SOCIEDAD › LA PRIMAVERA, RECIBIDA POR MILES DE JOVENES

Un día de juegos y algo más

Las miradas se cruzaron. Fue un instante, y después las risas nerviosas y el cambiar de tema. La pregunta del cronista, inoportuna pero simple, había sido: ¿Son novios? Y la respuesta de Nicolás y Dalma fue un “nooo”, exageradamente largo teniendo en cuenta las muestras de cariño que se habían brindado mutuamente segundos antes. Habrá que endilgarle el asunto al comienzo de la primavera, como la presencia de ellos dos y otros miles de jóvenes ayer en la Costanera Sur, jugando, charlando, mateando y sí, mimándose. Una escena que se repitió con características muy parecidas en otros espacios verdes de la ciudad y de todo el país.

El anfiteatro fue el epicentro de los festejos en los parques de la Costanera. Allí había un escenario sobre el que tocaron durante toda la jornada varias bandas de rock y pop, con intervalos en los que un animador proponía juegos para los chicos, todo como parte de un festival llamado “Primavera sin Violencia”. Ariel Fernández era uno de los espectadores de lo que ocurría ahí arriba, y contó que “estuvo bueno lo que hicieron, porque uno viene con los amigos a pasar el día y esto es un complemento que no permite que te aburras, aunque no le prestes atención todo el tiempo”.

Estas actividades impusieron esa área como la más concurrida, aunque después sólo algunos de los adolescentes miraban hacia el espacio donde estaban los músicos. El resto se repartía entre los que jugaban al fútbol en espacio súper reducido (la concurrencia no permitía otra cosa) y quienes improvisaban golpes de voley con la precaución de no meterle un pelotazo a nadie.

Nicolás Tilve, sin embargo, marcaba tendencia practicando malabarismos con varios amigos. “Primero jugamos un rato a la pelota, y ahora les estoy enseñando algo de esto a los chicos. Yo lo hago como hobby, todavía estoy aprendiendo, pero a ellos les muestro cómo son los primeros pasos en esto de las clavas”, contó entusiasmado.

Todo eso, en la parte verde, porque el mirador del anfiteatro –una estructura de pavimento ubicada varios metros más arriba que el parque– estuvo reservado para los más bohemios; allí en lugar de balones dominaban las guitarras, y en vez de pantalones de jogging había jeans gastados y raros peinados nuevos.

Es decir que cada grupo hacía su juego, y en esa dinámica el grupo de los vendedores ambulantes no era la excepción. Carlos, más conocido en la costanera como “El Barba”, tiene un puesto sobre la avenida Costanera y reconoció que para su gremio “el día de la primavera es el mejor del año en cuanto a ventas”. Además explicó que “lo más pedido son las gaseosas grandes, sobre todo la Coca, que es un clásico”.

Los otros lugares más concurridos en la ciudad ayer fueron el Rosedal y el Parque Avellaneda, que se convirtieron por un día en el lugar de los estudiantes.

Informe: Eugenio Martínez Ruhl.

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