Médicos del Mundo, que ya lleva once años seguidos en Argentina, es una organización que trabaja con una unidad móvil sanitaria, básicamente en tres zonas de la ciudad de Buenos Aires: Constitución, Congreso y Flores. En su informe 2008 detalla que el proyecto Salud en la Calle les permitió registrar 362 pacientes y tomar 879 consultas, que arrojaron algunos de estos datos: el 83,7 por ciento de los atendidos habían sido hombres y el 16,3 mujeres; el 66,5 tenían documentos y el 33,5 no; del total de pacientes, 250 eran argentinos y 73 extranjeros (la mayoría bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos y ucranianos); el 63,3 vivían en la calle (el resto en hoteles, hogares, paradores y casas tomadas) y el tiempo que la mayoría llevaba viviendo a la intemperie rondaba los tres años (42,8 por ciento). Gonzalo Basile, el presidente de la organización –es licenciado en comunicación con un postgrado en salud pública–, denuncia que “uno de los grandes problemas que tenemos es que el SAME no toma a gente de la calle. Llega y si la persona está alcoholizada o tiene algún problema de adicciones, no la atiende. Por más que esté en una emergencia. Eso lo cuentan los equipos de salud. Qué te dicen: llamamos al SAME, vino y se fue”. Médicos del Mundo estima que hay entre 8000 y 10.000 personas en situación de calle en Buenos Aires. Desde que irrumpió la UCEP en la ciudad por un decreto que firmó Mauricio Macri el 29 de octubre de 2008, en la organización se confeccionan lo que Basile llama “fichas de represión”, que registran los casos de personas en situación de calle que son agredidas o cuyas pertenencias son confiscadas o robadas por aquel grupo.