentan los delitos de los que son víctimas porque hay una enorme desconfianza sobre la Justicia y la policía. Los marginalizados lo ven como inaccesible. Es bien particular el asunto porque el sistema policial sí es accesible, pero a través de dos comportamientos históricos: por un lado la regulación de algunos emprendimientos delictivos en esos lugares tiene una altísima visibilidad social; y por otro, la represión fuera del marco de lo institucional. Es necesario evitar la combinación fatal de represión selectiva ilegal y la regulación de ciertas empresas y negocios delictivos que son evidentes.

–¿Cuál es la diferencia entre la “regulación” del delito que hace la Bonaerense y la que practica la Federal?

–La lógica es muy parecida, inclusive relacionándola a las experiencias históricas internacionales como las de grandes urbes. Los emprendimientos delictivos que suponen la regulación de un mercado de compraventa de algún producto prohibido, o de tráfico ilegal de personas de algún tipo o clase, de altísima visibilidad social. Suponen emprendimientos de alta rentabilidad económica, pero al mismo tiempo un conglomerado o red de núcleos que participan del negocio delictivo extremadamente complejos. Además tienen una fuerte referencialidad territorial, espacial.

–Al común de la gente le resultan invisibles.

–No es tan así. Estos mercados no se estructuran en ámbitos soterrados de la vida social, sino, supongo yo, que con la participación de muchos sectores y en mucho ámbitos de una ciudad. Fíjese el tráfico de drogas. Parte de la droga se “estoquea”, se almacena y se prepara en determinados sectores y barrios carenciados. Pero el principal mercado consumidor donde se coloca este producto y donde se obtiene la mayor ganancia son los estratos altos y medios de la sociedad. Este fenómeno se da en Río de Janeiro, en Medellín, en Santiago de Chile y se da también en el Area Metropolitana de Buenos Aires con mucha evidencia.

–¿Cómo es en la ciudad?

–La cuestión es que tenemos una policía que ha sido estructurada desde el siglo XIX sobre la base de un principio de control territorial, y aun con los niveles de desprofesionalizacion que pueda padecer, tiene un conocimiento fuerte de todo lo que ocurre en su zona. Emprendimientos de semejante envergadura, con fuertísima expresión territorial, sólo se pueden consolidar en un período largo de tiempo cuando hay negligencia o participación policial. En esto fenomenológicamente no hay una diferenciación entre lo que podamos ver en el GBA y en la ciudad.

–¿Desde dónde abordan ustedes la creación de una policía porteña?

–Hay una carencia de pensamiento crítico sobre el funcionamiento de la policía. Lo que se discute en esta campaña debe ser aprovechado para poner esto en el tapete, la seguridad, las problemáticas del delito, y muy particularmente la caja negra profundamente desconocida de las policías en la Argentina. Esto no ha variado, excepto que ahora se da la discusión. Debemos profesionalizar, construir gobernabilidad política sobre los asuntos de la seguridad.

–¿Cómo sería esta policía?

–No somos partidarios del traspaso acrítico y conservador, que es lo que postula Mauricio Macri de traspasar la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. Macri plantea cambiar al superintendente de Seguridad Metropolitana por un funcionario de segundo escalón del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires bajo la creencia de que a un caballo percherón le cambiás la montura y se convierte en un caballo de polo. Seguridad Metropolitana son los patrulleros, la conducción operacional, infantería, montada y la policía comunitaria. Son unos 14 mil hombres. El planteo nuestro es crear un nuevo sistema policial con tres ejes, un “servicio de seguridad preventiva”, un “servicio de seguridad compleja” y uno de policía judicial. Estos deben tener bases institucionales nuevas, que tienen que ser el puerto de llegada de un eventual traspaso. Desde el control policial hasta la escala salarial, ascensos y jerarquías.

–Entonces no es traspaso.

–Planteamos un modelo nuevo, es un traspaso con reforma. Un proceso de construcción de este tipo puede tener tres grandes dimensiones. Una reestructuración normativa, una organizacional y una de prácticas: la cultura institucional más las rutinas. No se puede transformar las prácticas si no se transforma lo normativo y lo organizacional. La ciudad puede contar con una nueva policía si puede incidir en la cultura y las prácticas de los que han sido objeto del traspaso. Por eso debe haber reglas de juego institucional nuevas, porque si se hace un traspaso como el que plantea Macri viene todo, lo nuevo y lo que no queremos. No queremos una estructura militarizada, no descentralizada, fuertemente concentrada, burocratizada, un sistema de control sin autonomía, y no queremos los bolsones de corrupción policial.

–Entonces sería la mezcla de lo nuevo más algo de lo que ya está.

–Nosotros postulamos la creación de un ministerio de Seguridad con dos grandes pilares. Uno dedicado a la “prevención social del delito y la violencia”. Cuidado, que no son políticas sociales generales. Son intervenciones en las áreas de educación, salud, trabajo, específicamente dedicadas a los focos de violencia y situaciones de riesgo. Segundo: un sistema policial. Pero un sistema policial que tenga facultades en la prevención del delito o de mantenimiento de la paz frente a hechos de violencia, pero también un área dedicada a la conjuración de las organizaciones delictivas. Lo preventivo estará a nivel de las comunas y significa un nuevo mapa de destacamentos pequeños, bien locales. Y una investigación de acuerdo a temas: narcotráfico y criminalidad compleja, por ejemplo, que en el traspaso que propone Macri quedan en lo federal.

–¿Cuántos policías pasarían de la Federal?

–Algunas cosas serían de traspaso y otra con un servicio nuevo. Quizá con un reclutamiento ad hoc, o de concursos universales de personas que podrían incluso venir de otras fuerzas. Deben ser entre 15 mil y 20 mil policías. Quizá la mitad pueda venir de la Federal. El tema son las condiciones en que pueden venir. Ahí se debe dar un proceso de encasillamiento. Ya no hablamos de traer el combo completo con su sistema de control, su cultura institucional, sus prácticas.

–¿Qué ejemplos exitosos a nivel internacional avalan esto?

–En todos los casos exitosos en el mundo se hicieron reformas en la gestión política de la seguridad. Muchos, sobre todo la derecha, tienen una visión parcial, berreta y distorsionada del caso Nueva York. El caso NY tuvo management político. La mano dura en NY fue en primer lugar con la propia institución policial. La policía en NY fue violentamente depurada porque el problema más grande que detecta (Rudolph) Giuliani es que el crecimiento del narcotráfico en la ciudad tenía protección policial. Lo primero que diseñaron con sus especialistas, como Bill Bratton, fue la depuración. Tolerancia cero es al abuso o corrupción policial.

–¿Propone tolerancia cero?

–La tolerancia cero sobre la corrupción policial sí. La sociedad con un policía corrupto pierde por dos. Pierde un funcionario que debería prevenir o atenuar las consecuencias de la violencia o del delito, además gana un delincuente que se vale de los recursos del Estado para delinquir. Es mucho más sofisticado que un delincuente normal. Las últimas encuestas de victimización de la Dirección de Política Criminal muestran un profundo desprestigio del servicio policial en el área metropolitana.

–Sin embargo, durante años el mote de “maldita” le tocó a la Bonaerense.

–Sin embargo lo real es que es parejo en todo el área metropolitana: ciudad y Gran Buenos Aires. A uno y otro lado hay una enorme demanda de mayor protección policial al mismo tiempo que la imagen de desconfianza de la policía por distintas causas. Porque participa de los delitos que llaman la atención al público o porque se muestra ineficiente o impotente frente a los delitos.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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