SOCIEDAD › MATILDE ES PELUQUERA EN SU CASA

“Hice más clientes”

“Vas a ver que vas a firmar un montón de papeles y después nadie te va dar la plata y vas a tener problemas.” La frase la escuchó Matilde Casares una y otra vez de boca de su marido, mientras ella, paciente y tenaz, concurría todos los jueves a una parroquia de José Mármol, donde gente de Cáritas estaba armando los grupos para entregar microcréditos como réplica de la Fundación Grameen Argentina. En junio, Matilde terminará de pagar el préstamo de 350 pesos, que devolvió a razón de 8,40 pesos por semana. “Una sola vez me costó pagar, porque no trabajé en toda la semana”, contó. Matilde vive en Temperley. Tiene 50 años, pero parece muchos menos. No tiene hijos y está “juntada” hace casi dos décadas con su marido, que se dedica a hacer fletes y arreglar techos. En el fondo de su casa, pegado a un corral con gallinas, un avestruz y un chajá, tiene desde hace 16 años su peluquería. Pidió el dinero para comprar una máquina para cortar el cabello y una pulidora de pies. “Automáticamente el mismo día que las tuve, hice pies y cortes con la maquinita. Lo tengo anotado en mi cuaderno. Estaba recontenta. Esa compra me aumentó la clientela, sobre todo de chicos. Antes como no tenía máquina, les cortaba con peine y tijera y no les gustaba”, recordó. Matilde está acostumbrada a pelear contra las adversidades y a salir adelante. Tiene un riñón de una hermana y hasta que fue trasplantada, hace nueve años, tuvo que hacerse diálisis durante mucho tiempo. Ahora está decidida a sacar otro préstamo. “Voy a comprar tres clases de tintura, tres frasquitos iguales de cada una. Lo que más hago son tinturas y como tengo clientes buenas, gente pagadora, pero que a veces la atiendo de fiado, necesito tener stock para poder trabajar. Si no cobro, no puedo comprar la tintura.” Dice que el microcrédito le cambió la vida, no tanto por el dinero sino por las mujeres que conoció. “Acá encontré una familia.” Los jueves es el día en que concurre a la parroquia para pagar. La reunión funciona como una especie de terapia grupal, donde las mujeres se dan ánimo, chusmean, se cuentan problemas y hasta festejan cumpleaños. “El jueves es especial, no me pierdo la reunión por nada del mundo.”

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