SOCIEDAD › EL SIDA VUELVE A AUMENTAR EN PAISES DESARROLLADOS

“Un mal fuera de control”

El presidente de la Sociedad Internacional del Sida admitió a Página/12 que “no podemos parar la epidemia”. Ahora, la Argentina califica como país pobre y recibirá subsidios para investigar.

 Por Pedro Lipcovich

Hay 40 millones de infectados; en 2005 habrá 60 millones. “Sabemos cómo prevenirlo, sabemos incluso cómo tratarlo pero no podemos parar la epidemia”, admitió ayer el presidente de la Sociedad Internacional de Sida. El mal está “fuera de control” en el Sur del planeta, pero en el Norte también aumentan los casos porque “se dejó de hablar del tema y los jóvenes creen, erróneamente, que los actuales medicamentos pueden curarlo”, dijo otro de los destacados especialistas reunidos en Buenos Aires para el Simposio Internacional de Sida. Señalan “la falta de un plan global contra la enfermedad”, la falta de ayuda de los países ricos y el descompromiso en gobiernos de los países pobres. ¿Y la Argentina? Ayer se supo que por fin ha logrado calificar ¡como país pobre!, lo cual le otorga posibilidades de acceder a determinados subsidios para investigación. Se actualizaron además los datos sobre transmisión perinatal del virus: uno por ciento en países ricos, 40 veces más en Africa y siete veces más en la Argentina, “por falta de atención médica a las embarazadas”. Los profesionales “acompañamos a las mujeres con VIH que proyectan quedar embarazadas, sin desestimar los riesgos”.
“Hay 40 millones de infectados por el sida y 16.000 personas se infectan cada día; para 2005 serán 60 millones, y llegarán a cien millones, porque la epidemia está fuera de control”, admitió ayer el holandés Joep Lange, presidente de la Sociedad Internacional de Sida. Una causa de este descontrol sería “la falta de un plan global”. Onusida, organismo de Naciones Unidas, tiene la limitación de que “tiene que acordar con cada gobierno, y muchos gobiernos no se hacen cargo del problema, o incluso son un obstáculo porque los aportes se pierden entre burocracia y corrupción”, observó Lange y citó los casos de “varios países africanos como Zimbabwe pero también países grandes como India y China”. El de la India es llamativo porque “ese país está produciendo medicamentos a bajo precio y los exporta, pero no se ocupa de distribuirlos entre su propia población”.
La contrapartida –destacó Lange– es “Brasil, que ha desarrollado una política excelente en producción y distribución de medicamentos”, elaborándolos en laboratorios estatales y monitoreando cada tratamiento.
Entretanto, los países ricos “no cumplen en aportar recursos para el Fondo Global de Lucha Contra el Sida que se estableció en julio de 2001”, observó Lange. El que más se acercó a lo estipulado es Holanda, que puso el 97 por ciento de su cuota; el resto de los países europeos y Estados Unidos no llegan al 25 por ciento, y así el Fondo sólo obtuvo 2300 de los 10.000 millones de dólares comprometidos para su primer año.
Si los ricos aportaran no sería en vano porque “hasta hace dos años, se pensaba que en los países pobres no se podía hacer tratamientos: hoy decimos que sí; hay producción de medicamentos genéricos y Onusida negocia con los grandes laboratorios para que, bajo presión de la opinión pública, bajen sus precios. Se argumentaba que no hay suficientes puntos de distribución pero, si la cerveza y la Coca-Cola pueden llegar a los lugares más alejados, ¿por qué no van a llegar los remedios?”.
Y el Norte tampoco está a salvo: Stefano Vella, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida, observó que “en los países ricos la cantidad de nuevas infecciones por VIH volvió a aumentar. Y esto pasa en la medida en que se ha dejado de hablar del sida: muchos jóvenes piensan que ya no es problema, que se puede curar, y no es verdad”.
Para Lange, la solución exige “un plan global unificado, con un liderazgo firme”. Un ejemplo sería el de la viruela, “que se erradicó, no sólo por contar con vacuna sino porque se acordó en un plan estricto. Respecto del sida, en cambio, hay anarquía, y sólo el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos tiene 20 planes distintos”. Así las cosas, “sabemos cómo prevenirlo, sabemos incluso cómo tratarlo pero no lo podemos detener”. Vella encuentra una clave en “entender que el sida es una enfermedad global, en un mundo con circulación globalizada de personas y de pueblos”. La Argentina, por su parte, se define por el Sur: “Por la caída del producto a causa de la devaluación, la Argentina califica como país pobre y eso nos permite pedir un subsidio de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, para estudiar la resistencia a los medicamentos en el virus que circula en nuestra comunidad”, anunció Horacio Salomón, titular del Centro Nacional de Referencia para el Sida.

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El holandés Joep Lange, presidente de la Sociedad Internacional de Sida, en Buenos Aires.
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