SOCIEDAD › UN REHEN MURIO CUANDO UN TREN ARROLLO SU AUTO

Secuestrado y atropellado

Algunos hablan de la ola de inseguridad. Otros, que el país entró en una profunda crisis. Quizás algo de ambas versiones se haya cruzado en el camino de Omar Gandolfo, comerciante y testigo de Jehová de 49 años, aunque una serie de casualidades y una pizca del destino fueron los que hayan terminado provocando un cóctel que resultó fatal. Gandolfo había concurrido al velorio de un amigo, en Monte Grande, y salió del local en busca de una Biblia que había dejado en el auto. En ese momento, un dúo de asaltantes lo obligó a subir a su propio vehículo para después huir. Unos amigos vieron lo que ocurría y comenzaron a perseguirlos. Intentando perderlos, a la altura de El Jagüel el dúo, con su rehén, cruzó las vías del ex Roca, que estaban bajas, en el mismo instante en que avanzaba un tren. El auto fue arrollado. Gandolfo murió antes de llegar al hospital. Uno de los delincuentes permanecía ayer en estado de coma y el otro fue detenido con apenas unos rasguños. Los amigos de Gandolfo estuvieron a punto de linchar a los dos internados y a los médicos que los atendieron.
El lunes por la noche, Gandolfo tuvo la amarga tarea de concurrir al velorio de un amigo, en una casa fúnebre ubicada sobre Dardo Rocha al 500, de la localidad de Monte Grande. Llegó, estacionó su Renault Mégane y entró en el local. Además de comerciante y buen vecino –como se encargaron de señalar quienes lo conocían del barrio–, Gandolfo era testigo de Jehová. Apegado a sus creencias, alrededor de las diez de la noche creyó necesario leer algunos párrafos de la Biblia, que había dejado en su Mégane. Salió entonces del local para buscarla.
En ese momento, un chico de 15 años y otro de 18, de nombre Matías, se toparon con Gandolfo. Le apuntaron a la cabeza con un revólver calibre 32, lo obligaron a subir al asiento trasero del auto, acompañado por el más joven, mientras el otro se sentó al volante.
“Con mi marido vimos cuando lo introducían dentro del coche –dijo Andrea Delfino, amiga del infortunado comerciante, quien con su marido y otros allegados, se transformaron en involuntaria pieza clave en el devenir de los acontecimientos–. Los delincuentes lo habían tomado del cuello y lo pasaron al asiento de atrás, donde vimos que permaneció el resto del viaje.” Y cómo es que Delfino pudo confirmar ese detalle: porque la pareja, cayendo en la cuenta de lo que ocurría y dispuestos a no perder pisada de su amigo, treparon a su camioneta.
Y comenzó la persecución. “Con mi esposo decidimos salir detrás de ellos para perseguirlos y otras personas lo hicieron con nosotros –aseguró Delfino–. Sabíamos que tal vez estábamos cometiendo un error pero en un segundo es muy complicado pensar en frío.”
El Mégane tomó por Dardo Rocha. Durante 16 cuadras, el raíd continuó sin variantes. Pero al llegar a Jorge Newbery, entre Monte Grande y Luis Guillón, los delincuentes giraron hacia la izquierda para cruzar la barrera, que en ese momento estaba baja, sin descubrir que avanzaba una formación del ex Roca. El auto fue embestido y destrozado. El mayor de los delincuentes fue intervenido en el hospital de Ezeiza, y permanece en coma cuatro. El más joven, salió con unos pocos rasguños y tras ser atendido y zafar del intento de linchamiento, fue trasladado ante el fiscal Oscar Acevedo. El comerciante murió camino al hospital. El mismo destino que se cruzó en su camino quiso que el infortunado Gandolfo fuera velado en la misma casa mortuoria donde horas antes se había enredado la punta del ovillo.

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