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Domingo, 17 de marzo de 2013

SALí

A beber cerveza artesanal

 Por martin auzmendi

Espíritu salvaje

“Arranqué en 2003, en mi casa, con una olla de cinco litros”, cuenta Alan Sullivan y explica así el origen de Cork, un flamante brewpub en Pilar. Por esos años eran muy pocos los productores artesanales existentes en la Argentina: estaba la cervecería El Bolsón, Antares, Barbarroja y algunos más, número ínfimo comparado con la situación actual, en la que se cuentan cientos de elaboradores desparramados por todo el país.

La historia de Alan es la de muchos otros cerveceros, que en búsqueda de nuevos sabores se lanzaron a investigar, probar y –finalmente– elaborar. “En 2005 comencé a embotellar, en 2007 abrí con un socio un brewpub en Chile, en Puerto Varas, y en 2011 me asocié con Simon Maschwitz. Con él encaramos un verdadero cambio en el estilo de nuestras cervezas.” Este cambio llegó junto a un viaje a una conferencia de elaboradores en San Francisco, donde vieron qué era lo que querían hacer y qué no. Desde entonces, se especializaron en las IPA (Indian Pale Ale) y similares, cervezas de un amargor intenso, de graduación alcohólica entre media y alta y, como dicen ellos, salvajes.

De la cerveza propia pasaron al pub propio. Así, en octubre abrieron el brewpub Cork, un salón con boxes, barra y un deck de madera bajo unos árboles, perfecto para sentarse a beber desde el atardecer. En una pared, una imagen dice “fundamentalismo breweriano”, al que Alan define como un “movimiento político anarcopunk cervecero extremista y exageradamente lógico”.

Las cervezas que sirven son intensas y con carácter, tanto la Molotov Doble IPA, la Monker Belgian IPA o la Fuckin’ Bitter (las pintas rondan los $ 30), pero aun así frescas y muy bebibles. En total ofrecen seis versiones tiradas propias, a las que suman otras variedades elaboradas por cerveceros amigos y unas más que hacen en experiencias compartidas, como la futura Gollum Triple IPA, que advierten que tendrá 12 por ciento de alcohol y 120 IBU (la forma de medir la cantidad de lúpulo, que se traduce en amargo). Para comer, fueron a lo simple: alitas de pollo, nachos, pizzas a la piedra o hamburguesas, todo rico y casero.

Además de un bar, Cork es también un centro de encuentro de cerveceros. En estos meses ya han hecho asados con elaboradores, cocciones conjuntas de cervezas y ahora sumaron cursos que dan junto a la Asociación Somos Cerveceros (somoscerveceros.com), abiertos al público. Pronto, anuncian, van a vender cerveza en growlers, unos botellones retornables de dos litros para los que quieren llevar sus IPA a casa. De algo no caben dudas: si la cerveza es una religión, en Cork hay grandes devotos.

Cork queda en Barrio de Vichenzo Chico, Panamericana Ramal Pilar Km. 40,5.

Teléfono 15-3705-1264. Horario de atención: jueves a domingos de 19 al cierre.


Cervelar, tiradas y en botella.

La tienda más completa

El fenómeno de la cerveza artesanal creció en los últimos 15 años con decenas de personas que se lanzaron a la aventura de elaborarlas. Se calcula que hay entre 150 y 200 microproductores (y miles de elaboradores hogareños), y todos se enfrentan al mismo dilema de distribución. La pregunta es: cómo llegar al mercado. Una respuesta posible es Cervelar, el lugar abierto por Pablo y Fernando Macías en 2007 en el microcentro porteño. La idea inicial era abrir una tienda de cervezas, dedicada exclusivamente a la venta de botellas cerradas, para llevar al hogar. Pero los mismos clientes impulsaron que se pueda tomar la cerveza in situ, y el plan cambió. Hoy Cervelar es mitad tienda, mitad pub. El gran salto lo dieron hace poco menos de dos años, con la apertura de un nuevo local en Belgrano R, en el límite con Colegiales, con mucho más espacio donde sentarse a beber y comer. “Somos gastronómicos, queríamos poner un lugar así”, dice Paul. Para este proyecto se sumó Mariano Santarossa, que está cada día al frente del lugar como encargado.

