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Jueves, 10 de septiembre de 2015

CINE

Un clásico restaurado

Como es muy sana costumbre desde hace varias ediciones, el Festival de Cine Alemán exhibirá la versión recientemente restaurada de un clásico del cine mudo. Ahora le ha llegado el turno a El estudiante de Praga, producida en 1913 y punta de lanza de los así llamados autorenfilm, corriente que intentó con éxito prestigiar el medio cinematográfico reclutando a reconocidas figuras de las letras y el teatro. ¿Quién dirigió realmente Der Student von Prag? ¿Stellan Rye, con ayuda del actor Paul Wegener, como se supuso durante décadas? ¿El autor de la historia y del guión, el escritor, poeta y filósofo Hanns Heinz Ewers? ¿Todos ellos, a seis manos? Difícil saberlo con precisión. Lo cierto es que esta historia fantástica, descendiente del romanticismo literario y rodada en la capital checa, que cruza el mito de Fausto con unas cuantas ideas tomadas del cuento de E. A. Poe “William Wilson”, sorprendió en su momento por sus sofisticados efectos ópticos, que le permitieron a su/s realizador/es superponer al personaje interpretado por Wegener y a su doppelgänger en el mismo cuadro. La película, por otro lado, anticipa algunos de los tópicos –aunque no así la estética– de los films expresionistas y aledaños que tomarían el poder del cine de la República de Weimar una década más tarde. Con 85 minutos de duración, El estudiante de Praga fue uno de los primeros largometrajes producidos en el mundo y el mismo Wegener, con la colaboración de Henrik Galeen, intentaría repetir fortuna un año más tarde con su versión para la pantalla diabólica del relato folclórico Der Golem, de la cual desafortunadamente sólo se conservan actualmente algunos minutos de metraje.

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