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“Se trata de informar y no de bajar línea”

En La Pampa, el Programa Educación Sexual Integral se aplica desde 2008. Julio Trivigno, responsable de su aplicación, explica a Página/12 cuáles son las dificultades para ponerlo en práctica, en especial, en las escuelas religiosas.

–¿Qué significa sacar la educación sexual del plano biologicista?

–Uno tiene el recuerdo de que en su escuela fue un médico a dar una charlita o fueron a repartir preservativos o a enseñar a tomar la píldora. Hoy, además, hay otros aspectos que intervienen en el tema de los sexualidad. Uno de los problemas de los adolescentes es la violencia del noviazgo que surge muchas veces a partir de los celos. Está el tema de las transas, los chicos que van a un boliche, están juntos y después van incómodos a la escuela. Pasa por enseñarles que pueden evitar un embarazo no deseado usando un preservativo y también diciendo que no. Los chicos están recibiendo herramientas para poder decidir.

–¿Cómo se aborda el tema según los niveles educativos?

–De acuerdo con su etapa evolutiva, pero hay un piso común de contenidos que asegura que todos aprendan lo mismo. La diferencia está en el modo de acompañarlos. Con un chico de jardín no voy a hablar de relaciones sexuales, pero sí del cuidado del cuerpo. Enseñarles, por ejemplo, los nombres de las partes del cuerpo es un modo de darles herramientas y prepararlos para poder hablarles en primaria. Las dificultades van creciendo de acuerdo con la edad, cuando tienen mayor acceso a los medios de comunicación, que muchas veces generan nuevos interrogantes.

–¿Qué ocurre en las escuelas religiosas?

–Ahí es complicadísimo. El primer paso es el diálogo. En mi provincia nos hemos encontrado varias veces con el obispo a dialogar, no a confrontar. ¿Qué es lo que no podemos discutir? La ley. En la escuela se tiene que hablar del tema. Sí podemos hablar de cómo lo hacemos. En los colegios religiosos nos vemos obligados a respetar el ideario de la congregación, porque los padres de los chicos adhieren al proyecto de esa escuela.

–¿Qué pasa en las escuelas religiosas con el abordaje de la no discriminación y la aceptación de las relaciones homosexuales?

–El mejor camino es insistir en que los temas se traten no desde el ámbito de lo moral, sino, por ejemplo, estudiando la legislación, en este caso, la del matrimonio igualitario.

–Es difícil controlar que se cumpla con los lineamientos dentro de las aulas.

–El boicot está, en algunos casos es inconsciente. Los mismos docentes ven que el tema es urgente, pero no tuvieron una educación en estos temas. Y tienen miedo ante las preguntas de los chicos. Para hablar, tienen que leer y estudiar; tienen que entender que hablar de sexualidad no es hablar de la propia sexualidad. Se trata de informar, dar herramientas a los chicos, guiar y no de bajar línea de qué es lo que tienen que hacer.

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