La carta que llega a la mesa empieza listando las cervezas tiradas de la casa, entre las que hay siete variedades de la marca Kraken y la IPA de The Mula. Todas se sirven en cuatro medidas: 330cc ($ 24), 500cc ($ 33), 1500cc ($ 95) y 2 litros ($ 125). Luego aparecen las cervezas embotelladas, clasificadas por la provincia en la que se elaboran, cada una con una descripción detallada de sus características. ¿Opciones? Beagle de Tierra del Fuego, Waffe Bier de Córdoba, Sixtofer de la provincia de Buenos Aires, Eisenbrucke de Entre Ríos, Berlina de Río Negro y Grosa de Mendoza, con una oferta enorme, que suma entre 30 y 40 marcas distintas. Entre las variedades representadas hay Porter, Kolsch, Scotch Ale, Pilsen, IPA, Stout, Outmeal Stout, Golden Ale, Nut Brown Ale y Weissbier.

Aunque el fuerte del lugar son las marcas nacionales artesanales, también dan lugar a las importadas que llegan al país, desde la Estrella Galicia española a la Kunstmann chilena pasando por las Chimay belgas, la Boris francesa y la Negra Modelo de México. Y aunque muchas de éstas se consiguen también en supermercados, “varios clientes prefieren comprarlas acá, donde los podemos asesorar sobre estilos y variedades”, agrega Paul. Para comer, la propuesta acompaña con hamburguesas caseras (las más grandes del barrio), picadas, ensaladas y cazuelas como la de “estilo alemán”, con cuatro tipos de salchicha distintas: frank, viena, húngara y blanca.

El mercado de cervezas argentinas sigue creciendo. Y Cervelar crece con él.

Cervelar queda en Av. Elcano 3385. Teléfono: 4553-3714. Horario de atención: todos los días de 9 al cierre.


The Temple Bar, para los amigos.

Casa nueva en Recoleta

En el año 2010, Bruno Ananía, Facundo Imas y Juan Ignacio Chereminiano decidieron ponerse al frente de The Temple Bar, uno de los pubs históricos de Buenos Aires. Algo escondido sobre la calle Marcelo T. de Alvear, este lugar supo ser uno de los destacados cuando este tipo de bares, de estética y sabores británicos, apareció y en pocos años copó buena parte del centro de la ciudad. Con altos y bajos el bar se mantenía en pie, aunque exigía un cambio para sobrevivir.

“Nuestra idea fue adecuar la propuesta y las ofertas al tipo de gente que le podía interesar el bar”, cuenta Bruno. Así fue como lanzaron promociones de cerveza y comidas, happy hour especiales y un ambiente que buscaba no olvidarse del cliente habitual del bar que iba a la barra a tomarse una pinta o un whisky, pero que además pretendía ser atractivo para grupos de amigos en búsqueda de buenas cervezas y un ambiente relajado. Los cambios dieron resultado: el pub volvió a llenarse y, después de dos años de trabajo, el 16 de marzo de 2012 abrieron una segunda sucursal, en Recoleta.

El nuevo The Temple Bar tiene una barra clásica, dos pisos, mix de mesas altas y bajas y un ambiente a media luz ideal para perderse un poco dentro, sin por esto ser un lugar sombrío. De hecho, es lo contrario, alegre y entretenido. El secreto reside en buenas bebidas, un servicio sencillo y amigable y un clima logrado de reunión de amigos.

Más allá de los whiskies (cincuenta variedades) y los tragos que están bien presentes en la carta, el fuerte del lugar son sus cervezas. Parten de marcas tiradas industriales y completan la propuesta con cuatro artesanales elaboradas por un productor especialmente para ellos: Cream Stout, Belgium Blonde, Pale Ale (todas de 6 por ciento de alcohol) y una Barley Wine intensa y sabrosa (8 por ciento). También incorporaron una nueva marca artesanal (hecha por clientes habituales del lugar), llamada Südamerika, que sirven tirada en dos variedades: Scottish Red y Stout Ale. En el extenso happy hour (¡de 9 de la mañana a 10 de la noche!) se venden a 2 pintas por $ 60. También tienen alrededor de 50 cervezas entre nacionales industriales, importadas en botella y algunas artesanales como las de El Bolsón.

The Temple tiene varios rostros: puede ser uno de esos bares ruidosos, que se llenan con más de cien personas un jueves o un viernes, pero también es una barra tranquila para beber en calma un martes o un miércoles. La música del Dj y programador musical Claudio Arce es otro punto alto del lugar.

La receta no puede ser mejor. Un espacio amable, donde ir con amigos y beber bien.

The Temple Bar Recoleta queda en Las Heras 1822. Teléfono 4805-0733. Horario de atención: lunes a viernes de 9 al cierre; sábados de 21 al cierre.


fotos: pablo mehanna

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Cork, fundamentalismo cervecero.
 
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