SOCIEDAD › POR EL CRIMEN DE UNA MUJER EMBARAZADA, EN BERNAL

Piden 18 años para un policía

El fiscal pidió 18 años de cárcel para el policía acusado de matar de un tiro en la cabeza a una mujer en avanzado estado de embarazo, cuya hija nació, ya muerta la madre, en el hospital de Wilde. El crimen tuvo lugar el 29 de enero de 2003, en Bernal, cuando el policía Fabián Sosa llegó, en un patrullero para dispersar a unos chicos que jugaban al carnaval y –según la acusación– terminó disparando a mansalva.

El alegato del fiscal Javier Mendoza fue presentado en el juicio que se ventila ante el Tribunal Oral en lo Criminal 3 de Quilmes –integrado por Alejandro Portunato, Alicia Anehce y Armando Topalian–, por el homicidio de Verónica Gauto, de 19 años.

Tanto el fiscal como el abogado de la familia de la víctima, Ricardo Ferrari, requirieron la pena de 18 años de prisión por “homicidio simple con dolo eventual y abuso de armas agravado por su condición de funcionario público”.

Según la acusación, fundada en declaraciones de diez testigos, el 29 de enero de 2003 Fabián Sosa llegó al cruce de Los Andes y Camacuá, en Bernal, a bordo de un patrullero de la comisaría 7ª de Quilmes, a fin de dispersar a unos jóvenes que, en la puerta de un corralón de materiales, jugaban al carnaval. Uno de éstos discutió con Sosa, quien le pegó un bastonazo en la cabeza. La madre del joven salió entonces para defenderlo: Sosa también le pegó, sacó su pistola y empezó a disparar.

Uno de los balazos le pegó en la cabeza a Verónica Gauto, que estaba a pocos metros, en la puerta de su casa, esperando a su esposo. Otra bala hirió a un adolescente. Verónica, de 19 años, tenía un embarazo de 38 semanas. Ya muerta, fue trasladada al hospital de Wilde, donde, mediante una operación cesárea, nació una niña que fue bautizada Milagros.

El defensor oficial Roberto Rosales pidió la absolución de Sosa: sostuvo que, cuando fue a dispersar a los jóvenes, lo tiraron al piso, que uno de ellos le quitó el arma y que, cuando él la quiso recuperar, se disparó.

Pero la versión sostenida por la defensa fue desmentida por varios testigos, entre ellos Jorge Cejas, viudo de Verónica, y el otro joven baleado por Sosa. Este, según los testigos, no fue agredido por los jóvenes.

Cuando, luego de los alegatos, se le ofreció hablar, Sosa empezó a llorar, dijo que estaba “arrepentido” de lo que había pasado y que ojalá no hubiera ido nunca a dispersar a esos chicos que jugaban al carnaval, porque así Verónica no hubiera muerto.

Los jueces darán a conocer su veredicto el próximo miércoles a las 13.

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