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Lunes, 2 de noviembre de 2009

FúTBOL › ESTE LANúS PREFIERE EJERCITAR LA PRACTICIDAD DEL CONTRAGOLPE

Esa convicción del toque quedó en el vestuario

 Por Daniel Guiñazú

De aquel Lanús tocador, que se plantaba para jugarle mano a mano a cualquiera en cualquier cancha, sólo parecen quedar los bellos recuerdos. El equipo que ayer le ganó a River se asoció a un perfil contragolpeador que le posibilitó ganar con practicidad, pero sin aquellos rasgos de belleza que tanto se le elogiaron.

Hizo poco con mucho el cuadro de Luis Zubeldía. Llegó al 1 a 0 bien afirmado en la espera, con dos líneas de cuatro (gran despliegue en el medio de Matías Fritzler) y con poca salida por los costados a través de Aguirre y Blanco. Y sólo soltó amarras en el cuarto de hora final, a medida que el avance de River dejó de preocuparlo y la línea de tres en el fondo que armó Astrada le abrió espacios que antes le habían sido negados. Recién ahí apareció el Lanús que todos reconocieron. Antes fue un equipo receloso, fuerte, pero sin brillo, demasiado contenido.

Es posible que la decisión de River para presionar bien arriba en la cancha haya forzado esa opción inicial que pareció tomar Zubeldía. Pero ni siquiera la abandonó cuando era claro que River había perdido gas y avanzaba por obligación. Dio la impresión de que la inexpresividad millonaria fue un guante que a Lanús le calzó con comodidad y, por eso, dejó que las cosas sucedieran sin forzarlas.

El partido cambió cuando, a 16 minutos del cierre, ingresó el paraguayo Salcedo por el marplatense Cristian Menéndez. Y en su primera intervención de la tarde, Salcedo cabeceó bombeado un corner desde la derecha y la pelota pegó en el poste izquierdo de Vega. Cuatro minutos más tarde, un derechazo cruzado del mismo Salcedo se fue junto al palo derecho, y después Salvio tuvo otras dos ocasiones muy claras. Con menor tenencia de la pelota y manejo del juego, Lanús tuvo las situaciones más claras. Difícil entonces resulta cuestionar los merecimientos de su victoria. Con mucho más, River hizo mucho menos.

Pero, más allá de esas disquisiciones, algo aparece claro: Lanús parece haberle dado cabida a un utilitarismo que no figuraba en sus anteriores hojas de ruta. No está mal ganar de contraataque o soltarse sólo cuando están dadas las circunstancias para hacerlo. De hecho, lo hace la gran mayoría de los equipos del fútbol argentino y a nadie se le caen los anillos. Lo que llama la atención es que lo haga Lanús, al que se lo suponía recorriendo otros caminos, más iluminados.

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