“Empezar a construir la casa supone comenzar a disfrutar de un terreno que fue de mi abuelo, así que tiene toda una impronta familiar. Mi papá heredó de él una casita de adobe en 1998. Pero aquí en Mendoza se necesita viviendas con cierta seguridad antisísmica que la casa no tenía. Como mi papá con su sueldo de docente no podía hacer las obras necesarias, de a poco la casa se fue viniendo abajo, hasta que se cayeron los techos y quedó inhabitable, en un estado ruinoso.” El relato es de Claudio Reinoso, docente de 26 años en Godoy Cruz. Da clases de geografía en cinco secundarias, cuatro públicas y una privada, y vive en lo de su padre, a unas diez cuadras de donde construye su casa.

En mayo del año pasado, el padre de Claudio le cedió la titularidad del terreno para que pueda allí construirse algo. “A las pocas semanas salió el anuncio del Pro.Cre.Ar y fue una alegría inesperada. Hacía muchísimos años que no se le prestaba atención a las clases medias en la cuestión de la vivienda. En el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) de Mendoza te podes inscribir para conseguir un crédito, pero cuando decís que sos soltero, olvidate, no hay nada”, indica Claudio. Recuerda la charla previa al sorteo, cuando empleados de la sucursal Mendoza del Hipotecario explicaron los parámetros para evaluar si la persona está en condiciones de inscribirse para conseguir el crédito. Mucha gente fue con dudas a ese encuentro por situaciones complejas desde el punto de vista dominial, por presentar terreno de parientes o en el medio de sucesiones.

“Mi situación era muy clara, porque ya tenía la titularidad del terreno, así que me moví, conseguí los planos y me inscribí para el sorteo de septiembre. Ahí no salí elegido, un bajón importante. Pero al mes siguiente, por suerte, anunciaron que lanzarían un repechaje con los que no salieron sorteados las veces anteriores; y salí”, recuerda Claudio. “Conocí gente que salió sorteada sin tener la más pálida idea de qué se trataba todo esto. Me parece que el que se presenta debe tener los papeles encaminados, sobre todo los planos, que dependen de las municipalidades, algunas muy burocráticas”, sugiere.

Pasó la instancia de los planos, los recibos de sueldo del último año de las cinco escuelas y toda la documentación que se exige con rigurosidad aunque sin esa típica tendencia al desaliento y a complicar especialmente todo, que Claudio reconoce en otras burocracias. Para él, la sensación fue que “no te quieren eliminar”.

En febrero reunió toda la documentación y puso a punto el terreno a partir de la demolición, usando ahorros propios, de la desgastada casa de adobe. En abril le llegó el primer desembolso de dinero y con eso las tarjetas de débito y crédito e información sobre descuentos en compra de materiales. La casa de Claudio tendrá 77 metros cubiertos, en un terreno de 150 metros cuadrados, con dos dormitorios. Ya tiene hechos los cimientos, columnas, vigas y paredes, y está a la espera del segundo desembolso para continuar