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Viernes, 10 de diciembre de 2004

MONDO FISHON

Las penas son de ellos...

Imaginen por un momento, chicas, chicos, adultas, adultos, el peor dolor que puedan sentir. Tiren un poquito más de la cuerda y añadan a ese dolor una situación hipotética y, por decirlo de alguna manera, deportiva, que a dolores corporales derivados de esfuerzos musculares nos referimos. Es terrible, ¿no? Y a que, mal que mal, la sola idea os aterra a tod@s, señoras y señores por igual, habida cuenta de que a cualquiera puede alcanzar un movimiento desafortunado. Lo sospechábamos. El caso es que las tendencias (en adelante, trends, porque acá hemos decidido ser modernas) del discurso fashion de nuestra tierra hip no perdonan, amig@s, no dejan –para escribir mal y pronto– campo del saber y el quehacer humano con cabeza (y eso que no contamos a las neuronas caídas en cumplimiento del deber), y que, para peor, lo hacen de maneras insospechadas. Y como nuestras amigas-lectoras son de lo más solidarias, de tanto recibimos aportes, como el que nos convoca hoy: el folletito que una lectora, galena ella, recibió de las amables manos de un visitador médico evidentemente por error, porque el libélulo está dirigido exclusivamente a un tal “Estimado doctor”. Con las bellas imágenes que acompañan este espacio, los laboratorios Merck le comunicaban que “hay dolores que son eternos”, tras lo cual pasaban a informarle de las hipotéticas calamidades –que Dios no quiera le pase a alguna de Uds., a Uds. muchachos sí, porque, como verán, tienen remedio–: “el de no poder jugar una final”, “el de perder el último game”, “el de perder el partido”... Y era entonces cuando hacía entrada el producto salvador, de nombre intranscriptible para nos pero seguramente de lo más significativo para el mundo médico, al menos al integrado por señores que atienden exclusivamente a señores. Desde aquí, sospechamos que a nuestra colaboradora médica mucho interés por novedades de este estilo no se le habrá despertado, porque ella, ay, también tiene pacientes mujeres, y todavía parece no haberse inventado un analgésico para situaciones exclusivamente mujeriles que exceda el dolor de esos días. Es que, pensándolo bien, ¿a qué situaciones cotidianas y femeninas creerán estos laboratorios trendies que podrían auxiliar? Veamos: el cansancio extremo por haber corrido muebles para barrer, algún desgarro por darle con demasiado ímpetu a la tabla de lavar, algún que otro esguince por la manía de bordar con precisión un espléndido mantel para sorprender a los invitados de Navidad...

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