libros

Domingo, 28 de diciembre de 2003

RESEñA

Masa y cultura

Tangos
Enrique González Tuñón

Estudio preliminar de Guillermo Korn
196 págs.

La Manga
Raúl Scalabrini Ortiz

Estudio preliminar de Víctor Pesce
168 págs.

Por Verónica Gago

La serie “Los Olvidados” que la editorial Librería Histórica acaba de lanzar se propone trazar, a partir de un amplio plan de publicaciones, “una suerte de historia paralela de la literatura argentina”. Los dos primeros títulos publicados son crónicas del Buenos Aires de los años ‘20: las de Enrique González Tuñón (1926) a partir de los episodios que pueblan los arrabales, y las de Raúl Scalabrini Ortiz (1923) situadas en la cartografía que impone el movimiento de la muchedumbre que “va por la mañana y vuelve por la tarde”.
Enrique González Tuñón –hermano mayor y menos conocido de Raúl, el poeta– empezó a escribir para el diario Crítica a mediados de la década del 20. Una selección propia de las narraciones urbanas que allí aparecieron fueron compiladas en Tangos, ahora publicado en una versión que replica su segunda edición de 1953: incorpora las letras de tango que traban relación con los textos de Tuñón y las viñetas que ilustran cada historia. Tangos es un conjunto de aguafuertes suburbanas que, como reseña el minucioso prólogo de Guillermo Korn, Borges llamó con pedantería “empresa comercial o diarera que (Enrique) disfrazó de libro y que atolondradamente firmó”, para referirse al vínculo del libro de Tuñón con el emprendimiento periodístico de Natalio Botana que el mismo Borges integraría en 1933. El prologuista de Tangos, Máximo Teodora Sáenz (que firma con su apodo de Last Reason) incluye en sus reflexiones –más un ensayo sobre el tango que sobre el trabajo de Tuñón, según Korn– una discusión con Borges, quien había escrito ese mismo año que el lunfardo se trataba de “un vocabulario gremial como tantos otros”. Last Reason le pregunta directamente desde esas páginas: “¿Y el tango, viejo, y el gotán? Pensalo bien, che, Jorge Luis. Pensalo y vas a ver cómo te darás cuenta que la epopeya del arrabalero está ya escrita en la letra mala de los tangos”.
Los textos de Tuñón, que recorren Parque Patricios y el Paseo Colón, las orillas del arroyo Maldonado y La Boca del Riachuelo, relatan vidas tristes, trampas para “escabiar de garrón”, traiciones inevitables que llenan de muerte las catreras, destinos de “mishiadura” y la soberbia propia de los bacanes. Korn sitúa el “procedimiento” de Tuñón –escritor de sainete y folletín, guionista de cine y cronista enviado al fusilamiento del anarquista Di Giovanni– como el de una “improvisación”: un modo de crear a partir de letras de tangos o textos de otros que funcionan como un material que soporta convertirse en otra cosa. No se trata, en la hipótesis de Korn, de una pura repetición propia de la glosa y la traducción. Tampoco de una simple variación. Tuñón improvisa “escritos autónomos y autosuficientes respecto del punto de partida”. Textos que dan cuenta del momento en que, en la literatura, “el arrabal tomó posesión del centro”.
Los cuentos de Scalabrini Ortiz reunidos en La Manga aluden al tema de la multitud y su rutina en la urbe a través de la metáfora de una “manga de langostas”, “alegoría que permite argumentar que si se mira de lejos esa reunión parece armónica y ordenada”, mientras que de cerca exhibe “en su interior una desordenada confusión”, escribe en el prólogo VíctorPesce. Los cuentos de La Manga, a diferencia del célebre El hombre que está solo y espera y otros libros de denuncia política, quedaron ajenos a la relectura de los textos de Scalabrini en la década del 70. Fueron referidos, como Pesce apunta de Galasso, a un “fiel reflejo del mundo interior de su autor”. La Manga reúne relatos cortos en los que se vuelve relevante una ciudad en la que “se vivirá en pensiones, se leerán y usarán de otro modo los diarios, se entrará en librerías y se conversará con el librero, se escuchará que el reloj del hospital da la hora como ‘argentinas vibraciones’, se tomará mate...”. Una ciudad en la que cuando el viento viene del Sur o cuando llega del Norte, cuando llueve o arrecia el calor “esa muchedumbre triste, resignada, siempre variable y aparentemente la misma, va por la mañana y vuelve por la tarde”.

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