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Lunes, 9 de septiembre de 2002

Anatomía de un goleador

- Es capaz de resolver con inteligencia. En el primer gol, cara a cara con Olave, levantó la cabeza, lo vio a Delgado y pareció que la iba a cruzar, pero cuando el arquero le regaló el primer palo, acomodó muy bien el cuerpo y le pegó con justeza, abajo. Fue una hermosa definición.

- Es sensato en las declaraciones. “Estoy disfrutando este momento, pero tengo los pies sobre la tierra”, dijo al final del partido contra Gimnasia, consciente de que debe mejorar mucho.

- Tiene en el cuello la flexibilidad que recuerda a los muñecos articulados de madera que utilizan los estudiantes de dibujo. Muchas veces parece despatarrarse, pero es menos torpe de lo que parece.

- Tiene mucho coraje. Pelea todas las pelotas, también aquellas que en teoría deberían darse por perdidas. Deja hasta la última gota en cada partido.

- La suerte lo acompaña bastante. En el segundo gol, estiró la pierna para buscar el centro de Delgado y la pelota, después de pegarle en la rodilla, salió con fuerza hacia la red. Eso sí, estaba ahí, en el lugar indicado. Y eso es colaborar con la suerte.

- Se metió a la hinchada de Boca en el bolsillo. No es para menos: en el primer partido que jugó como titular en el campeonato, hizo doblete.

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