SOCIEDAD › QUE SE BUSCA CON EL YOGA PARA NIÑOS

“A modo de juego”

 Por Sonia Santoro

Dicen quienes lo practican que el yoga devuelve salud, bienestar y alegría. Y aunque desde siempre estuvo asociado a la práctica de adultos, en los últimos años se están difundiendo cada vez más propuestas de yoga para niños. “El yoga no es un ejercicio de competición, y cuando es practicado por los niños, les aumenta la capacidad de concentración y disminuye la agresividad. También puede ayudar a descubrir, con sorpresa, lo rígido y poco ágil que es un niño, a pesar de sus pocos años. El yoga divierte a los niños cuando van adoptando las distintas posturas, con la imitación de animales, objetos”, dicen desde la Fundación Indra Devi, dedicada a la práctica de yoga. “Le da flexibilidad a la columna, fuerza a los brazos y piernas, y el equilibrio que necesitan para su formación. Los niños que conocen su cuerpo aprenden a respirar profundamente y el arte de relajarse”, agregan.

“A partir de los seis años, los niños pueden empezar a practicar yoga a modo de juego, sin exigencias ni presión, adquiriendo mayor control de su cuerpo, alineándolo y desarrollando más concentración y atención. Es una manera de mostrarles una elección de vida saludable que a futuro asociarán con el placer de lo lúdico y la creatividad. Los chicos disfrutan mucho de la práctica de yoga tanto con los elementos del sistema iyengar, subiéndose a los columpios o rodando sobre rodillos, y también de la práctica de ashtanga, que les permite estar en continuo movimiento descargando la energía que, acumulada en exceso, muchas veces no saben cómo canalizar, provocando alteraciones en la conducta y agresividad. Sin embargo, una de las técnicas que más les atrae es la de concentrarse frente a la luz de una vela”, explica la instructora Lucía Otero.

En el caso de Despacito, un espacio slow para chicos, el yoga es una más de las actividades que se ofrecen, entre talleres de cocina slow, armado de juguetes o canto, para que los chicos se muevan en un espacio relajado. María Celeste Meana, su fundadora, dice que en el taller de yoga trabajan la respiración y “la idea es que reconozcan sus cuerpos con armonía y tranquilidad”. “El ritmo de vida en la ciudad, el humo contaminado, la falta de espacios verdes hace que los chicos estén perdiendo su respiración fisiológica normal. El yoga ayuda a reeducar y amplificar la capacidad pulmonar” y a “devolver el tiempo real a la vida cotidiana”, dice.

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